bilbao - Advertido de los riesgos, saturado del cuerpo que duele, de los huesos a los que les cuesta soldar, afligido por tanta caída, esposado en demasiadas ocasiones a intensas sesiones de fisioterapia, crucificado en el asfalto en los últimos meses, Mikel Landa (Movistar) huye de los riesgos. De cualquiera. Siempre en guardia. Por eso, cuando notó unas molestias “en la uña” del pie derecho, según confirmó su equipo, optó por la prudencia. Se replegó instintivamente y decidió no tomar ninguna clase de riesgo ante la proximidad del Giro de Italia, al que le resta menos de una semana para alzar la voz en Bolonia, donde lanzará la primera salva de honor con una contrarreloj. Ante el inminente comienzo de la Corsa rosa, que tamborilea los dedos acodado en la barandilla del próximo sábado, Landa tachó de su calendario la última etapa de la Vuelta a Asturias, la carrera que fue para su compañero Richard Carapaz, vencedor el sábado cuando Landa le envolvió la etapa con papel de regalo.

Junto al ecuatoriano, con el que compartirá sidecar por carreteras italianas, Landa completó el sábado una portentosa exhibición en la ascensión al Acebo, donde se decidió la carrera en favor del Movistar. En el alto asturiano, Mikel Landa comandó la subida con enorme suficiencia y dio la impresión de que reservaba energía en caso de que hubiera sido necesaria para eliminar más rivales. El vuelo de Landa, despiadado, laminó a todos. Solo acunó a Carapaz, su compañero. Landa subió en cohete, silbando su dicha, e invitó en su viaje a Carapaz, cuarto en el Giro del pasado año, su alfil para el asalto que imagina Landa en Italia.

Con apenas 17 días de competición acumulados en las alforjas, -la caída en la Challenge de Mallorca emborronó el almanaque previsto- el de Murgia emitió estupendas señales en la etapa reina de la carrera asturiana, un ecosistema que le sirvió para comprobar su estado de forma de cara al Giro, su carrera preferida y en la que alcanzó el podio en 2015. Sin Valverde -descartado por el edema óseo que le provocó una caída mientras preparaba la Lieja-Bastoña-Lieja- como báculo, Landa tratará de proyectarse a través de Carapaz, su pértiga para la ronda italiana.

En la Corsa rosa, a Landa le aguarda un ejército de candidatos de alta alcurnia. La aristocracia. Dumoulin, Nibali, Roglic, Simon Yates y Miguel Ángel López pespuntan en el horizonte con la idea de morder la gloria. El firmamento del Giro estará cubierto de estrellas. Eso sí, una de las principales luminarias, de las de mayor luz, la de Egan Bernal, el joven colombiano del presente que todos indican como el monarca del futuro, no podrá estar en el amanecer. El ciclista del Ineos, un corredor que cotiza al alza, se fracturó la clavícula izquierda en una grave caída que padeció mientras entrenaba con las miras puestas en el Giro, donde partía como uno de los dorsales a seguir desde la capitanía del Ineos.