Bilbao - Todo apuntaba a final agónico, de esos que se deciden en un cara o cruz, en un duelo de pistoleros en el que cualquiera puede salir con los pies por delante. Y el encuentro había sido hasta entonces tan extraño, tan inconexo y agitado, que ninguno de los dos conjuntos tenía argumentos suficientes para tenerlas todas consigo. El Bilbao Basket se había disparado en el primer cuarto con un imperial 18-0, pero había alcanzado el descanso a rebufo de su rival tras encajar un par de parciales de 0-9. A partir de ahí, la contienda había entrado en una fase de locura y desgobierno que hacía que los visitantes mandaran en el luminoso sin que los anfitriones cedieran demasiado terreno, por lo que nada hacía presagiar un final alejado de la taquicardia. Nada hasta que a Jaylon Brown, ese loco bajito que desconoce el miedo cada vez que penetra a la velocidad de la luz para volar por encima de los gigantes que colapsan la zona, le dio por dinamitar el duelo. Fue un minuto y medio portentoso. Con empate a 70 en el marcador, el de Indiana hizo saltar al unísono a las 9.118 personas que se dieron cita en las gradas del Bilbao Arena con un mate descomunal en la cara de Kenny Kadji que rivaliza ya con aquel de Dejan Todorovic contra el Barça del que precisamente ayer se cumplían cinco años como mayor barbaridad dunker presenciada en el recinto de Miribilla. En el siguiente ataque, fue el encargado de dar la asistencia para que su compatriota Ben Lammers se colgara del aro y, como colofón a sus mágicos 90 segundos, anotó un triple que colocó el 77-72 a 3:45 del final para encaminar a los hombres de negro hacia un final desahogado y a conquistar una victoria, la cuarta seguida, que les permite seguir soñando con la Copa.

La explosión de Brown, que acabó con 20 puntos anotados en otros tantos minutos de juego, fue el colofón perfecto para un partido en el que los de Álex Mumbrú supieron recuperar a tiempo la compostura que perdieron en un horrible segundo cuarto en el que encajaron 30 puntos y desaprovecharon una ventaja de 14. Costó lo suyo porque Estudiantes es un conjunto tan irregular como repleto de talento anotador, pero los anfitriones acabaron dando lo mejor de la noche en un último cuarto en el que su retaguardia dejó sin argumentos a los de Aleksandar Dzikic. El trabajo oscuro bajo los aros de Emir Sulejmanovic, que además aportó 10 puntos, y otra exhibición defensiva de Ben Lammers, con cuatro tapones descomunales y otros tantos robos, fueron vitales, al igual que el partido de Jonathan Rousselle en su mejor versión ofensiva del curso (16 puntos con buenos porcentajes) o las dos penetraciones de Thomas Schreiner en los compases finales de la cita que borraron cualquier esperanza de remontada por parte de los colegiales.

El duelo se inauguró con ambos equipos entonados en ataque. Lo que Axel Bouteille y Rafa Martínez generaban desde la línea de 6,75 para los anfitriones lo replicaba Phil Scrubb para los colegiales. Con el canadiense muy incisivo, los visitantes dominaban por 10-14 con solo cuatro minutos disputados, con la defensa bilbaina aún renqueante, pero cuando tuvo que abandonar la cancha al cometer dos personales la ofensiva de los de Dzikic quedó huérfana de referente. Sulejmanovic, a base de pelea y puntos, hizo sonar el despertador para los de Mumbrú y posteriormente fue Lammers el que desató la tormenta. El estadounidense, a base de tapones, mates y robos, convirtió la contienda en su particular coto de caza y Estudiantes quedó a su merced. En ese ecosistema, el Bilbao Basket cerró el primer cuarto con un 28-14 favorable tras un abrumador parcial de 18-0. Todo parecía sonreír a los anfitriones. Estudiantes se asemejaba al púgil que se tambalea segundos antes de besar la zona, pero los hombres de negro pusieron de su parte para que esto no ocurriera. Su exceso de relajación hizo que los errores aparecieran en forma de rebotes ofensivos cedidos, pérdidas evitables (una incluso de saque de fondo) y tiros liberados errados y los visitantes aprovecharon los regalos para volver al partido con un parcial de 0-9 (30-25). Brown, con dos triples seguidos, sacó a los suyos del bache, pero el problema fue que no encontró compañía a la hora de sumar puntos, mientras que en el bando rival Douglas, Dukan y Arteaga encontraban espacios para hacer daño. Otro 0-9 devolvió el control del luminoso a Estudiantes, que llegó en ventaja al ecuador de la contienda (42-44).

Para el Bilbao Basket, los 30 puntos encajados en el segundo cuarto eran una horrible noticia, pero que doce de ellos llegaran tras pérdidas era motivo de alarma. Pero las cosas no fueron a mejor en la reanudación. El juego de los de Mumbrú era demasiado alocado y Estudiantes no se movía mal en esa realidad. Bouteille y Rousselle ofrecían fogonazos desde la distancia triple, pero los visitantes tampoco tenían problemas para anotar. Los de Dzikic alcanzaron los diez minutos finales con cuatro puntos de renta y a pesar de que el cuarto empezó con dos tiros libres fallados de Balvin, el Bilbao Basket, impulsado por la grada, comenzó a revitalizarse desde la defensa. Con su aro, el choque entró en una fase de intercambio de canastas hasta que a Brown le dio por destrozarlo. Su escandaloso mate, su asistencia para Lammers y su triple impulsaron a los anfitriones. Los de Mumbrú, hercúleos en defensa, tenían el duelo donde querían y Schreiner, con dos penetraciones marca de la casa, se encargó de ponerle lazo a la victoria.