EN los cuatro primeros partidos del curso, las señas de identidad del Bilbao Basket son claras. El esfuerzo es algo que no se negocia en las filas de los hombres de negro y cualquier falta de acierto o errores tácticos son suplidos a base de intensidad. Esa es la idea propuesta y los jugadores creen en ella a rajatabla. Con esa mentalidad afrontaron ayer el partido ante el Baskonia y ese despliegue de energía llevó a los bilbainos a cosechar el resultado deseado. No guardarse ni un gramo de fuerza fue fundamental para poder igualar el nivel físico de los baskonistas. Puesto a puesto, la superioridad fue evidente, pero a la hora de comenzar las hostilidades, esa diferencia no fue tan notoria debido a la labor de los jugadores dirigidos por Álex Mumbrú. Ese trabajo ayudó a marcar diferencias con el rebote ofensivo y a compensar a base de un volumen extra de tiros, los malos porcentajes con el lanzamiento exterior.

El acierto a la hora de buscar el aro fue una de las armas fundamentales del Bilbao Basket en los primeros partidos. Dominó desde todas las distancias y eso le permitió sumar muchos puntos en este arranque liguero. Jugadores como Rafa Martínez o Arnoldas Kulboka destacaron con su buena mano desde la larga distancia y el alto número de lanzamientos de tres quedó claramente justificado. Aunque el Bilbao Basket es más que un equipo con sobrada efectividad con los tiros de campo, ayer fue capaz de sacar a relucir otra versión. Menos letal y más trabajadora. El conjunto vizcaino tuvo un día negado de cara al aro. No llegó al 70% en los tiros de dos y su porcentaje de triples se hundió hasta el 18,2%. Números inferiores a los que realizó el equipo dirigido por Velimir Perasovic. Ante esa situación no le quedó otra que buscar caminos alternativos y fue el rebote ofensivo lo que le dio la solución. Los bilbainos no pararon de tratar de capturar todos los rechaces posibles y sumaron 15 rebotes, seis más que el Baskonia, que sufrió mucho a la hora de cerrar su zona debido a la temprana descalificación por una técnica y una antideportiva de Youssoupha Fall.

Juego interior Esa diferencia en el rebote fue una de las sorpresas del encuentro debido a que el juego interior era una de las virtudes del Baskonia. En las filas gasteiztarras hay muchos centímetros y también calidad para resolver diferentes situaciones. Sin embargo, el Bilbao Basket supo controlar ese foco de atención a base de intensidad y concentración. Shengelia, que buscó constantemente aprovecharse de la mayor fragilidad de Kulboka, estuvo bien controlado. El lituano cumplió en las labores de retaguardia y estuvo bien ayudado por un entramado de ayudas siempre dispuesto a saltar al dos contra uno. Mientras a Perasovic se le acumularon los problemas en el puesto de cinco. Fall quedó fuera del partido después de un incidente con Balvin y Micheal Eric apenas dio una mínima solución. El único que respondió en el aspecto ofensivo fue Ilimane Diop, pero el internacional con España sufrió mucho a la hora de detener a los interiores bilbainos. Lammers, tremendamente activo, le realizó varias puertas atrás y el pívot checo impuso su mayor fortaleza cerca del aro.

Esa labor de desgaste fue fundamental en el partido de ayer. Cada rebote ofensivo fue un golpe a la resistencia del Baskonia, que llegó tocado después de cosechar el viernes una derrota en la Euroliga y se marchó con más síntomas para la preocupación. El Bilbao Basket siempre tuvo una marcha más que su rival. El partido europeo hizo mella en el conjunto gasteiztarra, pero fue el equipo dirigido por Álex Mumbrú el que evidenció sus debilidades. Los bilbainos lo hicieron sin renunciar a su juego, alternando ataques rápidos con un juego controlado. Cambiando defensas y llevando el choque a un plano físico del que salieron vencedores.