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Un cambio de rumbo

Un cambio de rumboFoto: Oskar González

L Bilbao Arena, el infierno de Miribilla, guarda en su base de datos muchas de las grandes gestas de la historia del Bilbao Basket. Allí se han vivido inolvidables veladas continentales en las que más de un gigante europeo ha acabado arrodillado pidiendo clemencia, gestas deportivas ante lo más lustroso del baloncesto estatal y también éxitos a priori con menos luces de neón pero quizás más importantes para las constantes vitales de un club ahora más estabilizado pero taquicárdico y errático en épocas no tan lejanas. Uno de ellos aconteció hace exactamente un año. El 2 de junio de 2019, los hombres de negro pusieron fin a su tránsito de un año por el purgatorio de la LEB Oro con un ascenso trabajado a pico y pala y coronado en una Final Four organizada en la capital vizcaina que para nada fue un camino de rosas, pues Melilla (75-68), en semifinales, y Palma (62-55), en la final, acabaron derrotados tras oponer enorme resistencia.

“El premio de ese fin de semana fue muy importante, un cambio de rumbo para el club. Supuso pasar de poder estar en la LEB muchos años a regresar a la ACB”. Habla Javi Salgado, santo y seña del baloncesto vizcaino en las últimas décadas, alguien para el que aquella Final Four fue su último acto de servicio vestido de corto para el club de sus amores antes de enfundarse el traje y coger la pizarra en funciones de entrenador ayudante. Pasado ya un año, y con la perspectiva que da el tiempo, el de Santutxu destaca que el curso en la LEB no fue en absoluto un paseo sobre alfombra roja. “Había presión, sobre todo porque teníamos una plantilla que estaba entre las tres o cuatro mejores de toda la liga, seguramente el mejor pabellón, la mejor afición… El club y su estructura eran de ACB, pero estábamos en la LEB”, recuerda Salgado. El Bilbao Basket se convirtió pronto, por prestigio, en la presa que todo el mundo se quería cobrar. Y Miribilla, en el escenario en el que todos los rivales se querían lucir. Además, el vestuario bilbaino tuvo que lidiar con el temporadón sideral de un Betis que demarró muy pronto hacia el ascenso directo. “Había que quedar segundos como fuera para tener ventaja de campo en el play-off, algo que al final fue decisivo, y tener más opciones de ganar la Final Four. El club y el equipo supimos llevar bien esa presión pese a que tuvimos algún momento malo, como la derrota en Palencia o algún partido inesperado perdido en casa”, rememora Salgado.

Sin embargo, el exdirector de juego bilbaino da mucho valor al hecho de que el vestuario supiera sacar rédito de aquella circunstancia: “Tuvimos tiempo para interiorizar que íbamos a tener que pelear mucho para ascender, que no íbamos a subir directamente salvo que al Betis le ocurriera una catástrofe, algo que no tenía pinta. Al final nos vino bien y todos los jugadores estábamos muy mentalizados y preparados para ese duro esprint final”. Y las dificultades no tardaron en llegar, pues en el play-off de cuartos de final ante el Palencia el Bilbao Basket perdió fugazmente el factor cancha tras caer en el segundo duelo de la serie en Miribilla. “El tercer partido del play-off, el primero allí, fue el momento más complicado de la temporada, nos habíamos quedado sin paracaídas. De perderlo, nos hubiésemos jugado toda la campaña en el cuarto, contra un rival durísimo y fuera de casa, y eso era algo que no queríamos. Perder el segundo duelo en casa nos hizo ver que Palencia era un gran equipo que nos podía ganar. La reacción en el tercero fue la clave para sacar adelante la serie. De haber perdido… Nunca sabes lo que hubiera pasado, pero en ese supuesto se me antoja complicado haber ganado el cuarto. El quinto fue en Miribilla y ahí nos sentíamos muy cómodos”, recuerda. Curiosamente, el anuncio de que Bilbao iba a ser la sede de la Final Four se produjo antes de que la serie viajara a Palencia y Salgado no oculta un pensamiento que le pasó por la cabeza: “Imagínate qué ridículo si no pasamos y el club tiene que organizar una Final Four sin el Bilbao Basket”.

Pero los hombres de negro se clasificaron y Miribilla, luciendo sus mejores galas como antaño, fue un factor fundamental para el ascenso, pues los dos duelos ante Melilla y Mallorca fuero ásperos y jugados a cara de perro. “En semifinales llegamos a ir perdiendo por siete puntos en el tercer cuarto, tuvimos que agarrarnos al partido y pelearlo hasta el último segundo; la final fue un duelo sin grandes diferencias y hasta el último minuto, con el triple de Thomas Schreiner, no se vio cerca el ascenso”, reconoce. En su opinión, gran parte del éxito de ese fin de semana radicó en la gestión de Álex Mumbrú. “Hizo un gran trabajo durante la temporada creando un equipo en el que todos éramos necesarios e importantes, en el que todos rotábamos casi siempre. Eso se vio reflejado en esa Final Four, en la que había que jugar dos partidos en dos días. Además, a través de las rotaciones y de la fuerza del grupo, gestionó muy bien todo lo que ocurrió durante el fin de semana. Después del primer partido, nos quedamos a cenar en el pabellón para recuperar cuanto antes, luego fuimos a descansar a nuestras casas y al día siguiente, con el objetivo tan cerca, la motivación no hacía falta ni buscarla. Todos estábamos motivados y muy centrados”.

En el imaginario colectivo quedará para siempre el mencionado y lejanísimo triple de Schreiner a pase del propio Salgado a menos de un minuto del final y con 58-55 en el marcador. El de Santutxu lo recuerda perfectamente: “Era una jugada que hacíamos mucho. Yo jugaba un bloqueo con Ben (Lammers) y a partir de ahí buscábamos situaciones. Era fundamental sacar algo de esa posesión o al menos no perderla. Hablé con Thomas y le dije que si había algún pase muy claro a Ben o a algún otro se la iba a dar, pero que lo más normal era que me la jugara yo o que la iba a tener él para tirar. No quería que mucha más gente tocara el balón, no era momento de correr muchos riesgos. Él estaba preparado para tirar y la metió”. Sus últimos servicios de corto fueron meter el tiro libre del 62-55 final y levantar al cielo el trofeo que valía un ascenso a la Liga Endesa.

Con Ben Lammers y Kevin Larsen (15 puntos cada uno) como referentes, el Bilbao Basket supo administrar en los compases finales el marcador favorable que logró con un parcial de 13-0 entre el final del tercer cuarto y el arranque del último.

El duelo definitivo llegó igualado a 55 puntos al último minuto, pero un dos más uno de Jaylon Brown (en la imagen) y un lejanísimo triple de Thomas Schreiner a pase de Javi Salgado certificaron el regreso de los ‘hombres de negro’ a la ACB.

“Mumbrú, a través de la fuerza del grupo, gestionó muy bien todo lo que pasó aquel fin de semana”

Entrenador ayudante del Bilbao Basket

“Disputar la Final Four en Bilbao sí que nos ponía algo más de presión, pero fue una gozada jugarla aquí y ascender”