La última puerta de Santacana
El esquiador vivirá en Pyeongchang sus quintos y últimos Juegos Paralímpicos
Asus 37 años, Jon Santacana (Donostia, 1980) se encuentra en las postrimerías de su carrera deportiva. Y lo reconoce con la sonrisa de quien lo ha ganado todo. Así que, a partir del próximo viernes, el esquiador vasco se enfrenta a sus quintos Juegos Paralímpicos con un único propósito: disfrutar: “Sueño con poder disfrutar más de lo que lo he hecho en muchas ocasiones, porque a nivel de objetivos deportivos he conseguido más de lo que esperaba, así que es el momento de disfrutar de la competición”, explica. Porque Santacana acumula ocho medallas -tres de ellas de oro- en cuatro citas paralímpicas consecutivas, lo que le convierte en el esquiador más laureado a nivel estatal; así que no se encuentra en Pyeongchang para intentar aumentar su envidiable palmarés, sino para “encontrar recompensa a nivel de vivencia para tantos años de sacrificio y lucha”. El deportista de Basque Team lleva 15 abriles formando un binomio inmejorable con Miguel Galindo, su guía en la pista y su amigo en la vida. Juntos llegan a alcanzar más de 120 kilómetros por hora, velocidad que les colocó en la cima del esquí paralímpico; y juntos se inventaron un sistema de comunicación en pista que es el gran orgullo de Santacana: “Llevo mucho tiempo entrenando y compitiendo con Miguel y hemos ido desarrollando una forma de viaje que creo que es única en el circuito”.
El esquiador donostiarra padece una deficiencia visual denominada síndrome de Stargardt, que él mismo explica: “Es una enfermedad que provoca una baja agudeza visual, que ronda el 5%, y una afectación en el campo visual, que en mi caso afecta sobre todo a la zona central, que prácticamente no veo”. Santacana convive con ella desde la infancia, cuando a los ocho años se la diagnosticaron, así que aclara que “no vemos por los ojos, sino vemos lo que ve nuestra cabeza”. Y parte de la cabeza del vasco durante las bajadas pertenece a Galindo. El guía oscense lidera la comitiva en cada descenso, marcando la nieve por la que décimas de segundo después pasará Santacana y guiando sus movimientos con concisas palabras mediante micrófono y pinganillo. Es la mitad del equipo y el esquiador donostiarra sabe que, sin él, su carrera quizás no hubiera explotado: “Está claro que con poco tiempo Miguel y yo no podríamos haber llegado a los límites de coordinación que tenemos ahora, son muchos años de trabajo. Pero también es verdad que nos hemos compenetrado desde el principio porque son muchas horas de convivencia y, si no tienes una buena relación, son muy difíciles de llevar”.
Ahora que se acerca el final de su carrera, Santacana tira de recuerdos y sonríe. “He tenido que ir asumiendo mis limitaciones a lo largo del tiempo, pero soy consciente de ellas y estas circunstancias han hecho que haya conseguido todo lo que he conseguido. Me han hecho ser una persona luchadora e inconformista”, reconoce.
Con los Juegos de Pyeongchang en el horizonte más próximo, el deportista de Basque Team admite que los años y el éxito pasan factura porque “llevo muchos títulos, entonces es difícil llevar siempre las mismas expectativas y los mismos objetivos”. Y es que el donostiarra es consciente de que “seguramente esté a finales de mi carrera deportiva”: “No sé cuánto la alargaré o cuánto quedará, pero quizá estos sean mis últimos Juegos, así que ahora más que nunca hay que mantener la tranquilidad”, concluye.
Cinco pruebas En Corea, Santacana competirá nada menos que en cinco pruebas. La primera será la de descenso, que tendrá lugar el sábado. Sin tiempo para descansar, el domingo participará en la supergigante. Ya en la semana siguiente, el día 13, esquiará en la supercombinada, para que el 14 intente lo mejor en eslalon y finalice su participación el día 17, con la prueba de eslalon gigante.