Bilbao - Lo mejor que puede decir el Bilbao Basket de esta Eurocup es que su participación ya ha tocado a su fin, que su singladura continental, prescindible visto lo visto, concluyó ayer y que de una vez por todas podrá concentrar sus fuerzas, que tampoco van sobradas, en la Liga Endesa, que es donde se jugará las habichuelas. Una vez más, Europa no ha sido para los hombres de negro ni escaparate, ni acicate, ni oasis ni impulso. Nada de nada. Ha sido tortura, freno, engorro y un marrón en toda regla. La acumulación de derrotas ha ido haciendo mella en un equipo con una coraza mental inexistente y ha acabado pesando toneladas. La última estación de este viaje para olvidar llevó a los hombres de negro a Berlín y a otra derrota sin paliativos, a otro encuentro en el que el rival fue netamente superior, de principio a fin. Este Bilbao Basket no tiene ni físico, ni calidad ni juego grupal para oponer resistencia ante equipos como el de Aíto García Reneses. Ayer naufragó por culpa de vías de agua que no son de ahora sino que llevan repitiéndose desde octubre. Carrusel de pérdidas, problemas de distribución en el momento en el que el rival presiona al base y adelanta líneas defensivas, juego ofensivo previsible y lento y una retaguardia incapaz de frenar el uno contra uno exterior e inferior en cuerpo y explosividad en la pugna interior. Esos problemas estructurales acompañan al equipo desde su confección y no se han solucionado con el cambio de inquilino en el banquillo.
La disculpa de no contar con Ricardo Fischer y Lucio Redivo, además de perder por lesión en el primer cuarto a Axel Hervelle, sin duda la peor noticia de la noche -el belga sufrió un pinchazo en la parte posterior del muslo a los siete minutos de partido y será sometido a pruebas a su llegada a Bilbao- puede explicar la abrumadora inferioridad ante un rival que también reservó piezas de su rotación, pero lo cierto es que el Alba Berlín encontró todo tipo de facilidades para jugar sobre alfombra roja. Robó balones como y cuando quiso, anotó desde la larga distancia con soltura y pudo correr con sostenibilidad. Su 51-24 en el segundo acto amenazó con paliza histórica, aunque los visitantes pudieron al menos evitar un derrumbe de los que hacen época. Esa resistencia a la debacle absoluta acercándose hasta el 58-49 y la pujanza de Devin Thomas y Javi Salgado fue de lo poco salvable de la noche.
El encuentro ya arrancó torcido. Las cuatro pérdidas en los tres minutos iniciales no fueron más que el preludio de lo que estaba por llegar. El Alba sumó sus dos primeras canastas, mate de Clifford y bandeja de Peno, aprovechando dos balones extraviados por el rival y ya no volvió a mirar atrás. Fue Hervelle, con siete puntos, el único que sujetó sobre el alambre a los de Mrsic, pero como a perro flaco todo son pulgas el belga se retiró lesionado a tres minutos del final del primer acto y lo poco que era capaz de ofrecer el conjunto vizcaino se quedó en nada. Con los alemanes presionando las líneas de pase y los visitantes atascándose, el 23-16 al término de los diez primeros minutos no tardó en ser mera anécdota. Los de Aíto arrancaron el segundo acto con un 11-0, robando balones al Bilbao Basket como si de un equipo de cadetes se tratara, y ahí se acabó el encuentro. Siva, Clifford, Peno, Vargas, Sikma... Toda la escuadra alemana jugaba a placer, percutiendo además con acierto desde la línea de 6,75, y el Bilbao Basket se diluyó como un azucarillo. El 51-24 que reflejaba el luminoso era sonrojante. Tuvo que ser Salgado, con cinco puntos y una asistencia, el que tirara de amor propio y evitara el naufragio absoluto, aunque el 51-31 al ecuador de la cita no admitía paños calientes ni matices. Dos triples de Mumbrú en la reanudación dieron continuidad a un 2-19 global antes de que los visitantes colocaran el 58-49, aunque dos triples de Schneider sacaron a los visitantes de su encomiable intento de voltereta. El Alba se escapó en el marcador siempre que pisó el acelerador a fondo y se llevó el encuentro sin ningún problema.