Bilbao - Miles de fieles volvieron a juntarse una vez más para enfrentarse a diez kilómetros recorriendo buena parte de Bilbao. En este caso 7.537. Con la misma filosofía que hizo germinar esta semilla plantada en 1987 claramente instalada en la mente de cada uno de los participantes. La diversión por encima de cualquier competitividad. Desde el primero hasta el último se merecen el premio al esfuerzo realizado. En la Herri Krosa no hay un ganador, todos ganan.
La Herri Krosa es mucho más que la mera carrera. Va desde la preparación previa y el propio calentamiento antes del pistoletazo de salida. Clave para no sufrir problemas durante la carrera y, en algunos casos, ayudar a sobrellevar de la manera más honrada posible esas molestas agujetas del día siguiente. Además, no solo los corredores forman esta fiesta del deporte. La prueba bilbaina no sería nada sin la gente que acompaña a sus familiares o simplemente se acerca a las aceras para dar un pequeño aliento a los participantes. Esos ánimos que saben a gloria cuando las piernas piden clemencia y la cabeza empieza a tener pequeñas dudas. Ayer, el público tampoco defraudó. En la mayoría del recorrido hubo gente y la carrera quedó dibujada con un escenario a la altura.
La prueba también tuvo su momento para la nostalgia. El pistoletazo de salida llegó acompañado con la famosa canción de la película británica Carros de Fuego. La primera canción que se escuchó en la prueba bilbaina y sirvió para inaugurarla fue utilizada ayer para viajar al pasado y homenajear los treinta años de historia de la carrera. Esa música ayudó a que la gente mantuviera alta su autoestima y la salida estuvo marcada por el buen humor. Ningún incidente, ni golpes a la hora de intentar coger una buena posición para correr. El respeto fue prioridad y el buen ambiente reinó entre los participantes. Una salida limpia en la que se mezcló la gente decidida a apretar desde el primer metro con otras personas que se tomaron los primeros metros de manera más relajada y optaron por buscar a sus familiares y amigos para darles la última despedida antes de reencontrarse en la meta.
A diferente ritmo
Dentro de la carrera volvió a haber mucho retos personales. 7.537 maneras de afrontar la Herri Krosa. Los atletas más acostumbrados a correr pronto dejaron claras sus intenciones y salieron a toda velocidad dispuestos a realizar una buena marca y para aprovechar estos diez kilómetros como entrenamiento de lujo de cara a una temporada de atletismo que vive sus primeros coletazos. Pero en la prueba patrocinada por DEIA no todo es pura velocidad o tratar de pulverizar los registros personales. Superarse a uno mismo y, sobre todo, disfrutar es el objetivo de la mayoría. Muchos corrieron sin reloj en la muñeca y sin mirar las referencias. Únicamente centrados en el mero hecho de pasar una agradable mañana en las calles de Bilbao mientras se enfrentaban a diez kilómetros en los que también hubo mucho tiempo para sonreír.
Ese espíritu de la Herri Krosa, en la que la competición queda en un plano marginal y lo importante es disfrutar de la fiesta del atletismo popular, fue ejemplificado por los primeros en cruzar la línea de meta. Iñigo Olano y Aitor Mimenza marcaron el ritmo desde los primeros kilómetros y en el desenlace se quedaron en solitario. Fue momento de decidir y apostaron por llegar dados de la mano. “Estamos al principio de la temporada y nos viene muy bien para coger tono. Ha estado muy bien la prueba y he acabado muy contento. Es una carrera muy popular, íbamos muy parejos y a partir del kilómetro ocho, hemos decidido ir juntos”, comentó Mimenza. Por su parte, Olano también acabó satisfecho con su actuación y contento con cruzar la línea de meta con un amigo: “El ambiente es una gozada. Somos compañeros de entrenamiento aunque pocas veces solemos competir juntos. Me ha parecido bien entrar a la vez y además ha estado él tirando toda la carrera”.
Entre los participantes de esta edición volvió a haber muchas personas que firmaron su bautismo en la Herri Krosa y muchos de ellos terminaron con ganas de repetir. Una de ellas fue Maite Etxezarreta, que firmó un primer contacto con la prueba bilbaina perfecto. Fue la primera en cruzar la meta y cumplió con creces todos sus objetivos personales. “Era mi primer diez mil y había venido a bajar de los 37 minutos y he bajado de 36. Estoy muy feliz, me han animado mucho y ha sido una carrera muy bonita, aunque había bastantes cuestas”, contó Etxezarreta con una sonrisa en la cara. La primera en cruzar la meta, pero con un gesto habitual en los 7.537 participantes.