TOTTENHAM: Lloris; Alderweireld (Min. 24, Sissoko), Sánchez, Vertonghen; Trippier, Dier, Winks (Min. 65, Dembélé), Davies; Eriksen, Alli; y Kane (Min. 79, Llorente).

REAL MADRID: Casilla; Achraf, Nacho, Sergio Ramos, Marcelo; Casemiro, Kroos, Modric (Min. 81, Theo Hernández), Isco (Min. 75, Mayoral); Benzema (Min. 75, Asensio) y Cristiano Ronaldo.

Goles: 1-0: Min. 26; Alli. 2-0: Min. 56; Alli. 3-0: Min. 64; Eriksen. 3-1: Min. 79: Cristiano.

Árbitro: Cüneyt Çakir (Turquía). Amonestó a Dembélé , del Tottenham; y a Ramos, del Real Madrid.

Incidencias: Partido correspondiente a la cuarta jornada del Grupo H de la Liga de Campeones, disputado en el estadio de Wembley.

César Ortuzar

bilbao - A hombros de Harry Kane, un delantero que transita por todas las zonas erógenas del ataque, y Dele Alli, un punta con corona y puntería, el Tottenham emborronó al Real Madrid en Wembley y agarró el liderato del grupo H. En el templo del fútbol, se destempló de mala manera la tropa de Zidane, que naufragó y mostró su desnudez. El Madrid se quedó en los huesos ante un equipo lúcido y entusiasmado. Corto de fútbol y plomizo en las áreas, los blancos se estrellaron antes su escasez y la formidable respuesta de los ingleses en un partido que nació sin bridas, descamisado, con dos equipos lanzando salvas a toque de corneta, pero que acabó con la rendición del Madrid. Bandera blanca.

Wembley se asemejó al Gran National. Desbocados todos, al galope sin resuello, dispuestos al ataque y a jugar a todo trapo. Se impuso la carga, la aventura y el asalto. Isco, el mago del Madrid, abrió el campo de tiro. Le respondió Lloris. Sin huella de los centrocampistas, el juego era un vis a vis entre las defensas y las delanteras, como si tener la pelota fuera una lata. Impaciente, desmelenada, espídica, la tropa de Pochettino se colgó de Harry Kane, que acometía como un búfalo en estampida. El delantero centró barría el frente de ataque ante Ramos y Nacho, que comprendieron que Kane era un mal cliente dispuesto a darles la noche. Se estiraba el Madrid a través de Marcelo, por el costado izquierdo, donde hacia palanca Isco, el futbolista con más panorámica. Sucedía que se discutía en el embudo de la velocidad. En un duelo sin anclas, Trippier, una bala, citó a Alli con el gol. El punta empujó a la red en los morros de Casilla, anticipando la estirada de Ramos. El tanto, en todo caso, se gestó en la fe de Kane, que peleó por una pelota que Nacho creía amortizada. Kane aceleró y altero el pulso del central, que envió la pelota a saque de banda. En el siguiente pestañeo Alli celebraba la conquista, nacida en fuera de juego. No protestó el Madrid, cariacontecido. Alejado del gobierno, en un duelo frenético, Casemiro probó a Lloris. Después asomó Cristiano. No embocó. A Kane le frenó Casilla, salvador antes del entreacto, al que se llegó con un remate de Benzema.

El retorno a la acción supuso el fundido a negro del Madrid, a varios cuerpos de un Tottenham tan hambriento como clarividente. Enérgicos, los londinenses no tardaron en celebrar el segundo tanto. De nuevo obra de Dele Alli, indetectable para la zaga madridista, que jugaba sin la capota de los mediocampistas. Alli cazó la pelota y derrotó a Casilla, incapacitada su estirada porque Ramos, desubicado tras hacerle un nudo anteriormente Alli, desvió el balón a la red. El segundo gol entumeció al Real Madrid, sin heráldica. Se le borró el escudo a la muchachada de Zidane, paralizado en el banquillo, observando el banquete de los Spurs. Kane, un señor delantero, puso en la rampa de despegue a Eriksen, que se citó mano a mano con Casilla. Evitó su figura y cantó el tercero. Festival en Wembley. Réquiem para un Real Madrid con aspecto de nosferatu. Ni el gol de Cristiano en una maraña ni los cambios de Zidane aliviaron al Madrid, electrocutado por las descargas de Alli y Kane.