bilbao - “No estamos como queremos, aun así os sentimos cada día a nuestro lado. Eskerrik asko. #seguiremosluchando”. Este mensaje publicado ayer por Álex Mumbrú en su cuenta de Twitter -difundido también por Scott Bamforth y Axel Hervelle- dedicado a los aficionados del RETAbet Bilbao Basket supone el mayor clavo ardiendo, por el propósito de enmienda que lleva implícito, que la marea negra ha recibido en las últimas horas, después de que la derrota encajada el sábado ante el Herbalife Gran Canaria supusiera un nuevo capítulo en la espiral negativa de juego y resultados en la que se encuentra inmerso el equipo vizcaino. Tras revitalizar el espíritu propio y las ilusiones ajenas con el triunfo en Santiago, los hombres de negro gozaban de dos citas en Miribilla para volver a colocarse en la senda positiva, aquella por la que transitaron en su magnífico arranque de curso, pero lo que ha ocurrido es un descarrilamiento en toda regla, dos derrotas ante el Betis y los canarios que han hecho aparecer algunos pitos en las gradas del Bilbao Arena. Tímidos, sí, pero significativos.

Carles Duran reconoció a la conclusión del último duelo que el equipo tiene un problema serio en el puesto de base y que ello está lastrando mucho el juego del equipo. El técnico echó mano de sus cuatro directores de juego disponibles en apenas quince minutos de partido y solo Sergio Llorente revitalizó mínima y efímeramente a los suyos, más por empuje y piernas que por claridad de ideas. Sin embargo, hace tiempo que la mayor tara de los hombres de negro radica en la defensa. Las trece derrotas del presente curso tienen un denominador común: haber encajado más de 80 puntos en todas ellas. Esta cifra supone una barrera muy difícil de superar como para aspirar a un rendimiento sostenible pues obliga a elevar muchísimo el nivel del acierto ofensivo.

Y, evidentemente, el Bilbao Basket no está a día de hoy para tantas alegrías ofensivas a poco que el rival tenga cierto aplomo y consistencia, por lo que su solución más urgente tendrá que ser taponar las numerosas vías de agua que asolan su retaguardia. Y el problema no es nuevo, aunque las circunstancias han ido cambiando. Hubo un momento en el que Duran reconoció que uno de los puntos débiles de su equipo radicaba en las canastas fáciles encajadas tras pérdida de balón, pero ese problema tiene ahora continuidad en el juego en estático. Últimamente, a los rivales les basta muchas veces con un simple pick&roll central para desequilibrar toda la zaga bilbaina, terminando sus ataques en cómodas bandejas y mates sin oposición. Ha venido ocurriendo en diversos compromisos, se padeció de manera sangrante en el último duelo de 2016 ante el Betis y los problemas se reprodujeron el sábado ante los de Luis Casimiro sin que ni jugadores ni técnicos acaben de dar con una solución a una carencia que ha costado ya varios encuentros y que amenaza con convertirse en estructural a no ser que se apliquen soluciones tácticas y de pizarra que hasta el momento no han aparecido por ningún lado.

La quimera de la Copa Así, tras el temprano adiós continental, las dos últimas derrotas han convertido la clasificación copera en una quimera, aunque el equipo llega a la última jornada de la primera vuelta con opciones matemáticas. ¿Qué debe hacer? Ganar el domingo al Baskonia, que el Andorra pierda en casa ante el Betis y, entre ambos resultados, recuperar los 11 puntos que les separan en el average. Casi nada.