Bilbao - El año nuevo no ha traído una vida nueva para el RETAbet Bilbao Basket, sino más bien todo lo contrario. El conjunto vizcaino repitió en la tarde de ayer gran parte de los errores que viene arrastrando en los últimos meses y estuvo en todo momento a merced de un Herbalife Gran Canaria que en ningún momento dio sensación de tener que pisar a fondo el acelerador para alcanzar triunfante la bandera a cuadros. Los hombres de negro forman, a día de hoy, un colectivo con demasiadas vías de agua en su armazón y lo más grave es que muchas de ellas llevan repitiéndose demasiado tiempo sin que nadie sea capaz de taponarlas. Si en el último duelo de 2016 ante el Betis Energía Plus el duelo amaneció con un carrusel de bandejas encajadas, lo de ayer fue un calco absoluto, incluso más sangrante. Si la falta de un director de juego sólido que proporcione algo de orden y concierto al juego vizcaino lleva tiempo siendo una tara, ayer no fue una excepción hasta el punto de que Carles Duran activó a sus cuatro bases disponibles en apenas quince minutos de partido en busca de soluciones. Si la discutible selección de tiro, en ocasiones por abuso del triple y en otras por precipitación, es parte habitual de la carta de presentación del equipo, ayer también tuvo su peso en el platillo de las debilidades de un grupo que hace tiempo que dejó de emitir buenas sensaciones tanto en el fondo como en las formas de su juego.

Revitalizado fugazmente en Santiago, el Bilbao Basket afrontaba dos partidos vitales en casa en su lucha por jugar la Copa y en lugar de dos pasos al frente ha acabado dando dos hacia atrás, con la aparición incluso de algunos pitos desde la grada en el momento en el que el bocinazo final certificó el 68-82. Los anfitriones resistieron hasta el descanso (44-46) a la grotesca sucesión de bandejas y mates encajados gracias a su acierto desde la línea de 6,75 (6 de 11) personificado en las figuras de Axel Hervelle y Álex Mumbrú, con 13 y 14 puntos respectivamente en el ecuador de la cita, pero tras el descanso el punto de mira desde la larga distancia perdió precisión (2 de 17) y se acabó lo que se daba. En el momento en el que la retaguardia mejoró algo, fue el ataque el que descarriló y tampoco hubo nadie que acudiera al rescate salvo los tímidos intentos de Miha Lapornik -solo tres tiros de campo- e Ivan Buva. Ayer no hubo noticias de Micheal Eric, Scott Bamforth no tuvo ni suministro de balones ni tino, Jonathan Tabu sigue dando la sensación de jugar con una partitura distinta a la del resto, Tobias Borg no dio una a derechas...

Bandeja va, bandeja viene... El encuentro arrancó con constantes vitales idénticas al del Betis. La retaguardia anfitriona compareció muy poco sólida, absolutamente ineficaz en sus intentos de ahogar al base rival con constantes dos contra uno y los ataques canarios se convirtieron en una sucesión de bandejas y mates sin fin. Pasecniks, Paulí, Aguilar, McCalebb... Todos los pupilos de Casimiro se apuntaron a la pasarela por la zona bilbaina. De hecho, de los 27 puntos anotados por los visitantes en el primer cuarto todos se produjeron a un palmo del aro de los hombres de negro salvo dos triples de Kuric y O’Neale y un tiro libre adicional de McCalebb. Entre los méritos de los de Duran estuvo el no desconectarse del choque (22-27) ante ese panorama y pese al aciago arranque de Tabu (dos faltas y dos pérdidas en menos de cinco minutos). Mucho tuvo que ver en ello el tino de Hervelle, Mumbrú y Buva, con seis puntos cada uno.

El Gran Canaria no cambió su rumbo ofensivo y ello le permitió volver a amagar con romper el partido, recuperando una renta de nueve puntos (29-38) que ya había tenido con anterioridad. A los anfitriones les costaba defender y también atacar, hasta el punto de que Duran activó a sus cuatro bases en los 15 primeros minutos. La entrada a escena de la, en teoría, última batuta en la línea de sucesión, Sergio Llorente, tras un tremendo golpe de Todorovic, revitalizó fugazmente a los suyos. Hervelle, dañino desde la larga distancia, y Mumbrú, punzante en sus entradas y ganándose viajes a la línea de tiros libres, cogieron el toro por los cuernos y la defensa ganó en presión y dureza. Así, y con el Bilbao Arena más enchufado, se pasó del 29-38 al 44-44 antes de que una canasta de O’Neale sobre la bocina enviara el partido al descanso.

En la reanudación, los de Duran salieron más activos atrás, pero los problemas se teletransportaron al otro aro. Hasta cuatro ocasiones tuvo el Bilbao Basket para igualar el duelo o ponerse por delante, pero las falló. El encuentro se convirtió en un correcalles sin orden ni criterio. Los anfitriones , espesos, fallaron tiros abiertos y se precipitaron en varias situaciones y el Gran Canaria fue poco a poco recuperando su renta de la mano de Kuric. Así, los anfitriones se encontraron de nuevo en riesgo de desconexión, con un 52-61 en contra a diez minutos del final y con una producción ofensiva de solo ocho puntos en el tercer cuarto. Y la cosa fue a peor cuando los visitantes lograron su máxima ventaja hasta ese momento (52-64). Buva y Lapornik intentaron sacar al equipo del apuro (62-68), pero un triple de Oliver y una canasta de Aguilar al poste, con Miha como par, volvieron a sacar del partido al Bilbao Basket (62-73 a cuatro minutos del final). Y ya no hubo vuelta atrás. A los de Casimiro les bastó con viajar a la línea de tiros libres para derribar a un equipo que acabó cabizbajo, desnortado y con sensación de no saber bien a lo que puede o debe jugar.