Bilbao - El RETAbet Bilbao Basket empieza a mostrar síntomas inquietantes y ayer en Málaga, ante un Unicaja arrollador en la segunda parte, sumó su sexta derrota en sus últimos siete partidos. De aquel equipo alegre y sólido del arranque de curso apenas quedan ya noticias, como si los rivales hubiesen aprendido ya qué cables hay que cortar para desactivar sus virtudes. De aquel colectivo descarado y sólido se ha pasado a otro timorato y previsible, de esos a los que no cuesta mucho trabajo cogerles la matrícula. Quizás las cuatro victorias del amanecer del curso hayan confundido horizontes, pero lo que queda claro es que los hombres de negro, en lugar de avanzar, han dado pasos atrás en las últimas semanas.

Ayer, en Málaga, los de Carles Duran recayeron en errores del pasado (17 pérdidas de balón que desembocaron en 22 puntos del rival), incorporaron nuevas vías de agua a su estructura (19 rebotes ofensivos que cayeron en manos de su rival) y en los 17 minutos finales su desplome fue tan sonoro como difícil de explicar. Justo en el momento en el que mandaba por 43-48, el conjunto vizcaino pasó a encajar un atronador 16-0 y se acabó lo que se daba. Se resistió como pudo para llegar al acto final con un 63-55 que le conectaba, aunque fuera remotamente, a la contienda, pero en ese último cuarto necesitó casi siete minutos para anotar su primera canasta en juego ante un rival que acabó jugando sobre alfombra roja, comodísimo.

Unicaja tuvo claro en todo momento lo que tenía que hacer para desactivar al Bilbao Basket y apenas tuvo que cambiar su guion porque en el bando bilbaino no aparecieron propuestas alternativas ni soluciones desde el banquillo. Joan Plaza asfixió a base de físico a Tobias Borg y Sergio Llorente, segundo base ayer en lugar de un Javi Salgado que ni siquiera jugó, en la subida de balón y consiguió cortocircuitar las vías de suministro, reservó a Alberto Díaz para que ejerciera de compañero de baile de un Scott Bamforth al que desquició y ahí acabó la resistencia de un Bilbao Basket que, desentonado desde la larga distancia (5 de 23 en triples), se olvidó además durante los 17 minutos finales de buscar a Micheal Eric e Ivan Buva debajo del aro, cuando una de las debilidades de los anfitriones podía radicar en la baja de Ndiaye y la mala mañana de Dejan Musli.

La contienda arrancó con los dos equipos repletos de acierto (los exteriores malagueños contra la clase interior de Buva), pero fueron los anfitriones los que alargaron más este estado de gracia y, por consiguiente, los primeros que se despegaron en el luminoso. El Unicaja compareció tremendamente atinado desde la línea de 6,75, con Lafayette, Smith y Waczynski embocando sus cuatro primeros intentos de triple, mientras que los de Duran sufrían en demasiadas facetas del juego. El juego ofensivo bilbaíno, maniatado por la notable defensa exterior del conjunto rival, no producía, el rebote ofensivo de los de Plaza empezaba mostraba dañino y el 22-12 a dos minutos de la conclusión del primer cuarto encendía las alarmas. El banquillo de los hombres de negro apostó por el empuje de Llorente y Mendia por delante de los relevos habituales, Salgado y Nikolic, y la apuesta salió bien en primera instancia, ya que las ganas y el desparpajo de ambos, sobre todo del base, revolucionaron el choque. Los visitantes cerraron los primeros diez minutos perdiendo solo por cuatro (24-20) y arrancaron notablemente el segundo cuarto para adelantarse incluso en el luminoso (24-26). En definitiva, un parcial de 2-14 con siete puntos de Llorente y un triple de Mendia.

Esta vez era Unicaja el equipo que sufría, pero Carlos Suárez no tardó en acudir al rescate con su efusividad a la hora de cargar el rebote ofensivo y su acierto exterior. Así, el duelo entró en una fase preciosa, en un constante toma y daca en el que Álex Mumbrú, magnífico desde la larga distancia y rocoso al poste, llevó la voz cantante. Plaza tuvo que parar el choque con un 33-36 a 2:50 del descanso para llamar a capítulo a los suyos y la bronca surtió efecto, ya que entre el omnipresente Suárez y el vertical Jamar Smith devolvieron el control del choque a un Unicaja que se rearmó también en defensa, aunque el Bilbao Basket logró alcanzar el ecuador con un 43-42 que dejaba todo abierto.

Tres canastas seguidas de Eric en los dos primeros minutos de la reanudación colocaron un interesante 43-48, pero justo entonces llegó el desplome. El Unicaja ajustó engranajes defensivos, adelantó líneas exteriores y la circulación de balón bilbaina colapsó. Las pérdidas comenzaron a ser constantes (dos de Llorente, una de Buva, otra de Todorovic?) y los de Plaza, tremendamente superiores en el rebote ofensivo, no tardaron en oler sangre y enlazaron un 16-0 (59-48). El Bilbao Basket caminaba ya sobre el alambre. Un triple de Lapornik antes del cierre del tercer cuarto dejaba un hilillo de esperanza (63-55), pero el arranque del último acto, con Bamforth perdiendo el balón mientras subía la bola y cometiendo falta acto seguido, no fue más que el preludio de lo que estaba por llegar. Los visitantes, que necesitaron casi siete minutos para anotar su primera canasta en juego, se desenchufaron completamente del partido y el Unicaja jugó a placer ante un rival confundido, desfondado y cabizbajo. Malos síntomas los tres.