Noche de terror
El Bilbao Basket, con Mumbrú expulsado en el acto inicial, cae con estrépito en Fuenlabrada
Bilbao - Un auténtico horror. Como si la noche de Halloween se hubiese retrasado 48 horas en su línea temporal, el RETAbet Bilbao Basket fue protagonista de una película de terror en su visita continental de ayer al Montakit Fuenlabrada, uniformado de naranja calabaza para acabar de ambientar la situación. En unos primeros 13 minutos deplorables, calamitosos a más no poder, los hombres de negro, caricaturizados, diametralmente opuestos al cuadro alegre, rumboso y esforzado del amanecer del curso, encajaron un sonrojante 44-22 -sí, 44 puntos recibidos en menos de cuarto y medio- e hicieron absolutamente todo lo humanamente posible para salir cabizbajos del Fernando Martín. Y el mayor tiro en el pie lo protagonizó el capitán, precisamente quien más calma debería haber mantenido en los momentos de zozobra, un Álex Mumbrú que perdió el control a 2:30 del final del primer acto, con los suyos capeando ya un 23-11 adverso. El catalán cometió falta en ataque por rodear con el brazo a Rolands Smits mientras le posteaba, recibió una técnica por su protesta y cuando se dirigió al banquillo dedicó unos ostensibles gestos vaya usted a saber a quién y tuvo que enfilar hacia el vestuario tras recibir la descalificante.
Esta pérdida de papeles cayó como una losa a un equipo que ya había saltado a cancha muy trabado e inconexo y que a partir de ahí quedó absolutamente grogui, tambaleante, para alborozo de un Fuenlabrada que se adueñó del partido gobernándolo a su absoluto antojo, engatillando con enorme acierto desde la línea de 6,75, aprovechando las numerosas pérdidas de balón de los de Carles Duran, muchas en primeras líneas de pase y castigadas con cómodas bandejas, y mostrándose autoritario en el rebote ofensivo. Ese 44-22 a 6:50 del descanso resumía a la perfección el panorama. Los visitantes trataron de recuperar la verticalidad y de corregir el rumbo en mitad de la tempestad, consiguieron bajar la desventaja a los diez puntos antes de alcanzar el ecuador del duelo con un 54-43, dieron lo mejor de sí mismos en un excelente tercer cuarto en el que sacaron de pista a los de Jota Cuspinera con un brutal 4-21 que les permitió incluso colocarse con un 58-64 a favor, pero cuando lo más complicado parecía hecho y a los anfitriones solo les faltaba el golpe de gracia para besar la lona el Bilbao Basket volvió a hacerse el harakiri. Arrancó el último acto con un 25-6 en contra, con Ian O’Leary fundiendo la escasa resistencia que era capaz de ofrecer Axel Hervelle, y acabó el choque fulminado, cosechando una derrota peligrosa por el fondo y las formas, porque dificulta el camino en la Eurocup y porque guiones como los de anoche son los que pueden sembrar dudas sobre el empaque y la coraza de un colectivo.
Porque tan loable fue la reacción del equipo cuando todo parecía perdido, exprimiéndose en defensa a base de casta y entrega y jugando con descaro y solidaridad en ataque, como censurable la película de los hechos que llevó a esa situación desesperante. Y probablemente el esfuerzo, titánico, que tuvo que hacer en los siete últimos minutos del segundo cuarto y los nueve primeros del tercer acabó pesando a los hombres de negro en el tramo final, en el que regresaron los errores por doquier, las pérdidas difíciles de explicar, los rebotes ofensivos concedidos y los tiros del Fuenlabrada que no encontraban una mano delante por falta de oxígeno en los pulmones y fuerza en las piernas. La contienda, al menos una grandísima parte de la misma, se había perdido mucho antes ante un rival que llegaba a esta cita rebosante de dudas por su flojo arranque liguero y que acabó encontrando alfombra roja para darse un notable chute de autoestima.
Arriba y abajo El partido no tuvo buena pinta para los intereses bilbainos desde el salto inicial. El Fuenlabrada arrancó atinadísimo desde la línea de 6,75 de la mano de Hakanson y Popovic y a los de Duran el ritmo trabado del arranque, con constantes interrupciones, no les ayudó en absoluto. Con las pérdidas de balón y los rebotes ofensivos concedidos pesando ya en su hoja de servicios, los visitantes entraron en barrena con la expulsión de Mumbrú. Tiros libres fallados, desconexiones... Nada funcionaba en el Bilbao Basket y el 31-16 al término del primer cuarto fue todavía a peor, con los anfitriones jugando a favor de viento, gustándose, absolutamente encariñados con el triple. El 44-22 a 6:50 del descanso apuntaba a palizón de los históricos, pero los visitantes salieron del atolladero a base de endurecer sus engranajes atrás y de demostrar que ellos también eran capaces de atinar desde la larga distancia. Lapornik, Todorovic y, sobre todo, Bamforth lideraron la primera andanada (54-43 al descanso) y Borg, con sus magníficas penetraciones, recogió el testigo a la vuelta de vestuarios.
El Fuenlabrada ni siquiera veía por dónde le llegaban los golpes y los hombres de negro, punzantes, fueron creciéndose más y más hasta el 58-64. Las constantes vitales de la contienda habían cambiado radicalmente, pero los visitantes se habían dejado demasiado combustible por el camino. Una sucesión de malos ataques evitaron que cogieran mayor vuelo en el marcador en el tramo final del tercer acto, y el último no hizo más que demostrar que lo que mal empieza mal acaba. La pérdida de balón y posterior antideportiva de Salgado con la que amaneció el cuarto resumía a la perfección lo que estaba por llegar. O’Leary sacó su fusil, el Bilbao Basket volvió a extraviar el rumbo y la noche volvió a llenarse de terror.