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Bengoetxea y Olaizola disputan el encuentro especial del mano a mano en la feria de Donostia

Las empresas vieron el filón en la posibilidad de secuela tras un encuentro que no pudo jugarse.

Bengoetxea y Olaizola disputan el encuentro especial del mano a mano en la feria de DonostiaAinara Gacía

PARA mí se trata de un partido muy importante, aunque también difícil”, confiesa Oinatz Bengoetxea. Habla el delantero de Leitza del encuentro que le encontrará hoy, a partir de las 23.00 horas en el Atano III de Donostia, con Aimar Olaizola en el mano a mano. La reválida de las finales del Manomanista, una tradición intermitente en los últimos años, pensada en la mayoría de las ocasiones en el tapete verde del Ogueta en medio de La Blanca, no encuentra morbo en la repetición del enfrentamiento de Mikel Urrutikoetxea, el campeón, y el delantero de Goizueta. No. El morbo reside en el pizpireto puntillero de Leitza, en la rotura del dedo índice de su mano izquierda a las puertas de la pelea por la txapela más importante del curso y en la negativa a disputarla por que no estaba en condiciones. Las empresas vieron el filón en la posibilidad de secuela tras un encuentro que no pudo jugarse.

Certifica el leitzarra que “supone algo especial para mí”. El leit-motiv del choque reside en el retrovisor de la actualidad manista profesional, pero Bengoetxea VI especifica que se trata de algo “simbólico”. Se trata de la importancia del pasado sobre el envite, con las sensaciones de encontrarse con un junio envenenado, lleno con la txapela del Parejas de Oinatz, su juego travieso y sus tardes de gloria. Fue un viernes cuando se le rompió el sueño en el Bizkaia. “Jugar contra Aimar mano a mano es importante aunque no se trate de ningún campeonato. Visto que no pude jugar la final, el estar en este partido supone algo simbólico para mí. Cuando me dijeron que iba a jugar, pensé en aquel partido. Quiero disfrutar yo y que disfrute la gente”, confirma el navarro. La vista, como reflexiona, también retrocedió hacia aquellos días, duros hasta el extremo, porque los focos pedían carne fresca de una rotura con una sola solución: el tiempo. El leitzarra asomó en un alarde de honestidad, renunciando a la final del Manomanista porque “no se veía capacitado”. Aludió a sí mismo, pero también a los aficionados, jueces y jurados en el arte de la competición. “Será duro porque sé que Olaizola II está a su mejor nivel. Hacerle frente será complicado. Voy a intentarlo a tope”, asevera el menor de la saga de los Bengoetxea, quien añade que “espero estar a la altura de las circunstancias. Si se puede ganar, mejor; pero vencerle después de salir de una lesión es dificilísimo”

Estuvo 48 días de baja el delantero de Asegarce desde que se le partió el sueño del colorado hasta regresar a vestir de blanco. Intentó estar solo dos semanas de baja y se alargó al mes y medio. Las cuentas no salieron para llegar a aquella final. Regresó en Errenteria el 23 de julio con derrota, pero acumulando horas de vuelo. “Ya he sumado cinco partidos. Los primeros tres los jugué con la férula”, cuenta Oinatz, quien apostilla que “con la férula no tuve buenas sensaciones. No disfruté nada; sobre todo, con la mano izquierda. Llevo dos encuentros sin llevarla y las sensaciones han sido mejores. Poco a poco estoy cogiendo más juego y creo que estoy llegando a mi mejor nivel”. Sobre todo para un artista como Bengoetxea, un delantero que necesita el tacto con la pelota, la rigidez en su dedo índice le supuso una losa. “No me dejaba doblar el dedo. A la hora de marcar me costaba. Era una férula para proteger la zona y ha salido bien. Conviene usarla cuando sales de una lesión de este estilo y en estos momentos me toca protegerme con más esparadrapo. Ahora, disfruto en la cancha”, indica y afirma que “los dolores ya están olvidados. He ido siempre a mejor”.

Vestido de blanco solamente ha saltado a la cancha en cinco ocasiones en el último mes, pero con la firme intención de crecer a cada intento. El nivel antes de la lesión era estratosférico. Así las cosas, ha entrenado también fuerte el pelotari de Leitza a toda la cancha. “He tenido unos días que no he tenido muchos partidos y en agosto no voy a jugar mucho. He tenido la oportunidad de ejercitarme. He hecho entrenamientos buenos y creo que llego en buenas condiciones”, sentencia. El frontón Atano III de Donostia será el que dicte una final inédita, que no pudo ser, a la que le secuestró el presente y el futuro una pelota por la pared que impactó en el índice de Bengoetxea. “Tengo ganas de jugar este partido, aunque ganar a Aimar tras regresar de una lesión será difícil”, remacha. La oportunidad tiene tintes místicos para Oinatz. Es el desquite. Es junio en agosto. Es el y si... Un símbolo.