Silencio. Concentración. Expectación. “¡Hajime!”. Y comienza el baile. “¡Men!”, chocan los shinai. “¡Do!”, cada músculo en tensión, en perfecta coordinación. “¡Kote!”, retumban los gritos de guerra -kiai- como truenos alrededor. Cuerpo, espada y voz tienen que ser uno, tienen que ir al mismo tiempo. “¡Yame!”. De repente, todo se detiene: los combatientes retroceden y se inclinan mutuamente. “No hay nada como la elegancia que tiene el buen kendoka practicándolo”, opina Alfonso Arregui, sensei del club Kendo Euskadi (Bilbao). El segundo asalto está a punto de comenzar.
Originario de Japón, de las guerras que hubo en el país y de la cultura de los samuráis, el Kendo apareció hará unos 250 años como el arte marcial que mejor recogía la técnica de la katana. “Simplificándolo, sería la simulación de un combate de los antiguos samuráis”, explica Arregui. Aunque para evitar lesiones, en la actualidad se utilizan cañas de bambú -shinai- en vez de armas de filo.
Pero el Kendo es mucho más que una mera simulación o un deporte. La Federación Internacional de Kendo (FIK) define este arte marcial como “el desarrollo de la persona a través de las técnicas de la katana”. Honor, respeto, disciplina. “Comprender todo lo que quiere decir el Kendo es difícil”, asegura Arregui. No obstante, también tiene su recompensa: “La persona envejece con su mente y los buenos kendokas parece que no envejecen nunca”.
A día de hoy, en Euskadi hay cuatro clubes de Kendo y alrededor de 100 kendokas, según Arregui, “pero también mucho nivel”. Él mismo ha sido el primer kendoka del Estado en conseguir el 7º Dan Renshi Kendo, uno de los títulos más altos del arte marcial. “Y el club Kendo Euskadi, en concreto, es uno de los que más nivel tiene del todo el Estado”. Un 7º Dan, un 6º Dan, varios 5º y 4º Danes... “En el resto de los gimnasios del Estado no hay tantos Danes”.
Primeros, segundos y terceros puestos. “Hay kendokas vascos que van incluso a los Campeonatos de Europa y a los del Mundo”, asegura Valentín Carrascal, sempai del club Cai-Kenkai (Sestao) y vocal de la Federación Vasca de Kendo. Y todo ello teniendo en cuenta que el Kendo es una carrera de fondo. “Hoy en día todo el mundo quiere aprender cosas rápido y las artes marciales tradicionales no funcionan así”. Ello requiere, enumera Carrascal, compromiso, tranquilidad y dedicación.
Fuga de kendokas Pero el buen nivel de Euskadi, aunque un orgullo para unos, también es una complicación para otros. Una realidad que viven algunos kendokas vascos es que tienen que federarse por otras comunidades, como Cantabria o Nafarroa, para poder competir. La razón, tal y como explica Carrascal, es que las comunidades solamente pueden enviar dos equipos de siete kendokas -uno masculino y otro femenino- al Campeonato Estatal. “En Euskadi, al haber mucho más nivel que en otros territorios, te ves limitado porque el número de plazas es el mismo”.
Aun así, el Kendo sigue evolucionando. Aunque es un arte marcial tradicional, no deja de aprovecharse de las herramientas de nuestra era. Jose Antonio Pérez, sensei del club Fudoshin Kendo (Donostia), dice que la globalización e internet han supuesto un “trampolín” para el Kendo. “Ha ayudado mucho a que el material no fuera una traba para acercarse a este mundo y nos ha dado a conocer”.
Los próximos días 29 y 30 de noviembre tendrá lugar el Campeonato Estatal de Kendo. Pero para un shihan -maestro de maestros- de la talla de Hironori Tahara, “lo verdaderamente importante es el desarrollo de la persona a través de las técnicas de la katana, no el competir”.