Bilbao Basket: cuchillo y mantequilla
El Bilbao Basket, muy superior en todas las facetas del juego y con momentos estelares de casi todas sus piezas, suma ante el endeble Baloncesto Sevilla su cuarta victoria del curso
Bilbao - El Bilbao Basket sigue filoso, punzante. Ha conseguido que la derrota cosechada siete días atrás en Gasteiz no haya dañado su estructura y no haya sembrado dudas en su planteamiento baloncestístico, en lo que quiere plasmar en cancha. Se comporta como un cuchillo, sobre todo cuando actúa al amparo de su público y ante rivales alejados de la teórica zona noble de la tabla. El Baloncesto Sevilla es, por el momento, todo lo contrario, un grupo dubitativo y desnortado en el que el teórico entrenador no puede ejercer de tal, en el que los americanos no sacan las castañas del fuego y en el que los jóvenes que hace meses asomaban rumbosos y descarados han vuelto a entrar en el cascarón. Es pura mantequilla. En la noche de ayer comparecieron el cuchillo y la mantequilla en el Bilbao Arena y pasó lo que tiene que pasar cuando dichos actores comparten espacio y tiempo. Los hombres de negro penetraron sin ningún tipo de miramiento en la estructura del conjunto de Scott Roth -o de Audie Norris, según se mire-, hicieron añicos su tímida resistencia, que solo hizo acto de presencia durante cinco minutos del segundo cuarto, y se embolsaron la cuarta victoria de la temporada en un plácido partido en el que hubo tramos de lucimiento personal para todos. Prendieron la mecha entre Dairis Bertans y Quino Colom, sofocó el amago de rebelión de los andaluces Álex Mumbrú, lanzó al equipo al galope Raúl López y al final, con todo el pescado vendido y bien vendido, se lucieron los Latavious Williams y Tobias Borg.
Si el Baloncesto Sevilla empezó ya el partido con sus ideas difusas (metió por error en el quinteto inicial a Porzingis en lugar de Radicevic y tuvo que recomponerse a la primera oportunidad), el Bilbao Basket no tardó en atacar con cargas de profundidad su débil estructura. Con un arranque de choque colosal, repleto de fluidez ofensiva de la mano de Colom en la distribución (cinco asistencias en el acto inicial) y Bertans en la ejecución (11 puntos en cinco minutos, con tres de tres en triples), el conjunto anfitrión no tardó en coger vuelo en el marcador. El 22-5 que señalaba el luminoso con solo siete minutos disputados resumía a la perfección lo acontecido en cancha, el desigual rendimiento ofrecido por ambos contendientes, más aún cuando el fusil de Wragge se sumó a la fiesta. De todas maneras, el Baloncesto Sevilla se aferró al partido gracias al puntual acierto exterior de Thames, alcanzó el final del primer cuarto sin perder totalmente la compostura (25-15) y en el arranque del segundo consiguió regresar al partido. Oriola movió con asiduidad los registros visitantes, con Urtasun y Berni Rodríguez colaborando para la causa, los de Sito Alonso extraviaron las coordenadas en ambas canastas, atascándose en ataque, y el 32-29 se convirtió en realidad. Sin embargo, la sangre no llegó al río, ni mucho menos. Mumbrú levantó el brazo cuando hizo falta un desatascador y diez puntos salidos de su muñeca en un abrir y cerrar de ojos, incluidos dos triples, devolvieron a los anfitriones la distancia de seguridad, alcanzando el ecuador de la contienda con un favorable 46-34.
Sin mirar atrás En la reanudación, el choque no tardó en saltar por los aires. Se inauguró el tercer cuarto con un breve intercambio de golpes, pero el Bilbao Basket no se fue esta vez por las ramas, sino que se tiró a por la yugular y asestó con prontitud el derechazo que envió a su adversario a la lona. Fue merced a un parcial de 16-0 repleto de virtuosismo y contundencia, con los bases conectando sin problemas bajo canasta con Marko Todorovic y Raúl, por partida doble, Hervelle y Colom ajusticiando con mira telescópica desde la distancia de tres puntos. El 64-38 que reflejaba el marcador a 3:38 de la finalización del tercer acto no tenía ya vuelta atrás. Así, el público tuvo tiempo de disfrutar con un final plácido y de entretenerse con varios jugadores que van afinando bien su rol y su puesta a punto física, casos del descarado e implicado Borg o el explosivo Williams. Los de Sito Alonso llegaron a ganar por 31 puntos (76-45) y acabaron con un contundente 89-61. Es lo que pasa cuando coinciden en cancha el cuchillo y la mantequilla.