bilbao. Denis Urubko es actualmente una figura totalmente contrastada y le ha llegado el momento de tomarse un respiro, de aparcar la escalada extrema. Sin embargo, la montaña seguirá siendo parte de él y continuará ligado a ella, siempre mirando hacia arriba. En busca de la cima.

¿Qué siente compartiendo mesa con personas tan importantes del mundo de la montaña?

Estoy muy orgulloso y para mí es un premio a muchos años de duro trabajo.

¿Qué temas espera tratar?

Yo estoy sumergido en las expediciones polacas de invierno y tengo un gran vínculo con Italia y me gustaría expresar todo eso. Pero también quiero encontrar respuestas a varias preguntas que tengo sobre los alpinistas vascos. Ambos tenemos un estilo similar y me gustaría saber, por poner un ejemplo, por qué ellos no van a los ochomiles en invierno.

¿Qué le está pareciendo Euskadi?

Esta es mi primera participación en el Mendi Film pero ya he estado varias veces en Euskadi y he descubierto que existe un enorme interés por las actividades de montaña. Muchos movimientos. Por supuesto, me gustaría ayudar para que creciera esta pasión.

¿Cómo se siente siendo uno de los alpinistas más reconocidos del mundo?

Me considero un deportista. Toda mi vida me he concentrado en la competición, en ser un ganador. Pero también es un honor que me hayan dado varios premios porque es un reconocimiento de la gente a mi carrera. Para mí, es un placer que la comunidad me brinde esta atención porque piensan que estoy listo para hacer este tipo de cosas.

¿Algún logro a destacar?

No podría dar importancia a un logro en particular y podría estar hablando horas y horas sobre todo lo que he hecho. He conseguido muchos premios, como el Piolet d'Or y muchos otros. Pero todos esos galardones, me han hecho ir paso a paso para llegar hasta dónde estoy ahora. Me han permitido ir desarrollándome, eso es lo importante.

¿Cómo se sintió cuando realizó esas proezas?

Por ejemplo, en 1992 estuve en una expedición en el Kamchatka. En gran altitud, en invierno y en una zona poco explorada por el ser humano y eso me permitió conocer sitios nuevos, dónde nadie había estado. También gane en Kazajistán varios premios en escalada. Llegue al Lhotse. Son cosas únicas para mí y me siento como un pintor cuando hago estas cosas. Todo esto me causó una gran satisfacción.

¿Qué significa la exploración para usted?

En mi opinión, la exploración tiene tres cosas básicas: la aventura, el deporte y el arte. La aventura de conocer los alrededores, en mi caso, Nepal, Kazajistán y entre otros, de saber en qué ámbito estás y conocerte a ti mismo. El deporte te da la oportunidad de ver los límites del cuerpo humano y presionarte para ser un ganador. Y el arte es un poco más simbólico y sería la independencia que te aporta y estar solo contigo mismo.

Uno de los peores momentos de su carrera fue el intento de rescate de Iñaki Ochoa de Olza. ¿Qué sintió cuando sonó el teléfono?

Así es, fue hace cinco años. Iñaki era un gran amigo y, prácticamente, había un vínculo de hermandad entre nosotros. Sentí que me necesitaba y decidí ir, sin dudar. Simplemente intenté hacer todo lo que pude para salvarle.

¿Le preocupaba su propia seguridad?

Pensé en mi propia vida y en la de todos mis compañeros. Otros tres alpinistas y yo acabábamos una expedición a Makalu y estuvimos a punto de salir todos a por Iñaki, pero decidí mandarles a casa porque no tenían suficiente experiencia para tomar parte en algo así. Conseguirlo u obtener resultados no solo implicaba ayudar a Iñaki sino también vivir nosotros. Fue un trabajo de paso a paso para intentar lograr el objetivo. Hacer nuestro trabajo de la mejor manera posible.

¿Cómo fueron su primeros pasos en el alpinismo?

Fueron los últimos años de la Unión Soviética y conocí a un grupo en Kazajistán que me invitó a ir con ellos. Eran parte del grupo deportivo del ejercito por lo que me alisté en la armada kazaja. Para mí fue una gran oportunidad porque el gobierno nos subvencionó para que pudiéramos aprender y entrenar. Eso me permitió ser parte de la montaña.

Sin embargo, llegó a vivir situaciones críticas.

En ese momento solo pensaba en la montaña y en prepararme y vi que esa era la mejor opción que tenía. Al principio no tenía hogar, durante los seis primeros años apenas tenía dinero y el sueldo del ejercito era muy bajo. Incluso llegué a pernoctar en la calle y a comer de la basura de otros. Pero es un precio que estaba dispuesto a pagar por cumplir mi sueño.

¿Fue la decisión más importante de su vida?

Por supuesto. A veces la gente necesita tomar decisiones y esa fue la mía, irme a Kazajistán. Fue una decisión correcta porque me permitió empezar de cero y crecer. Estas decisiones son importantes porque te permiten mejorar.

¿Cómo ve el futuro?

Desde hace seis meses he vuelto a ser ciudadano ruso pero me gustaría ir a vivir a Bérgamo, en Italia, porque es un lugar precioso y hay muchas montañas. Ahora lo que me toca es seguir a la propia naturaleza, la realidad. Cuando pasas los cuarenta estás más débil, tienes menos fuerza y, aunque mentalmente sea más fuerte que hace diez años, físicamente estoy peor. Quiero aparcar el deporte extremo y, tal vez, ser guía en los ochomiles o hacer unos ascensos más técnicos. Bajar de las condiciones extremas a algo más relajado.