Aire en los pulmones
El Bilbao Basket aparta sus dudas y cosecha ante el endeble Valladolid una victoria aplastante que debe marcar el camino a seguir Raúl López, extraordinario, rompió el partido en el segundo cuarto
bilbao. El Bilbao Basket encontró ayer en Valladolid una gran bocanada de aire para insuflar vida a sus maltrechos pulmones, esos a los que les faltaba oxígeno tan agobiantes eran las semanas que les estaban tocando vivir. Transitaban los hombres de negro, ellos y su entorno, por una senda derrotista, repleta de dudas, sombras y vértigos, pero ayer fueron capaces de dar el volantazo preciso para que su nave no siguiera acercándose peligrosamente al profundo abismo y vuelva a tener las cuatro ruedas firmes sobre el asfalto. Llegó la segunda victoria del conjunto vizcaino en el Polideportivo Pisuerga (57-81) en un duelo en el que fue claro dominador de principio a fin, sin el más mínimo agobio tal y como queda marcado, a fuego, por la enorme diferencia existente entre ambos planteles en cuanto a calidad y profundidad. La única semejanza que había entre vallisoletanos y bilbainos era ese pírrico balance de 1-6 al que ayer los de Rafa Pueyo dieron un buen espaldarazo en lo que debe ser la rampa de despegue hacia nuevas metas.
Una derrota ante los de Ricard Casas habría supuesto una debacle de extraordinarias dimensiones atendiendo al escasísimo caudal de juego y potencial -léase con todos los respetos hacia unos profesionales que salen a la cancha a defender su honor como buenamente pueden- pero los visitantes supieron actuar con la seriedad y aplomo imprescindibles en este tipo de situaciones y no dieron ni el más mínimo resquicio para que el rival pudiera tener opción de victoria. Se pusieron en ventaja en el primer acto, rompieron el choque en el segundo de la mano de ese celestial homenaje para los sentidos que es ver en acción a Raúl López y, tras el descanso, no bajaron en ningún momento la intensidad hasta cruzar la línea de meta con numerosos cuerpos de ventaja ante un rival cuya voluntad de hacer las cosas bien va muy por delante de sus posibilidades reales.
Cuando Raúl coge la batuta para dirigir a la orquesta todo resulta más sencillo. El baloncesto fluye y se convierte en algo sencillísimo. Viéndole actuar sobre la cancha todo parece fácil, sinfónico, pero solo los privilegiados como él pueden ejecutar este deporte con semejante virtuosismo. El base de Vic fue el verdugo de los pucelanos en un segundo cuarto en el que a base de triples, penetraciones y pases hizo añicos la retaguardia rival. Junto a él gravitaron por la pintura de manera notable Axel Hervelle y Germán Gabriel, filosos en ataque y bien plantados en defensa ante Omari Johnson y Haritopoulos, los mejores activos de Casas, mientras que Álex Mumbrú no tuvo su día en el lanzamiento pero se fue a la caseta con ocho rebotes y siete asistencias en el bolsillo. La segunda unidad, además, dio muy buenos relevos a los actores principales, haciendo que la labor coral fuera intachable y el ritmo fuera constante, sin los bajones de tensión que tanto han penalizado a este grupo humano en anteriores compromisos.
Mandó el Bilbao Basket en el luminoso desde el mismo momento en el que el balón se puso en juego. El acierto exterior de Pilepic y la pujanza interior de Hervelle servían para mover los guarismos visitantes, mientras que al Valladolid le costaba muchísimo encontrar la luz en ataque. El 3-11 en cinco minutos de juego obligó a intervenir a Casas con un tiempo muerto y los de Pueyo, llueve sobre mojado, volvieron a dejar escapar otra oportunidad de fabricar una renta considerable en el marcador que les permitiera jugar con mayor tranquilidad. Mumbrú no estuvo fino desde la línea de tiros libres y diversas acciones al poste se enmarañaron hasta el extremo y los pucelanos encontraron un hilo al que aferrarse al duelo, aunque el 11-16 al término del acto inicial beneficiaba a los hombres de negro. Solo hizo falta que Raúl López sacara su chistera e impregnara de magia el Polideportivo Pisuerga para que su equipo pusiera pies en polvorosa en el marcador. Dos triples salidos de su privilegiada muñeca, uno desde nueve metros, dibujaron un esperanzador 15-27. Amagó el Valladolid con no perder el norte de la mano de Viney y el activo Johnson, pero el base de Vic, omnipresente, no estaba dispuesto a soltar el timón del duelo. En Valladolid se jugaba a lo que él quería. Movió la defensa como quiso y solo hizo falta que Hervelle y Pilepic comparecieran perfectamente apostados en la línea de 6,75 para que el duelo llegara a su ecuador con un más que contundente 22-39.
La reanudación se inauguró con un nuevo triple del escolta croata que estiró la renta hasta los 20 puntos. Apostó el Valladolid por acelerar el ritmo como medida desesperada para intentar recuperar el rebufo de su rival, pero los visitantes, muy bien plantados, sin conceder alegrías y sabedores de lo mucho que había en juego, no se dejaron sorprender. Raúl siguió manejando a su antojo el duelo antes de ceder el bastón de mando a Bertans y dos triples del letón y de Gabriel convirtieron la vía de agua de los pucelanos en un boquete imposible de taponar (36-59). Haritopoulos intentó impregnar de ardor a sus tropas, pero el encuentro estaba ya absolutamente visto para sentencia, por lo que los últimos diez minutos fueron absolutamente de trámite. No bajó la guardia en ningún momento el Bilbao Basket -quizás a alguno se le pasó por la cabeza el desplome final en Fuenlabrada- y el último acto solo sirvió para engordar números, repartir minutos y que alguna pieza como Vrkic embocara dos triples seguidos que deben aportarle mayor poso tal y como esta victoria insufló aire a los necesitados pulmones del Bilbao Basket.