Duración: 1h 00:25 minutos de juego; 24:16 de tiempo real.

Saques: 2 de Bengoetxea VI (tantos 5 y 13) y 1 de Martínez de Irujo (tanto 5).

Faltas de saque: Ninguna.

Pelotazos: 506 pelotazos a buena.

Tantos en juego: 9 de Bengoetxea VI, 3 de Beroiz, 5 de Martínez de Irujo y 1 de Merino II.

Errores: 5 de Bengoetxea VI, 1 de Beroiz, 5 de Martínez de Irujo y 3 de Merino II.

Marcador: 1-0, 5-1, 6-2, 9-3, 10-3, 11-14, 12-16, 15-7, 16-7, 17-8, 18-9, 20-10, 21-13 y 22-13.

Apuestas: De salida se cantaron posturas de 100 a 70 favorables a Irujo-Merino II.

Incidencias: Final Torneo de La Blanca de parejas disputada en el frontón Ogueta de Gasteiz. Lleno. Oinatz Bengoetxea se llevó el trofeo Ogueta al mejor pelotari de la feria.

bilbao. No tuvieron piedad ninguna Oinatz Bengoetxea y Mikel Beroiz abrazados a su imagen de trabajadores del tanto y guerreros en la defensa. El leitzarra tenía la chispa guardada bajo llave para tan especial cita. Juan Martínez de Irujo, que aterrizaba como el auténtico monstruo de la feria, enorme depredador en la contienda de semifinales frente a Olaizola II-Begino, y David Merino, anclados en el altar de la cátedra, con las apuestas desbocadas en su favor, apenas dieron síntomas de poder ganar el partido. Sí que endurecieron los tantos y pusieron en algunos aprietos a sus adversarios, sobre todo el iberoarra con sus alcanzadas in extremis, pero es imposible poner diques al mar. Y Beroiz era todo un océano de fiabilidad y pegada; mientras que Bengoetxea se guardaba delante un maremoto de remates. Disfrutó el de Leitza al no gozar Merino, al que se le intuyó dubitativo en los momentos iniciales. Después, tuvo los arrestos necesarios para frivolizar con alguna dejada, aunque el guion ya estaba trazado al milímetro: coronaba a los de Asegarce, que han ido de menos a más en la feria alavesa.

Ya el comienzo de la final fue toda una declaración de intenciones. Bengoetxea y Beroiz, tallados en piedra, apenas sufrieron los envites de sus adversarios, más endebles. En un abrir y cerrar de ojos, los colorados mandaron con una tacada muy jugosa (5-0). Juan, a pesar de aterrizar como un genio, no fue capaz de darle lustre a su chistera porque Merino atrás se veía bombardeado por el muro uhartearra. Y es que, Beroiz completó un encuentro para enmarcar, atento, seguro y con mordiente, valiente y presto. En definitiva, un partidazo, suficiente para quitarse de encima las esquirlas del duelo del lunes, en el que no brilló ni su seguridad ni su pegada.

Así las cosas, los de Aspe bailaban noqueados sobre la lona por el empuje rival. Y, mientras, Oinatz disfrutaba. El leitzarra, quien en los últimos meses no ha terminado de encontrar su versión más afilada en los cuadros alegres, fue el de siempre: inquieto, veloz y con el arma cargada, gozando cada tanto, cada pelota, cada palmo de carrera. Como cuando asfaltaba de golpes el frontón de la plaza de Leitza con los amigos. De aquellos polvos...

Y sin reacción ninguna, Irujo y Merino II eran esclavos de un marcador en contra que se estiraba impenitente. Porque Oinatz no tuvo consideración: estaba en juego un trofeo que se le resistió el curso pasado. Con el 20-9, Juan pasó a merendarse un mínimo de renta para maquillar el resultado, buscando todas las pelotas, ansioso y potente. En ese tramo iluminó su hoja de servicio con una parada al txoko y una dejada. No hubo más resquicios a las dudas. A dos centímetros de la línea de meta, Merino intentó una dejada que se cayó y Bengoetxea cerró su final con una apertura preciosa. Un desenlace tan inesperado como imperial.