BILBAO. Antes de saltar a la cancha, dentro del vestuario del Bizkaia, José Javier Zabaleta preguntó a Pablo Berasaluze: "¿Qué pasa si uno se lesiona?". Desveló después el zaguero. Maldita profecía la del pelotari de Etxarren. Sus palabras pronunciadas en la sala de prensa resonaban tras las lágrimas del berriztarra, que estuvo antes dando la cara ante la prensa y de donde salió ovacionado. Era el epílogo de un libro de terror para el vizcaino, quien se había roto los sueños y el talón de Aquiles del pie izquierdo en el décimo tanto en juego. Un palo enorme. Una canallada para él y para los aficionados. "Cuando he hecho un movimiento, he sentido un chasquido muy fuerte, como si se me hubiera hecho algo. Le he dicho al médico que algo me había roto, que no era normal y cuando hemos entrado dentro me han mirado y estaba claro que había algo", manifestaba Pablo, tocado en la sala de prensa.

Fue cuando el 4-5 reinaba en el luminoso del Bizkaia, tras un inicio de partido excepcional. Juan Martínez de Irujo había entrado en juego lo suficiente para seleccionar las pelotas que podía pegar José Javier Zabaleta, enzarzado en una bella pelea con un Jon Ander Albisu muy potente. Berasaluze empezaba a disfrutar y a moverse a gusto, a enredar. Entonces, se sacó de la chistera una parada al txoko, al segundo bote llegó Irujo, que la devolvió. Arrancó Pablo, corrió y al apoyar el pie izquierdo se lanzó al suelo. Crack. Juan, que estaba a su lado, lo resumió de forma clara: "Al principio decía que se le habían subido las bolas, cuando le he tocado ya me ha dicho que se había roto". Llamaron a las asistencias. La cara de dolor era patente y Pablo se debatía roto entre el dolor y la rabia sobre el tapete del Bizkaia. "Hoy la afición se merecía mucho más y por una lesión no he podido terminar. La verdad que estoy muy triste", comentaba con visibles síntomas de pena en la cara. De hecho, Berasaluze II apenas podía contener las lágrimas. "Cuando Juan ha venido sabía ya que me había roto, ha sido un chasquido muy fuerte y parecía que me habían pegado un pelotazo por detrás o algo. Ha sido una cosa muy rara. Tengo mucha pena", concretó el de Berriz, quien afirmó que "esta afición se merecía mucho más. A ver si nos ponemos bien y no tengo palabras, de verdad". Explotó entonces. La esperanza se había roto. No obstante, tuvo arrojo suficiente el vizcaino para acercarse con muletas para brindar a su afición el haber llegado hasta aquí. El público, en pie, levantó el vuelo y aplaudió sin reservas. Jon Ander Albisu, por su parte, se mostraba triste y serio, muy serio. "Las finales se pueden ganar o perder, pero lo peor de todo es ver a un amigo lesionarse", reflexionó el de Ataun.

Aquiles, el hombre con alas en los pies cuyo única debilidad estaba en el talón, le jugó una mala pasada a Pablito, el pelotari de las manos de fuego, de la pólvora infinita y de las alas en la imaginación. Se rompió todo: el tendón, las ilusiones, el gesto de Pablo, la cara de Albisu y la victoria de Martínez de Irujo-Zabaleta, que se llevarán la txapela a casa por un campeonato estupendo, pero la certeza de haber sentido una sensación agridulce en la cancha por ganar así. No por derribo deportivo, sino físico. "Eso es el deporte, es una putada para todos, para Pablito el primero. También para la pelota en general, porque no va a estar jugando", concretó Juan, sincero. Tampoco se cortó un pelo José Javier: "No estoy muy contento por la final. Ha sido una pena el daño que se ha hecho Pablo. Yo le he visto enseguida con una cara de mucho dolor".

el parte médico "Todo apunta a una rotura del tendón de Aquiles", explicó Iñigo Simón, médico de Asegarce, quien estuvo presente en todo momento con el delantero vizcaino. El galeno de la operadora relató ayer que "en caso de que se confirme en la resonancia magnética la rotura pasará por cirugía y en unos meses le volveremos a ver por las canchas". "Cuando he llegado al vestuario, Pablito me ha dicho que se ha roto y hemos mirado lo que había y mal. Él está preocupado por ver lo que sale en la resonancia y, en mi opinión, tendrá que pasar por quirófano". "Tal y como tiene la exploración, tiene toda la pinta de que ha saltado por los aires el tendón", confirmó Simón, quien puso ya las primeras fechas: "Entre los seis y nueve meses ya se tirará, porque una cosa es la cirugía, otra la rehabilitación, volver a entrenar y antes de vestirse de blanco se tirará ese tiempo".

El mago de Berriz pasará hoy por la clínica La Esperanza de Gasteiz, en la que se encuentra el prestigioso traumatólogo Mikel Sánchez, para someterse a una resonancia magnética y, quizás, a una ecografía. Ayer se le colocó un vendaje en equino para preservar su estado y tendrá que tomar antiinflamatorios y hielo para aplacar la hinchazón. "Cuando valoremos la cantidad de fibras que le queden decidiremos qué hacer, en mi opinión: cirugía", remachó Simón.

la situación en el vestuario El camino a vestuarios fue duro. Josetxu Areitio, botillero de Pablo Berasaluze y uno de los pilares fundamentales del delantero vizcaino, estuvo con él en todo momento. "El primer momento ha sido un rato malo, ha llorado, ha llorado un montón; pero ahora hemos estado hablando después de rato, una vez que se ha tranquilizado un poco. Su primera pregunta ha sido: ¿Me podré poner bien para el próximo Parejas?", comentaba el técnico de Asegarce, quien apostilla que "lo que queda es mirar hacia adelante, que se ponga bien cuando pueda y a tirar para adelante". A Pablo se le partió el sueño, pero no la esperanza.