ACOSTUMBRADO a vivir con el dolor -"esto es muy duro, pero a mí me encanta lo que hago. Se puede decir que es un deporte masoquista porque el cuerpo sufre muchísimo, de eso no hay duda, pero el dolor se puede soportar. Uno se acostumbra de forzarlo tanto"-, se topó con uno que por mayúsculo, por coercitivo, por perecedero, terminó por descolgarle. Se bajó de las alturas Patxi Usobiaga (Eibar, 7 de septiembre de 1980) después de haber tocado el cielo porque el cuello le ataba al suelo y le impedía desafiar a la gravedad. Una hernia discal entre las vértebras cervicales 5 y 6, consecuencia de un accidente de coche sufrido en junio de 2010, agarrotó al eibartarra, que, dolorido, tuvo que retirarse de la escalada el pasado octubre.
Atrás quedan los pasos hacia la gloria: los peldaños escalados por Usobiaga desde que a los 10 años sintiera "fanatismo" por la escalada. "Un 10 de abril de 1994 fui al campeonato de España juvenil de escalada a Madrid, con 14 años, acompañado por mi padre. Fui segundo y me llevaron al campeonato del mundo. Es un momento que siempre tengo en la cabeza. Todo lo que ha venido a partir de ahí ha sido consecuencia de ello", evocaba en su despedida ante los medios de comunicación. Y lo que vino detrás fueron un campeonato del mundo, un subcampeonato, dos Copas del Mundo y dos Campeonatos de España, entre otros muchos logros, como el primer 8c+ a vista. Usobiaga ha puesto el mundo a sus pies. "El reto no es superar a rivales sino hacer la vía lo mejor posible. Darlo todo hasta el final y tratar de hacerlo perfecto. Eso te produce unas sensaciones increíbles. Es una lucha contra la pared, contra la vía y contra uno mismo y cuando lo haces bien la sensación es brutal". Una frase que conjuga un sentimiento, una dedicación, una vida. Patxitxiki fue primero campeón de España hasta en tres ocasiones y campeón de Europa junior con 16 años. Luego, en 2003, llegó el salto internacional. Pero las primeras cifras de oro para el guipuzcoano llegaron en 2006. El 19 de noviembre de ese año, el eibartarra se proclamó campeón de la Copa del Mundo derribando todos los muros, derrotando una presión "casi inhumana". "Ha sido un año duro, incluso hubo momentos en los que me planteé tirar la toalla", describía entonces el campeón. En 2007 revalidaría ese título y firmaría un año superlativo con el primer 8c+ a vista mundial y con otros encadenamientos en roca brutales: "Objetivo que me planteaba, objetivo que me llevaba. Me sentía invencible".
En 2009 Usobiaga escaló más arriba del cielo y dominó el planeta: campeón del mundo. Con los ojos desorbitados, con un grito de euforia y con todas sus fuerzas concentradas en el puño derecho en alto, el guipuzcoano estalló de felicidad: "En ese momento explotas, te vuelves loco. Es pura adrenalina". Es el éxtasis por haber llegado a lo máximo, el punto álgido de una trayectoria brillante, excelente, cortada de manera prematura.