John Carlin: "Nadal es a la vez Superman y Clark Kent"
Tras su naturaleza guerrera en la pista, fruto de una disciplina extraordinaria y su capacidad de sacrificio, se esconde la vulnerabilidad humana de Rafael Nadal, cuyas entretelas se recogen en el relato de sus memorias 'Rafa. Mi historia' (Indicios Editores, 2011), bajo la narración de John Carlin
bilbao. Un gladiador espartano con ilimitada capacidad de sufrimiento y superación, y a su vez un ser sensible con su círculo familiar y a quien no le gusta el jamón o le da reparo, por ejemplo, acercarse a un perro. Todo él es Rafa Nadal, el deportista, novio de Mery, sobrino de Toni… Ese que el británico John Carlin (Londres, 1956) -afincado en Sitges y autor del célebre libro El factor humano sobre la vida de Nelson Mandela- desgrana tras experimentar desde dentro sus vicisitudes sobre la pista y los recovecos de su yo más íntimo. El eje central de la biografía se sitúa en la final de Wimbledon 2008, diseminado cada punto con la sensación de percibirlo en una pantalla de 42 pulgadas, revistiendo además la obra desde su más tierna infancia hasta la conquista del Open USA 2010 y enfocada desde la cotidianidad y el pulso de sus más allegados. En conversación con DEIA, el escritor y periodista nos acerca los entresijos de un fenómeno que trasciende fronteras.
La línea que separa a Nadal de Rafael es muy fina.
Esto es lo que le hace interesante y le distingue por ejemplo de un Federer que nació para jugar al tenis y que fisiológicamente apenas necesita entrenar y esforzarse. Nadal es un ser humano que hace un desgaste brutal para superar desde muy joven las limitaciones físicas, las lesiones, los dolores y sus inseguridades. Rafa es un superhéroe y al mismo tiempo reconocible como ser humano. Por eso yo lo veo como si fuera a la vez Clark Kent y Superman, una analogía que gustó mucho a su entorno y equipo de trabajo porque lo ven también así. Su gran mérito es haber alcanzado esa cima a base de esfuerzo y disciplina sin dejar de ser Rafael.
Describe a un Nadal hijo, sobrino o amigo muy apegado a su gente, al contacto con la sociedad y que respira los mismos miedos que si fuera un personaje en la sombra dedicado a cualquier otra profesión.
Su personalidad fuera de la pista tiene poco que ver con ese guerrero infatigable que vemos cuando compite. Es una persona sensible, respetuosa, cortés y bastante dulce, con sus rabietas, enfados y alegrías. Un ser común y también muy especial.
Y que necesita tener todo bajo control, como exhibe con sus manías, que más bien obedece a un orden natural de las cosas.
Al propio Nadal no le gusta nada que digan que es supersticioso, lo niega y le molesta. Pero él necesita esa capacidad de concentración exquisita para alejarse del resto del mundo. De ahí esa rutina que inicia es el vestuario dándose siempre una ducha fría antes de cada partido, el situar las botellas de agua en el mismo ángulo, no pisar las líneas de la pista, saber dónde está sentada su gente… Lo hace para mantener un estado casi hipnótico de concentración que explica buena parte de su éxito. Su ritual es la expresión visible exterior de su riguroso orden mental.
Nadal parece consciente de que el tiempo transcurre y no puede perder un solo día porque llegará el instante en que todo acabará.
Es muy sagaz. La gente de su edad cree que vivirá para siempre. Él es consciente de lo breve que es la vida del deportista. Sabe que con 31 o 32 años como mucho le llegará una especie de muerte antes de la muerte, ya que por propia experiencia ha vivido que una simple lesión puede significar que todo se ha terminado. De ahí la intensidad y el empeño con que trabaja para extraer el máximo jugo a sus posibilidades tanto cuando entrena como cuando juega. Todo responde a su lógica filosófica.
Hace solo un año Toni Nadal indicaba en estas páginas que el único mérito de su sobrino es que pasa pelotas por encima de una red. ¿No es su postura un discurso humilde llevado al extremo?
Es lo que sus padres y Toni le han inculcado desde muy pequeño. Esa ración de humildad sin la cual no tendría Nadal el empeño de superarse y de no caer en la autocomplacencia. De Nadal su familia valora que es una buena persona, decente, porque si Rafa fuera arrogante y desagradable les estropearía toda la fiesta. No sentirían el mismo orgullo y placer. En el libro se refleja un episodio cuando se encuentra ante un concesionario de coches y, lejos de comprarse el mejor, su gente le dice que primero tendrá que ganar Wimbledon, que no lo necesita aún para nada. El propio Nadal entiende que, por un lado, está él como personaje público triunfador y, por otro, su persona, que se comportaría igual si fuera alguien que está trabajando en una fábrica. Eso es lo que le diferencia de los deportistas contaminados por los éxitos. A mí es lo que más me atrae y me parece más valioso.
En un pasaje del libro me llama la atención una frase de su madre: "A nadie le gusta escuchar que a su hijo lo está educando otra persona".
Toni ha sido determinante en el aspecto tenístico y en que sea alguien respetuoso y elegante fuera de la pista. Pero el mismo Nadal dice que esto es gracias a la educación de sus padres. Si él no fuera así no tendría esa paciencia para soportar el régimen tan duro y espartano que su tío le ha impuesto desde niño. Y es que gracias a esa educación familiar es por lo que ha sido receptivo a los mensajes de su tío cuando han venido mal dadas y le ha instado a no lamentarse y seguir adelante.
Descubre que con 19 años y en la cúspide una lesión en el pie izquierdo estuvo a punto de suponer su retirada total del tenis.
Ahí demostró su capacidad sobrehumana. Sin poder levantarse se iba a darle raquetazos a la pelota sentado en una silla al fondo de la pista de entrenamiento tras visitar varios médicos y sin saber si podría curarse. Él dice que hay muchos que juegan con dolor, pero él lo hace con muchísimo dolor, al que derrota gracias a su fuerza mental. Hay dos claros ejemplos. Uno, cuando en la final sub'14 nacional juega con un dedo roto y gana merced a ese túnel de concentración en que se instala. Cuando le van a dar la copa, le duele tanto que otro chico tiene que levantarla por él. El otro instante, la final de Australia en 2009. Eso fue dramático. Tras una paliza brutal ante Verdasco en semifinales en cinco sets acabó destrozado físicamente. Dos o tres horas antes de la final ante Federer no podía ni andar, estaba muerto a pesar de pasarse la noche anterior metido en una bañera de hielo. Ahí llegó su tío para decirle lo que debía: "Mira, son las cinco y media y cuando salgas a la pista te aseguro que no te sentirás mejor. Es posible que incluso peor. De modo que depende de ti armarte del valor que necesitas. No digas que no puedes (...)". Entró en su espacio mental, se impuso al cansancio y batió a Roger en cinco sets. Muy pocos seres humanos, en cualquier terreno, son capaces de semejante hazaña.
¿Cómo responde él ante la crítica periodística que le ha retirado más de una vez?
2009 fue un año bastante complejo por la separación de sus padres y muchos dijeron que se acabó el Rafa campeón. Pero eso fue subestimarle demasiado. Volvió a superar el obstáculo. La historia de Rafael es una sucesión de retos insuperables que él siempre ha encarado saliendo victorioso.
2011, pese a estar presente en numerosas finales, ha sido agridulce porque ha sido devorado por el huracán Djokovic. ¿Volverá Nadal a ser número 1 del mundo?
No ha sido un año catastrófico, pero sí peor comparado con 2010. A mí no me sorprendería mucho que en 2012 le veamos otra vez triunfar. Creo que estará trabajando ya en lograr otros conocimientos, estrategias, planes de juego, etcétera para dar con la solución. Otra cosa es que lo logre o no porque esto es deporte, pero en su cabeza estará pensando, primero en el Masters, en la Davis… pero sobre todo en el nuevo año, viendo vídeos, analizando rivales, mejorando en lo físico y un aspecto de su juego, que a mi juicio no le ha ido este año tan bien, como el saque, que fue magistral en la final del Open USA de 2010. Esos puntos gratis, como los llama, que tanto te dan. Nadal estará buscando la fórmula y la ambición para ser otra vez número 1.
Cuando le narra cada punto de la final de Wimbledon de 2008 queda plasmado que el balear es una máquina de procesar datos incluso cuando acaba exhausto un partido.
Ese partido tenía que ganarlo sí o sí. No se le podía escapar como le pasó el año anterior solo por flojear de cabeza en aquel último set. Y lo logró. Para mí fue un descubrimiento visionar de nuevo la que considero la mejor final deportiva que yo haya visto. Nadal es un ordenador que detalla de memoria cada punto. Además, es un chico muy inteligente que se expresa muy bien y que reflexiona con madurez sobre todo. Recuerdo un momento del tercer set: 2-2 y 40-15. Y me dice: Mira, mira. Va a pasar esto. ¡Cómo se puede acordar y adelantarse a la acción con la cantidad de partidos que ha disputado desde entonces! Se coloca en el tiempo y recuerda cada emoción y sentimiento que él tenía. Fue emocionante entrar dentro de su cerebro y revivir esa épica y tensión. Yo me preguntaba qué pasaba por su cabeza y esa respuesta es la que ofrecemos en el libro, lo más fascinante del proyecto.
¿Es igual de tenaz en cualquier aspecto de su vida? ¿Cómo vislumbra su porvenir una vez acabe su carrera?
Con 19 años, cuando aquella lesión casi le retira, su padre le dijo: ponte a jugar al golf, que también lo haces muy bien. Y es verdad, pero él sabe que para ser el mejor de los mejores hay que entrenar cerca de ocho horas diarias desde los cinco años. Yo le acompañé una vez en un recorrido de 18 hoyos junto a Francis Roig, y por muy amistoso que fuera el ir a jugar al green creó un clima donde no cabían las bromas ni las tonterías. Es un ganador nato. Ah, también Rafa es un forofo total del fútbol y estoy convencido de que podría ser un buen ojeador, igual de su Real Madrid… Pero siempre respetando al Barcelona, del que llegó a vestir su camiseta un día.
Ha llegado a equipararle a Mandela considerando su otra obra. ¿Es comparable a algún otro deportista?
Le comparé con Nelson Mandela por la excelencia que han conseguido uno y otro en sus facetas gracias a la disciplina, ambición, rigor y energía. El tenis es muy especial, requiere de un componente psicológico vital que es donde él logra intimidar a sus rivales. Nadal es un animal competitivo inigualable. A más presión, más vivo se siente y entra en un estado de euforia, de éxtasis. Luego, ya está su entorno para amortiguarle y ese respeto que tiene por los demás, por ejemplo, por Federer, del que ha enarbolado su figura incluso cuando le ha vencido. No son íntimos amigos, porque ese lugar Rafa lo tiene reservado para su gente de Mallorca, pero sí mantienen una relación de mucha amabilidad. Muchos deberían aprender de esto.
En la parte final del libro se traslada una desavenencia con Toni Nadal que impactó sobre todo en la prensa anglosajona.
Sí, fue cuando Rafa quiso que pesara más su criterio y Toni le dijo, pues me voy, ahí te quedas. Pero es normal. Son 21 años de relación en que es lógico que haya enfados. Si no, serían las personas más sosas que existen sobre la Tierra. Nadal siempre dice que Toni seguirá a su lado hasta cuando su tío quiera.