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Alfombra roja para el rival

El Bizkaia BB, otra vez víctima de preocupantes carencias defensivas, paga con derrota un pésimo inicio de partido en el que llegó a perder por 21 puntos y en el que le faltó regularidad para remontar

Alfombra roja para el rivalacb photo

Bilbao. El Bizkaia Bilbao Basket llegó ayer tarde al partido del Nou Congost. Arrancaba el duelo a las 18.00 horas y los hombres de negro estaban físicamente presentes sobré el parqué manresano, pero su mente y su intensidad no hicieron acto de presencia hasta mucho después. En ese paréntesis temporal, que duró todo el primer cuarto, los pupilos de Fotis Katsikaris encajaron 29 puntos, anotaron únicamente 9 y tiraron por tierra el partido. Horribles números (menos cinco de valoración global, diez balones perdidos, otras tantas faltas cometidas, 3 de 12 en lanzamientos de campo), sensaciones igual de malas (ataques sin orden ni concierto y defensas endebles que concedían penetraciones como si los terrenos que rodeaban el aro bilbaino fueran una autopista sin peaje)... En resumen, un desastre. Sí, es cierto que el equipo se rehizo en el segundo parcial, que en el tercer cuarto llegó a ponerse solo tres puntos por debajo en el luminoso (42-39) y que aterrizó en los diez últimos minutos con opciones, aunque fueran lejanas, de pelear por la victoria. Sí, todo eso es cierto, pero el mal ya estaba hecho. Y fue tan impactante el mal, tan profundo y generalizado, tan sangrante e incompresible, que no tuvo solución. Las remontadas épicas ocurren muy de cuando en cuando y ayer no fue el caso.

El Bizkaia BB regaló el choque en ese deplorable arranque de partido y todo lo bueno que hizo posteriormente quedó opacado por ese primer cuarto impropio de un equipo de su calidad y sus aspiraciones. Y lo malo es que llueve ya sobre mojado. Solventes y resolutivos en el Bilbao Arena, los hombres de negro se diluyen cada vez que juegan como visitantes. La maquinaria ofensiva se atasca y deja de producir, los engranajes defensivos saltan por los aires concediendo facilidades al rival, las pulsaciones bajan y con ellas la intensidad... Cierto es que los físicos notan el carrusel de partidos -ni 48 horas de descanso entre el partido de Cantú y el de ayer-, pero esta circunstancia era ya por todos conocida y no sirve de coartada para todos los puntos oscuros del equipo.

Ayer, una vez más, el Bizkaia BB demostró unas carencias en retaguardia que empiezan a ser preocupantes por reiterativas. La defensa del uno contra uno volvió a permitir numerosas penetraciones hasta la cocina como el cuchillo que corta la mantequilla, los hombres interiores no están siendo capaces de imponerse en la zona y las pérdidas de balón, muchas de ellas en primera línea de pase, generan contraataques que las piernas de los hombres de negro no son capaces de bloquear con buenos balances defensivos. Ese es el principal mal a erradicar en el equipo antes de que se convierta en endémico y esa fue la circunstancia que aprovechó ayer el Manresa para tomar vuelo en el marcador en un primer cuarto diametralmente opuesto en lo referente a intensidad y acierto. Mientras las piernas visitantes parecían pesar toneladas y las muñecas se encasquillaban, los de Jaume Ponsarnau jugaban a placer, a favor de viento, con un Josh Asselin inspiradísimo y unos lugartenientes que quizás carecen del brillo de otros nombres, pero que defienden su terreno a sangre y fuego. Además, envalentonados, los catalanes también supieron jugar cuando el Bizkaia BB dejó a un lado las trazas de convidado de piedra y se dedicó a luchar por la victoria. Entonces se cumplió esa frase que reza que no hay peor cuña que la de la misma madera y fueron dos de sus exjugadores, Javi Rodríguez (siete puntos, nueve rebotes y siete asistencias) y Román Montañez (15 puntos), los que desactivaron la alarma.

Renacer de la mano de Mavro Fue en el segundo acto, con un doloroso 34-13 en el luminoso, cuando los pupilos de Katsikaris llegaron definitivamente, de cuerpo y de espíritu, al partido. Lo hicieron de la mano de diversos ajustes defensivos y un voluntarioso Dimitrios Mavroeidis que, a base de esfuerzo, empuje e inteligencia en las cercanías del aro, lideró un parcial de 2-11 que devolvió algo de esperanza a las filas de los visitantes, que se retiraron en el descanso con un adverso 42-34 que era hasta positivo visto lo visto en la cancha.

En la reanudación, Banic y Mumbrú estrecharon el marcador hasta el 42-39 y todo apuntaba a un cambio de ciclo en el partido, pero el Manresa, un superviviente nato, se aferró al partido con uñas y dientes. Encontró un punto de apoyo en los triples de Marcus Landry, en un par de inexplicables fallos del rival debajo del aro y volvió a dispararse en el luminoso, más aún después de cerrar el tercer cuarto con un parcial de 8-0 que colocaba un 64-51 muy complicado de contrarrestar. Lo intentaron los visitantes de la mano de Mumbrú y Josh Fisher, notable ayer, pero un monumental atasco ofensivo -el marcador estuvo casi cuatro minutos sin moverse del 69-60- y un par de segundas oportunidades concedidas al rival fueron obstáculos imposibles de superar. Vasileiadis lanzó una última andanada con un triple que colocó el 69-63 a 3:17 del final, pero el Manresa no se puso nervioso y jugó con mano sabia esos últimos compases para llevarse una victoria de la que sin duda fue merecedor, aunque el Bizkaia BB puso mucho, demasiado, de su parte para que así fuera.