Síguenos en redes sociales:

El artesano del mar

Juan Luis Amilibia es el alma del astillero que actualmente abastece de traineras a la élite del remo

El artesano del marRubén Plaza

ORIO. En un alto de Orio, en un modesto taller, Juan Luis Amilibia eleva la pasión aguilucha por el mar a un plano superior. Sus manos no se han castigado empuñando un remo, pero saben lo que es moldear la piel de una trainera haciendo que se convierta "en una animal vivo" que brinque de ola en ola a antojo de un patrón. Tras más de cuatro décadas diseñando y fabricando embarcaciones su espíritu inquieto e inconformista le hace saber que todavía hay margen de mejora y mucho que evolucionar a la hora de construir traineras. Pero si no hay mercado, no hay presupuesto para innovaciones, para investigar nuevas y mejores formas de romper la superficie del mar.

los inicios

Pasión por todo lo que flota

Mecánico de profesión, Juan Luis Amilibia se encontraba sin trabajo en 1968. "Desde chaval fui aficionado a los barcos y a todo lo que flotaba. En aquel momento vi una oportunidad de empezar a hacer algo. Era algo que tenía dentro y vi la oportunidad de sacarlo". Era directivo del club oriotarra y conocía de primera mano las dificultades de la época para hacerse con cualquier tipo de embarcación: "En banco móvil todavía eran embarcaciones de madera y había que importarlas. Un skiff valía 50.000 o 60.000 pesetas, que era fortuna. Era algo que no se le podía poner a un chaval que estaba aprendiendo".

Así que viajó a París, donde ya habían comenzado a crear barcos con plásticos de fibra. "Llegamos a un acuerdo con los franceses", explica Amilibia, "para nosotros el tema de moldes y troquelaje era costoso. Así que hicimos un acuerdo. Y luego estaban los problemas burocráticos de la aduana. Había que hacer la misma documentación para traer un skiff que para un petrolero de 500.000 toneladas. Después estuve un par de días en Miranda de Ebro, donde fabricaban el poliéster y a una embarcación de madera le saqué el molde". Fue el germen de la producción de los Astilleros Amilibia.

El salto al banco fijo lo dieron en 1975, cuando Ikazeta le pidió ayuda para abastecer la demanda gallega. "Todo lo que llega ahora de Galicia empezó entonces con aquellos bateles", recuerda el oriotarra.

Pero "la curiosidad y ese afán por prosperar nos llevó a otros materiales". La utilización de moderna materia prima no siempre fue sencilla: "Tuvimos que empezar a hacer pruebas con materiales de contrabando. Tenía una amigo que trabajaba en la agencia de aduanas y aquel me pasaba un bidón o dos, o unos rollos de fibra...". Una vez que consiguieron utilizar la materia prima de forma legal, recibían visitas periódicas de aduanas para comprobar en qué utilizaban "el material de guerra".

las traineras

Plagio industrial

El salto a la fabricación de traineras en 1994 fue la consecuencia de un caso de plagio industrial. Los siete fabricantes del momento tenían un pacto no escrito de no iniciarse en ese mercado, pero Cuesta, un constructor gallego copió la trainera diseñada por Fontán. "Todos los constructores teníamos nuestro propio diseño", asegura Amilibia, "eran todos distintos y teníamos nuestra argumentación de por qué cada cosa se hacía de una manera. Copiar a otro era deshonroso. Llegó este y le copió a Fontán hasta que tuvo que cerrar la empresa. Vimos que había que ponerse a su altura. Fue cuando hicimos la primera trainera. También empezaron otros fabricantes que trabajaban con madera, pero no tenían la experiencia que teníamos nosotros con estos materiales. Así que se quedaron atrás".

Juan Luis Amilibia pudo ver 24 embarcaciones de su factoría compitiendo en la clasificatoria de La Concha. "Nos dicen que tenemos monopolio", se queja el constructor, "¡pero nos lo habremos ganado! En el 95 estábamos siete astilleros y ahora estamos solos".

El oriotarra puede presumir de los tres modelos de traineras diseñados hasta la fecha: "La primera trainera estuvo concebida para una mar en malas condiciones. El domingo pasado, en la primera jornada de La Concha, hubiese venido bien, con mucho más poder en proa para que no hubiese olas que pudiesen hincar el morro. Para venir en popare también hubiese sido mejor para volver recto".

Si la regata más importante de la temporada influye en la planificación de la temporada de un club, también se deja notar a la hora de crear embarcaciones: "La segunda trainera se hizo pensando en La Concha, pero en la Liga hay muchas ciabogas, por lo que había muchas maniobras en las que se podía arañar tiempo". Bajo esa premisa ha nacido la última joya de la corona: "Se ha pensado en hacer una trainera que, sin perder las cualidades marineras de la anterior, pueda ciabogar mejor. Los técnicos dicen que va peor en los largos y yo les pregunto en qué se basan, si en el único sitio en que han visto la trainera es encima del remolque. Si viesen los planos de una y de otra, podrían hacer comparaciones".

Elantxobe mantiene una curiosa relación con Amilibia. Los caprichos del destino han querido que el pequeño club vizcaino fuese el comprador de la primera trainera de Amilibia y, muchos años después, también ha sido Elantxobe el primero en hacerse con la primera trainera salida del tercer molde oriotarra, antes incluso de que llegase a manos de Kaiku su innovadora embarcación.

el futuro

Sin margen para la innovación

En el último año Amilibia ha creado una embarcación que ha dado mucho que hablar. Ha supuesto una pequeña revolución, una innovación en un mundo que se muestra un tanto impermeable a las nuevas ideas. Juan Luis sabe que todavía el margen de mejora es importante, pero la falta de mercado dificulta el poder permitirse el lujo de experimentar, analizar y probas cosas nuevas.

Por la puerta del taller oriotarra solo han salido dos embarcaciones en los últimos dos años, la de Elantxobe y la de Kaiku. Los clubes son reacios a invertir en una nueva trainera y tratan de prolongar y exprimir la vida de la embarcación que ya tienen, retrasando así el afrontar los 30.000 euros del coste de una nueva trainera.

Sin una demanda a la que satisfacer, el margen para los experimentos se reduce: "Se podría evolucionar algo, pero no hay mercado para hacer inversiones. Tendrías que hacer prototipos, modelos, estudiar en el canal y es bastante complejo porque la trainera va a golpes, no es como con la hélice que es algo constante. Si hiciésemos una trainera a la semana, en un año te podrías animar a probar algo".

Los remos

Los caprichos del entrenador

Las traineras no lo son todo. Los entrenadores del cantábrico buscan robarle unos segundos al campo de regateo también con mejoras en los remos. Juan Luis desempolva en su taller dos modelos de remos, uno viejo, más plano, y otro de última generación, con más grosor y curvo. "La pala vieja es más plana, se agarra mucho más al agua que el modelo nuevo. Es más fácil remar porque el apoyo es más fácil. Pero todo es teórico. En un Fórmula 1, a 300 por hora, ves si cada variación te da unas centésimas, pero en el remo hay muchos aspectos que no percibes si influyen. Hay otras cosas que influyen más y ni se enteran".

Es el cuento de nunca acabar. Amilibia escucha las aportaciones de todos los entrenadores que pasan por su taller. "Quitando dos o tres, te vienen aquí y te dicen cada disparate... Podría escribir un libro cuando me jubile", bromea haciendo brillar sus ojos tan azules como el mar. Desde que Orio probó por primera vez sus remos en 1996, "sin mucha fortuna", ha visto cómo la herramienta variaba en función de los gustos de los técnicos. Algunas veces de manera justificada, otras no tanto: "Son cosas psicológicas y caprichos del entrenador. Luego hay que tener en cuenta los ángulos de ataque del remo en el recorrido que hacen en el aire". Y es que el veterano oriotarra no comprende cómo los técnicos inciden tanto en aspectos tan sutiles y luego se olviden de conceptos básicos: "En la clasificatoria del jueves, con viento sur, igual tardaron medio minuto más volviendo a dentro. Era por el freno del viento. Ahora está de moda no repalear. Antes el remo volvía en el aire girado y ahora lo llevan haciendo vela con el viento en contra. O no saben, o no se qué pasa. Todos los remos de la trainera, a la velocidad que va el bote y el viento, hacen mucho freno".

El domingo Juan Luis seguirá con interés la regata donostiarra. Verá sus botes compitiendo unos contra otros. No estará el Orio de sus amores, pero no le traumatiza: "Los jóvenes hacen un drama ahora, pero hubo momentos peores con un accidente muy grave de camino a una regata. Uno quedó paralítico y otros muy perjudicados también. Esto es deporte y ya se recuperará".