bilbao. Estuvo a punto de tumbar a Xala, pero no pudo, ¿cómo se encontró en la cancha?

Me encontré bien. Fue un partido especial, por lo emotivo, y Xala jugó una barbaridad. Sin embargo, a mí me faltó la chispa que he tenido en otras ocasiones. Igual se me ha hecho el campeonato un poco largo, pero no es una excusa para justificar la derrota.

Sin embargo, cuando parecía todo perdido sacó el genio, ¿no cree?

Él tenía una ventaja muy grande y ahí estuvo el partido. Se vio que Yves se cansó un poquito, empezó a acusar la presión del que viene por abajo y a mí me salieron las cosas. Ahí estuvimos, a puntito de dar la campanada, pero al final me quedé con pena por no darla y, además, en el Labrit.

Se le vio enchufado, al ataque y sin complejos, ¿le faltó fortuna?

Al final hubo unos cuantos tantos en los que me faltó la suerte y el último fue uno de ellos. Metí cuatro chapas: una de resto al ancho, otra arriba... y al final eso también te merma un poquito. Luego, después, hubo una volea al ancho que se me fue fuera. Hay días que no te salen las cosas como otros días. También se debió a los aciertos de Xala, que es tan bueno que te pone al límite y, al final, cuando juegas al límite fallas más de lo habitual.

Como contra Gonzalez, pero esa vez ganó.

El duelo contra Sebas también fue muy duro, pero tuve la fortuna de ganar. El otro día iba 18-15 y el sábado estuve 19-16. Ahí estuvo, en la suerte de los últimos tantos.

¿Qué le comentaba Ignacio Martiarena desde el banco?

Me decía que siguiera, que diera todo y me animaba. Tampoco te puede marear ni decir cosas extrañas. Me animó, me centró y me hizo ver que hasta el 22 no se acababa el partido.

Y usted optó por el riesgo...

Sabíamos que tenía que arriesgar y arriesgué. Xala tiene una defensa de aire muy buena, ya se vio contra Julen en Eibar, que jugó una barbaridad. Xala estaba cómodo atrás y tenía que quitarle de ahí. Y arriesgué: algunas pelotas entraron y otras no.

¿Qué sabor de boca se le quedó tras remontar, estar 21-19 y lanzado y, sin embargo, perder?

Es jodido, porque estás ahí y quieres ganar, ya que quizás es una situación que no se vuelve a repetir. Te quedas a tres tantos de la final, pero hay que seguir trabajando y disfrutando. Dentro de unos días lo valoraré de manera diferente y lo veré de mejor color.

Pero la gente se levantó y le premió con una ovación.

Eso fue lo más emotivo. El Labrit estaba lleno, parecía eso El Sadar. Fue muy emotivo ver a todo el mundo de pie, coreando mi nombre y se me cayeron unas lágrimas. Fue un momento que no se me olvidará en la vida.

Y después...

Mis amigos, como siempre, que son unos campeones, me esperaban en la puerta del Labrit con una pancarta. Y ahí estaban, esperando. Después nos fuimos a cenar y a dar una vuelta.

¿Cómo ve el verano?

Eso es. Espero tener un verano largo. Creo que entraré en el Cuatro y Medio navarro y eso ya es un premio. Hay que trabajar y tirar hacia delante.