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No tengo que pedir perdón por nada". Los casi 20.000 aficionados que se dieron cita en el Quicken Loans Arena piensan lo contrario. Fuera, el invierno de Cleveland empieza a apretar. Dentro, "The Q" fue una caldera para recibir al que durante siete años fue el héroe de la ciudad y de Ohio y ahora es un villano, el enemigo público número 1. LeBron James, el Elegido para llevar el primer título profesional a un equipo de la ciudad, regresó ayer a su estado natal con otra camiseta, pero con la misma ambición y la misma soberbia que guían sus pasos desde que llegó a la NBA.

Los aficionados dictaron su sentencia. Se sentían "traicionados", abandonados por quien les había prometido la gloria, y se lo hicieron saber desde que LeBron puso los pies en la ciudad junto a sus nuevos compinches de los Miami Heat. "Akron también te odia", gritaban en referencia a la ciudad natal de James. Los puestos de merchandising vendían camisetas con lemas como "Besa mi culo, LeBron". A las puertas del pabellón, se recogían para su destrozo y reciclaje todas las prendas que hicieran referencia al paso de James por los Cavaliers. Las medidas de seguridad ante el que fue ídolo se redoblaron antes, durante y después del choque y la presentación de los equipos dejó un ensordecedor abucheo, que se repitió cada vez que LeBron cogía el balón. "Es como si tu antigua novia se presenta a tu boda", resumió un jugador de los Cavaliers, huérfanos de quien les lideró durante siete temporadas.

Convertido una vez más en el centro de las miradas, con el ego inflado, la estrella de los Miami Heat se apropió del espectáculo como él sabe hacerlo. Saludó a sus antiguos compañeros y empleados de la franquicia, realizó el calentamiento con aparente normalidad y no se privó de su ritual previo: lanzó al aire los polvos de magnesio y, al revés que antes, puso al público aún más en su contra.

el tercer cuarto Dio igual. La adrenalina del momento impulsó a los Cleveland Cavaliers durante casi todo el primer cuarto. Pero Byron Scott dirige ahora a un grupo plano y sin personalidad que fue a encontrarse con el mejor día de la temporada de los Heat. Al descanso, los de Florida ya ganaron por 19 puntos y entonces LeBron James decidió que había llegado su momento. Pese a llevarse algún recado de unos rivales sobreexcitados, 24 puntos logró en el tercer cuarto para igualar la mejor marca histórica de un jugador de Miami en ese tiempo. Además, no se privó de hacer un poco de trash-talking (conversación basura) con el banquillo de los Cavaliers, que bastante tenían con soportar el chaparrón.

38 puntos, 5 rebotes y 8 asistencias fueron la cosecha de LeBron James en su vuelta a Cleveland donde ya sabían que es uno de los mejores jugadores de la NBA, aunque le pierdan las formas. Ahora, King James brinda sus servicios al sol de Florida, pero asegura que "tengo un gran respeto por los aficionados de los Cavaliers. He pasado aquí siete grandes años, desde el primer día al último". LeBron regresó, vio y venció. Ya lo dijo alguien: "No es nada personal, son sólo negocios".