La naturaleza toma el Guggenheim Bilbao

Artistas de las culturas más diversas se han preguntado, a lo largo de las últimas generaciones, cómo trabajar la tierra cuando más necesita cuidado y reparación; cómo apreciar y devolver sus obsequios; cómo aprender de aquello que nos ofrece, cuando parece estar siendo despojada de su riqueza biológica, mineral, orgánica y química. Artes de la Tierra, una ambiciosa exposición que el museo Guggenheim ofrece hasta el 3 de mayo de 2026, presenta trabajos de más de 40 creadores desde 1970 hasta la actualidad que invitan al visitante a pensar en la relación entre creación artística y medio ambiente, explorando cómo el arte puede servir de herramienta para imaginar futuros posibles ante la crisis climática y ecosocial que vive el planeta.La exposición se alinea con el compromiso del museo bilbaino con la sostenibilidad medioambiental, según ha explicado Miren Arzalluz, directora general del museo, durante la presentación, a la que han asistido Rafael Orbegozo, asesor de Presidencia de Iberdrola, empresa patrocinara de la muestra, y el curator y comisario Manuel Cirauqui.

La muestra propone una relectura del arte contemporáneo, de las transformaciones que las prácticas artísticas han experimentado en las últimas décadas en el contexto de una crisis medioambiental de creciente escala y gravedad. Todas las obras están hechas con tierra, barro, limo de la propia ría de Bilbao, hierba, árboles, raíces, hojas, textiles de origen vegetal, con lana de oveja, materiales todos que nos proporciona la tierra...

En el recorrido se pueden descubrir trabajos de artistas internacionales de referencia como Giovanni Anselmo, Joseph Beuys, Heidi Bucher, Agustín Ibarrola, Richard Long, Ana Mendieta, Fina Miralles, Asier Mendizabal, Delcy Morelos, Mar de Dios, Frederick Ebenezer Okai, Gabriel Orozco, Asad Raza, Michelle Stuart, Meg Webster o Héctor Zamora. 

Hojas, ramos, limo de la ría de Bilbao, lana de Bizkaia...

Las propuestas dialogan con materiales como la tierra, las hojas, las ramas, los textiles o el papel, configurando un mapa sensorial que trasciende etiquetas y estilos. Algunas salas del museo se han adaptado especialmente para acoger especies vegetales, con condiciones de luz, temperatura y humedad controladas, garantizando su bienestar durante los meses de exhibición. En este entorno, el público puede experimentar la convivencia entre arte y naturaleza en un sentido literal, en un museo convertido temporalmente en bosque. Es el caso de los 26 árboles del artista pakinastí-americano Asad Raza, que serán luego replantados en el territorio vasco al término de la exposición. O el gran montículo de hierba que acompaña a las cajas de Ward de la artista alemana Isa Melscheimer.

También se incluyen objetos como un fósil encontrado en Bizkaia, las cerámicas de la bilbaina Mar de Dios, realizadas con lodos de Bizkaia o los trabajos de David Bestué, producidos para la ocasión, usando limo de la ría del Nervión. 

En definitiva, la naturaleza ha inundado el espacio expositivo en esta muestra incorporada en obras de arte que percibimos e interpretamos desde los sentidos, la mente y la conciencia y que pueden aportar luz al futuro creando un repertorio de ideas, de herramientas y de posibilidades nacidas en el ámbito de la creación interdisciplinar.