Big Thief nos vuelven a robar el corazón… y los oídos
La banda de Adrianne Lenker publica ‘Double Infinity’, disco que confirma al ahora trío como una de las propuestas musicales más interesantes del momento
Un año después de Bright Future, disco en solitario de Adrianne Lenker, la vocalista y líder de Big Thief, el grupo estadounidense demuestra que el presente del grupo sigue tan brillante como siempre con su disco Double Infinity (4AD). La banda se muestra en plena transición artística al verse reducida a un trío y se apoya en un corolario de amigos que añaden calor y sentimiento a su particular y emocionante visión del folk, la psicodelia y el rock con un repertorio lúcido sobre el amor, el paso del tiempo, el deseo y el dolor.
No lo tenían fácil Bigh Thief, que se han vuelto a reunir tras varias aventuras en solitario, especialmente significativa las de Lenker, con ese deslumbrante, desnudo y sutil Bright Future, al que siguió el (mucho más que) divertimento Live at Revolution Hall, registrado en vivo. Y no resultaba sencillo porque el anterior cuarteto se ha visto reducido a trío tras la marcha del bajista, Max Oleartchik, y, además, su anterior trabajo, el doble Dragon New Warm Mountain I Believe In You, de 2022 y con 20 temas, constituyó, para muchos, la cumbre de su carrera.
A pesar de todo, Big Thief vuelven a robarnos el corazón y los oídos con su sexto disco, que estuvo precedido por un EP de cinco canciones, titulado Passional Relations, cuyos beneficios donaron a los afectados por el fuego de Los Ángeles. Venían de una ruptura interna y quienes les siguen saben de su pasión por el cambio y su oposición al inmovilismo. Ya lo cantaban en aquella maravilla llamada Change que abría su anterior álbum, que se iniciaba con el verso: “Cambio como el viento, como el agua, como la piel, como las hojas, como una mariposa”.
Por ello, y quizás para añadir más calor a las circunstancias en que se grabó Double Infinity, con sus tres miembros desplazándose en bicicleta entre la nieve este último invierno neoyorquino hasta los estudios Record Plant, el álbum aparece como el más global y compartido de su carrera. En principio, porque Lenker permitió participar en la composición a los compañeros supervivientes, el guitarrista Buck Meek y el batería James Krivchenia; y como añadido, porque llamaron a una cohorte de colegas para confeccionar sus últimas nueve canciones.
Golpe en la mesa
En plena mutación, Big Thief dan un golpe en la mesa con este sexto disco, que se revela como un grito de autoafirmación y todo un reto artístico y humano superado con maestría. Suena tan sólido y emotivo como siempre, a la vez que más coral, ya que hasta 13 músicos pasaron por el estudio. “Las rocas formarían un río alrededor”, ha declarado Lenker sobre el trabajo previo realizado por el trío y mejorado después con apoyo de sus amigos.
Double Infinity suena cálido, acogedor y más vestido al aportar más coros, capas instrumentales, efectos… Abre nuevos horizontes a una de las bandas más importantes del presente reciente, una cuyo propósito va de emocionarse, no de intelectualizar los sentimientos, de dejarse llevar, de buscar ser libres a pesar de nuestras contradicciones, de vivir el presente –aunque las canas empiecen a caer sobre los hombros– sin renegar ni dar la espalda a nuestro pasado, a nuestra infancia y la familia… y a nuestros amigos y amantes. En definitiva, a nuestras pérdidas y al dolor que ocasionan.
Amor, deseo y dolor
Tocando nueve horas al día, grabando juntos, improvisando arreglos y creando descubrimientos colectivos, Big Thief y su productor de cabecera, Dom Monks, entregan otro disco que, a la vez que demuestra el proceso de tránsito del grupo, emociona como siempre desde que suena Incomprehensible, escrita por Lenker tras un viaje en coche por Canadá con su novia. Sus guitarras folk y lisérgicas y voz frágil, todo pureza y delicadeza, nos hablan del paso del tiempo, de canas y arrugas, de oposición al canon de belleza tradicional –“¿cómo puede la belleza viviente ser otra cosa que verdadera?”– y de esperanza en el futuro: “Todo lo que vea de ahora en adelante será algo nuevo”, canta ella aunque solo cuenta con 33 años.
El disco ofrece canciones más ligadas al pasado reciente en su vertiente más desnuda y folk, como en el caso de la íntima Los Angeles, que arranca entre risas, o la acústica, sencilla y cristalina, en música y letra, Happy With You, cuyo dibujo melódico de bajo remite a New Order. Y también se mira en el espejo en esas derivas psicodélicas tan de su gusto, como sucede en el solo de guitarra de Words o en el mantra extenso y repetitivo de No Fear.
El álbum añade una calidez inusual en algunos ritmos –percusión y bajo, este último a cargo de Joshua Crumby– de canciones como Words y All Night All Day, que acercan al trío a la pegada del pop, al igual que sucede con esa joya titulada Grandmother, con participación de Laraaji, pionero del ambient y colaborador de Brian Eno, cuya cítara y coros excéntricos la sitúan entre los seis minutos más bellos publicados en 2025. Y no le va a la zaga el tema de despedida, How Could I Have Known.
No se me ocurre mejor forma de cerrar un disco con tal belleza, aroma pop, elegantes cuerdas y Lenker paseando por París y preguntándose por lo finito de las relaciones mientras observa los candados que los amantes dejan en los puentes del Sena intentando retener lo imposible. Un disco sobre el paso del tiempo; el deseo manifestado sin vergüenza; la amistad inquebrantable más allá del romance; el amor, sea lo que sea para cada persona; la pérdida y el dolor… Y, como se oye en Grandmother, “lo convertiré todo en rock´n´roll”. Sin apenas electricidad en sus guitarras, pero rebosante de magia.