La poesía de Miguel Sánchez-Ostiz (Iruñea, 1950) ofrece posibilidades de refugio para las borrascas. Intelecto y emociones conviven en una escritura cultivada “con verdad”, tal y como destaca Alfredo Rodríguez en el prólogo de Geografía de la ventura. Una antología que acaba de ver la luz de la mano de la editorial Bartleby y que compila la producción poética de Sánchez-Ostiz desde sus inicios a la actualidad (de 1977 a 2022). Una invitación a sumergirse en la lectura de una obra que es “la memoria de una vida”, y también una poesía “descarnada, ligera de equipaje, cruda, social en la crítica... Una poesía que sugiere y seduce y que no renuncia nunca a su principal lema: escribir con verdad”, recoge en el prólogo Alfredo Rodríguez. Sánchez-Ostiz avanza para la primavera de 2025 la publicación con Pamiela de su próximo libro, “un libro de recuerdos” titulado Nieve de ayer.

¿Cómo acoge esta antología, esta selección de poemas desde 1977 a casi hoy? ¿Qué ve o qué siente el poeta al leer de nuevo lo que escribió hace más de cuarenta años?

Melancólica incredulidad.

¿Cree que su poesía no ha sido reconocida como merece? Y si es así, ¿por qué?

Yo no creo eso, con saber que tengo un puñado de lectores amistosos y acuciosos, me conformo.

Si, como dice en Refugium Proscritorum, el poema es “refugio para tiempos oscuros”, ¿cómo valora lo que nos puede aportar la poesía hoy? ¿Cómo ve estos tiempos?

Un pequeño refugio para las borrascas, poesía necesaria, Gabriel Celaya. Hay mucha donde escoger.

Al contrario de lo que hace el poeta, hoy, en general, el decir es facilón, tópico, borrego. Se opina demasiado a la ligera. Sobran opiniones, críticas, y falta profundidad en el mirar, en el conocer, en el pensar, en el decir, y por lo tanto, en el escribir, ¿no cree?

Pues no soy tan radical, porque a poco que se busque se encuentran maitres à penser a contrapelo.

¿Ya pasó el tiempo del poeta?

Pues no.

¿Y el tiempo de los lectores de alma despierta?

Tampoco, aunque hayan cambiado los hábitos de lectura.

De su obra se desprende que la única casa habitable del poeta es el ejercicio de la escritura, es más, el “escribir con verdad”, como se resalta en el prólogo de Geografía de la ventura. ¿Se reconoce en eso de que su destino es escribir?

Con verdad, con verdad, no sé muy bien qué quiere decir eso en mi caso. Escribo como puedo y mejor sé.

¿Dónde encuentra hoy la verdad poética, o dónde halla inspiración para seguir buscándola?

En la memoria de lo vivido, visto y leído.

El lector, la lectora, como se dice en el prólogo de la antología, bulle con sus poemas. ¿Qué le hace bullir últimamente a Miguel Sánchez-Ostiz? 

No entiendo bien ese bullir. A mí me enciende la mala fe en la cosa pública.

¿Siente que, como dice Alfredo Rodríguez, ha sido “un devorador de la vida”?

No es para tanto, son muchas las deserciones y las oportunidades perdidas por pereza o desánimo.

“Sobre todo sé útil, sé feliz”, dice en unos versos. Vincula la felicidad al ser útil. ¿Lo somos hoy como sociedad?

Ese del ser útil, es un verso del poeta cubano Fernández Retamar dedicado a su hija.

Intelecto y emociones conviven en su obra poética. Ni lo uno ni lo otro veo yo que cultivemos como sería necesario para vivir. Lo veo desde la educación de la infancia… ¿Esto podría decirse que es un ingrediente del “menú indigerible” de nuestro tiempo? ¿Qué otros ingredientes hacen indigerible este momento para Sánchez-Ostiz? O al contrario, ¿en qué encuentra luz y esperanza? 

En mis creencias más íntimas y en el vivir de cada día.

¿Encuentra también luz y esperanza quizá en los montes y bosques del valle de Baztan, presentes en su poesía?

Bueno, ese es un punto de partida.

Doy por hecho que sigue escribiendo, de que sigue en su hogar y en la búsqueda de esa tierra que para fortuna de quienes leemos no habrá encontrado, porque si no, no habría búsqueda. ¿Vendrán más libros? ¿Y en concreto, sigue escribiendo poesía o va a seguir cultivándola? ¿Cómo ve su momento para el ejercicio poético?

Ahora mismo, complicado, por mis achaques de salud; pero con la esperanza de que amainen las borrascas y que pueda volver a mis rutinas de trabajo con nuevos libros, de poemas o prosas.