Desde el 5 de diciembre, el musical Chicago, de la promotora SOM Produce, cuelga prácticamente todos los días el cartel de no hay entradas en el Arriaga. Su brillante guion y sus pegadizas canciones, como All that jazz, con la que se abre cada función, son algunas de las razones que le han convertido en el segundo musical más duradero en Broadway, después de El fantasma de la ópera.
El espectáculo está basado en la obra teatral publicada en 1926 por la periodista Maurine Dallas, a partir de los crímenes reales que ella misma había cubierto para el Chicago Tribune. Ambientada en la agitada década de 1920, cuenta la historia de Roxie Hart, un ama de casa y bailarina de un club nocturno que asesina a su amante después de que este la amenace con dejarla. Desesperada por evitar la condena, engaña al público, a los medios de comunicación y a su compañera de celda, Velma Kelly, al contratar al abogado criminalista más hábil de la ciudad para transformar su malvado crimen en una avalancha de titulares sensacionalistas.

Escrita por Fred Ebb y Bob Foss, con música de John Kander y letras de Fred Ebb, cuenta con Víctor Conde como director residente y Andreu Gallén como director musical. Y en el escenario, 24 actores, cantantes, bailarines, entre ellos Teresa Abarca, que interpreta en algunas funciones a Roxie Hart, y Ela Ruiz, que se mete en la piel de Velma Kelly.
Pero ¿cuál es el secreto del éxito de Chicago? “El musical narra una historia que sigue siendo muy actual porque habla de las miserias humanas, de esa necesidad del ser humano de buscar su minuto de gloria y de buscar rentabilidad a todo lo que puede y, probablemente, de esa mala costumbre que tenemos a veces de utilizar a la gente a nuestro alrededor para luego dejarla tirada”, explica Ela Ruiz.
“Chicago es una historia de corrupción, de adulterio, de traición. Son cosas que por más que pasen los años siguen siendo muy actuales. A nivel técnico creo que todo el mundo conoce la estética de Chicago, negro, dorado, con las uñas y los labios rojos. Es una obra muy minimalista, el ejercicio que tiene que hacer el público es imaginar lo que está pasando, que no se está diciendo en el guion”, añade Teresa Abarca.
Ambas actrices participaron con los creativos de Broadway al iniciar este montaje, y además Ela Ruiz estuvo en la anterior producción que se había hecho en España entre 2009 y 2012 como cuerpo de baile, lo cual les da una visión particularmente interesante acerca de la construcción de sus personajes. Sobre el escenario cantan, bailan e interpretan, lo que supone un reto constante tanto físicamente como a nivel vocal.
“Fueron muchos castings hasta llegar aquí. Yo por ejemplo, al principio, estaba en el elenco y alternaba el personaje de Vilma y ahora en gira hago de Roxy. Tienes que controlar las tres disciplinas del teatro musical, tienes que pasar muchas fases y encajar en el proyecto. Pero aquí estamos”, dice satisfecha Teresa Abarca.
“Aquí nadie va directamente a nada. En los musicales hay que hacer muchos castings. Lo mío fue peculiar porque yo estaba de gira con Ghost y me enfermé en la segunda vuelta del casting, así que no lo pude hacer en su momento. Y cuando lo hice, fue aprendiendo las coreografías que ya los demás sabían, los creativos de Broadway son muy exigentes”, asegura Ela Ruiz, que desprende fuerza en este papel de estrella del vodevil que asesina a su hermana y a su marido.
TRAYECTORIA
Ela Ruiz se formó en danza en La Habana pero hacía mucho tiempo que no bailaba tanto como ahora. “Siempre digo que no tengo el mérito de haber elegido el teatro musical, el teatro musical me eligió a mí a los 27 años. Empecé siendo swing, que es la que se aprende todos los papeles del elenco por lo que pueda ocurrir, es una de las cosas más complicadas. El musical es un género duro, pero muy satisfactorio. Yo estoy encantada con él, te atrapa”, explica esta artista, que ha participado en otras obras como Ghost o Jesucristo Superstar. En el caso de la intérprete zaragozana Teresa Abarca confiesa que cuando era pequeña quería estudiar solo arte dramático. “Cuando iba a ir a Madrid me dijeron que había una escuela en la que se estudiaba además canto y danza. Y decidí hacer teatro musical, es lo que más he hecho. Me encanta además que, en esas dos horas y media que dura el espectáculo, se pueda desconectar de los problemas; es algo medicinal”.
¿Y qué opinan de que algunos artistas digan que el público de Bilbao es más frío? “Estamos acostumbradas a que haya más risas durante el show de las que hay aquí, pero cuando escuchamos el aplauso efusivo del público, porque cada noche hay una ovación, nos damos cuenta de que es una cuestión de educación. La gente aguanta hasta el final para mostrarnos su entusiasmo con el musical”.
Chicago se puede ver en el Arriaga hasta el día 29 de diciembre.