“Los etnógrafos del futuro estudiarán las Game Boy, los memes y los chistes de WhatsApp”
Maite Errarte Zurututza (Beasain, 1995) ha tomado el testigo de Fermín Leizaola en Aranzadi y se ha convertido en la nueva responsable de su sección de etnografía
Graduada en Historia por la UPV/EHU, está especializada en patrimonio material y museografía. Además, junto a su compañero Suberri Matelo, se ha encargado de la catalogación de la colección de Leizaola que guarda Gordailua.
¿Qué siente al tomar el testigo de Fermín Leizaola como responsable de Etnografía de Aranzadi?
Al principio me dio un poco de vértigo. Fermín ha estado en este puesto más de 45 años. Pero es ley de vida. Hay que coger responsabilidades, aunque es cierto que la sombra de Fermín es muy larga. Nosotros vamos a intentar hacer lo mejor posible.
Han terminado de catalogar la colección que Leizaola les cedió. Más de 4.000 piezas. ¿Qué hay en dicha colección?
Podemos encontrar diferentes objetos que reflejan muy bien la sociedad vasca tradicional: aperos de labranza; objetos de diferentes oficios como el de carpintero o el de albañil. Hay una colección muy importante también de tejas, que es muy curiosa. Puede parecer que no vale para nada, pero las diferentes pastas de las diferentes tejas nos demuestran a qué lugares corresponden y sus formas también son relevantes. También hay objetos relativos a la historia social de Euskal Herria... Un poco de todo.
¿Qué relato sobre Euskal Herria cuentan esos objetos?
Reflejan nuestro pasado. Los objetos materiales también cuentan historias. Se puede pensar que los objetos son cosas banales, pero lo que hacen es demostrar una historia tangible de nuestro proceso como sociedad y de su evolución.
Han tardado cinco años en catalogar la colección.
“La Etnografía no es una ciencia que esté muy de moda. Además, las ayudas institucionales están más enfocadas a lo inmaterial”
En 2019 comenzamos con la saca de objetos. Fermín los tenía en un caserío en la Sakana y Suberri Matelo, Fermín Leizaola y yo, con una furgoneta enorme, fuimos trayéndolos poco a poco a un taller de etnografía que Aranzadi tiene en el barrio donostiarra de Bidebieta. Estuvimos haciendo eso durante seis meses y terminamos justo antes de la pandemia. Hemos ido trabajando los objetos por bloques y donándolos así a Gordailua; no han sido los 4.000 a la vez.
¿Es usted tan coleccionista como Fermín Leizaola?
Practico mucho el desapego emocional y mi casa es muy escandinava. Lo hago conscientemente. Ya he aprendido del mejor maestro de la acumulación y prefiero no hacerlo.
Usted es graduada en Historia. ¿Cómo accedió a Aranzadi?
Es curioso. Aranzadi ofrece en verano unas campañas de trabajo de arqueología. Desde el primer curso del grado entré en la órbita de Aranzadi como voluntaria. Es importante colaborar para que luego se acuerden de ti. Más tarde accedí a la beca de etnografía que ofrece Gordailua, entre 2018 y 2019. En ese momento se enlazó con la colección de Fermín y, como ya me conocía, me ofreció catalogarla. Empecé como voluntaria y luego con un contrato. En este tipo de disciplinas te tienes que mover, ir a charlas, ser voluntaria y que te vean.
Para quien no lo sepa, ¿qué es la etnografía?
Es la disciplina que estudia y recoge las tradiciones y las costumbres de una comunidad determinada. Nosotros estudiamos la comunidad vasca.
¿Siempre habla del pasado o puede hablar del presente?
También puede hablar del presente. Es una herramienta para describir las comunidades o los diferentes tipos de sociedades, también las de hoy en día.
Se lo pregunto porque Leizaola siempre se centró en la tradición.
Cuando Fermín comenzó a hacer su colección, aproximadamente en los 60 del siglo pasado, tuvo una fiebre por recolectar objetos de una sociedad que estaba desapareciendo. Ahora, en el departamento, Suberri y yo damos importancia a otras cosas que a él le resultan muy cotidianas.
¿Por ejemplo?
Tambores de jabón, pastillas de jabón o cosas más industriales con las que él ha convivido y no las considera tan importantes de preservar. Sin embargo, a las generaciones más actuales, ya se nos hacen un poco ajenas y dignas de conservar antes de que se pierdan.
¿Siempre se necesita una perspectiva temporal?
Puede que dentro de 20 años, a algún joven, una Game Boy, algo con lo que yo crecí, le parezca una reliquia que hay que proteger y guardar.
En ese sentido, ¿qué más objetos analizarán los etnógrafos del futuro? ¿Los memes? ¿Los móviles?
Los objetos electrónicos serán objeto de estudio. También las cosas más efímeras como los memes o los chistes de WhatsApp.
¿En qué proyectos trabaja su departamento en este momento?
“Practico mucho el desapego emocional y mi casa es muy escandinava. Lo hago conscientemente”
Una vez terminada la colección de Fermín, estamos centrados en la catalogación de la propia colección de Aranzadi, que en los últimos años hemos ido engrosando. Hemos recibido donaciones y hemos hecho pequeñas compras, y requiere también de un trabajo de limpieza, de catalogación, de registro fotográfico en una base de datos y luego ya almacenarla en unos almacenes especiales que tenemos aquí. En todas las labores de catalogación de la colección nos ayudan voluntarios que vienen todos los viernes y alumnos en prácticas de cuarto curso de Antropología de la UPV/EHU.
También colaboran con otras asociaciones que les ceden piezas.
De hecho, hace un par de años o tres, Altza Historia Mintegia nos donó su colección particular, que se llamaba Ganbara Bilduma, que está centrada en objetos industriales. Además, acabamos de terminar la primera etapa de la catalogación de la colección de Burdina Taldea de Andoain, que durante los últimos 20 años ha hecho una colección muy potente del valle de Leitzaran. Son voluntarios y carecen de recursos como para hacer un inventario potente. Les hemos ayudado, primero, a etiquetar 1.500 objetos. Durante los próximos años iremos a registrarlos gráficamente y a crear una base de datos.
Me imagino que el problema principal en todos estos casos será el de la acumulación.
Es un problema que se está dando. En los 60 y los 70 hubo una fiebre por el coleccionismo e hicieron colecciones muy potentes, pero llegado el momento no han tenido relevo de quien quiera seguir con ello. En el caso de Fermín, es un privilegiado, porque la Diputación va a coger esa colección. Es un problema porque es gente que ha dedicado toda su vida y su dinero a una colección, que no saben qué va a ser de ella.
¿Las fotografías también son objetos de interés etnográfico?
Por supuesto. En las fotografías podemos ver comportamientos, objetos etnográficos, ropajes... Imagínate que no sabemos para qué sirve un objeto. Si haces una búsqueda profunda en unos fondos fotográficos, que sabes que se ha dedicado a recoger la vida tradicional de Euskal Herria, puedes encontrar ese objeto en uso.
También habrá casos en los que un objeto que se ha guardado ha perdido su uso tradicional, pero puede ser reinterpretado para otros usos.
Los objetos también tienen valor estético. Puede que estos objetos sirvan de inspiración a un diseñador o a un ingeniero para diseñar otro elemento. Hemos hecho un proyecto con un Grado de Joyería, donde los alumnos se han inspirado en objetos etnográficos para crear una nueva joya.
Hablamos de conservación, pero la divulgación será muy importante.
La Etnografía no es una ciencia que esté muy de moda. Tampoco hay demasiadas ayudas económicas como para investigar hoy en día los caseríos de algún lugar. Entonces, nos hemos centrado en la divulgación. Hacemos exposiciones, pequeñas publicaciones, que enseñen a la sociedad y a los jóvenes de hoy en día lo que fuimos y lo que seremos a partir de ello.
¿Por qué cree que la etnografía no está de moda?
No lo sé. Lo de los objetos es una cosa como pasada... El patrimonio inmaterial, por ejemplo, sí que está muy de moda: los carnavales, la danza, la bertsolaritza... Pero lo del patrimonio material se ha quedado un poco ahí. No sé si es porque le ha quitado protagonismo lo inmaterial. De hecho, las ayudas económicas de las instituciones están muy dirigidas a ello. Es cierto que hasta ahora no se ha valorado lo inmaterial y ahora parece que quieren compensarlo, cosa que me parece fenomenal. l