Nada Surf: “Puedes estar destrozado, pero es subir al escenario y llegar la euforia y flipar”
El grupo estadounidense presenta su disco ‘Moon Mirror’ este viernes 15 en el Kafe Antzokia de Bilbao
Dani Lorca, el bajista español de los neoyorquinos Luna, es un tipo afable que derrocha simpatía en esta entrevista realizada con motivo del concierto que los estadounidenses ofrecerán en el Kafe Antzokia este viernes 15 de noviembre. Allí presentarán su último y décimo disco, Moon Mirror. “Es fascinante y tiene algo animal crear canciones de la nada”, explica el músico, ahora residente en Ibiza y que en la conversación rescata anécdotas vividas o provocadas por su pasión sobre The Cars, Luna, The Clash, New Order o Ramones.
Regresan a Bilbao, donde tienen una parroquia fiel.
Es que conocemos muy bien el Antzokia y lo pasamos muy bien. La última vez creo que tocamos allí hace dos años, pero desde la pandemia no me entero de nada (risas). En la próxima gira tendremos un día libre allí, lo que apetece mucho. Tocar y largarse de sitios tan bonitos como Bilbao o Donostia no mola.
¿Distinguen las ciudades donde tocan o el público se acaba pareciendo siempre?
Cada lugar tiene su encanto… y lo descubrimos tomando unas copas después o dando una vuelta. Yo soy muy comiditas, cocino mucho y allí lo pasaré bien.
Dean Wareham, el líder de Luna, recordaba las noches de Bilbao en su muy recomendable libro ‘Postales negras’.
No me extraña. Los Luna son amigos de toda la vida. Antes de fichar por Elektra tocamos con ellos y ellos les dieron una casete con nuestras canciones a su jefe. Además, conocimos a Ric Ocasek, de The Cars, y gracias a él fuimos teloneros de Luna.
Ahora regresan con disco nuevo, más de 30 años después de su primer single: ‘The Plan/Telescope’.
Es una combinación de factores. Mi ejemplo ha sido The Clash. Cuando su bajista, Paul Simonon, se dio cuenta de que los derechos de autor se los llevaban Joe Strummer y Mick Jones, optó al día siguiente por aparecer con Guns of Brixton.
Y menuda canción, además.
Pues sí, quizás ganó más él que su colegas con éxitos como Should I Stay or Should I go y Rock The Casbah. Ese fue mi ejemplo para dejar mi curro de programador informático, con el que ganaba bastante pasta, para dedicarme a la música. Les dije que todo lo que entrara y saliera se repartía entre los tres. Además, acabé llevando la contabilidad del grupo. Así, nunca ha habido peleas a la hora de decidir qué canciones elegíamos. Cogíamos las mejores, da igual quien había escrito la letra, el riff… Somos un grupo súper democrático que, además, nos inventamos algún truco.
¿Como cuál?
Al ser tres, si se vota siempre habrá dos contra uno, así que decidimos que cada miembro tiene derecho de veto y solo se hace lo que queremos los tres. No nos echamos cosas en cara, lo compartimos todo y, además, teníamos casi 30 años cuando se formó el grupo. Éramos gente con cierta paciencia ya y una visión a largo plazo. Y no nos gustaban los grupos que se repetían siempre o sentían la obligación de no cambiar. Veo muy interesante hacer en cada momento lo que te salga de los cojones.
En el extremo opuesto estaban Ramones, una banda genial que hizo siempre la misma canción.
Ya, pero no se querían mucho entre ellos. De hecho, algunos ni se hablaban. Nosotros fuimos la banda de Joey Ramone en un concierto y tocamos 11 canciones que elegimos nosotros.
Y la supervivencia tendrá también que ver con la pasión ¿no?
Claro, tocar delante de la gente y darle caña lo tenemos dentro desde niños y da igual lo cansado que estés. Te puede doler todo y estar destrozado, pero subes y flipas. Es algo increíble. Admiro a la gente que va con nosotros de gira como técnicos o parte del equipo, que no viven esa euforia del escenario. Y también es algo animal componer, la sensación de juntarnos y en unos minutos, de la nada, hacer algo que no existía como canciones. Es fascinante poder contar historias y escribir poesía a través de las letras, a las que damos mucha importancia. Y si al final tienes la suerte de poder grabar con gente maja y en estudios de flipar…
Y siempre a su aire.
Siempre fuimos muy independientes desde el principio, cuando la batalla con Elektra, cuando casi nos matan. Estuvimos casi tres años para romper el contrato con el segundo disco. Muchos músicos nos ayudaron.
Eso ocurrió tras el éxito masivo de ‘Popular’ y, de repente, nunca volvieron a lograr esa exposición comercial. ¿Ha resultado duro?
Resultó un aprendizaje, pero fue una anomalía. Si haces un estudio científico con muchos datos a lo largo de un mes, para que sea certero no puedes usar ni el pico más alto ni el más bajo. Sería un error de lectura. Y Popular fue una anomalía total en nuestra carrera, el pico popular más alto, pero no lo tomamos mal. Desde entonces estamos muy bien con nuestros seguidores de verdad, no la gente que oye una canción solo o lo que está de moda. Hay gente a la que no le interesa tanto la música y eso le basta.
No es el caso de sus fans.
Una vez me metí en un lío al decir que cualquiera de nuestros fans con un buen número de nuestro discos tienen una discografía mil veces mejor que la de cualquier seguidor de Coldplay (risas). Me llamaron loco.
Hablemos de este último disco. ¿Cuándo se inicia la composición y cómo se efectuó la grabación en Gales?
El disco anterior, Never Not Together, ya lo grabamos en los Rockfield Studios, un sitio súper mítico. Es una granja de la que hicieron un documental porque allí grabaron Queen, Oasis, Motörhead... Cuando vivía en Nueva York, componíamos y ensayábamos en mi loft, hasta que nos desperdigamos por el mundo. Ahora, he trasladado la base de operaciones a Ibiza y allí iniciamos la preparación del disco, esta vez con nuestro amigo Louie Lino a los teclados, que está en la gira actual porque ha sido parte integral en la creación del disco. Antes íbamos con invitados, con teclistas de Calexico o Guided By Voices. En mi casa tocábamos cuando nos daba la gana, yo cocinaba, Matthew hacía letras… Y allí estuvo también el productor, Ian Laughton. El disco salió en dos sesiones de tres semanas separadas por varios meses.
En Gales, en esos estudios, se vive juntos también.
Eso es, tiene un salón comedor muy grande, como un patio andaluz interior, y los dormitorios están alrededor. Vivimos y trabajamos allí en familia, y sin prisa alguna.
Indie rock, power pop… ¿Cómo les gusta que se les cite? Siempre logran combinar bien energía guitarrera y sentimiento. Y las melodías por encima de todo, como defiende Paul Collins.
Es que hay cosas que te salen y no sabes de dónde vienen. No es que no sea fácil, es que componer es casi mágico, algo que te cae encima. En este último disco, en The One You Want yo estaba cocinando y pelando ajos en Ibiza y oí un ritmo del ensayo del resto que me recordó al disco de El Lebrijano con una orquesta marroquí que oímos la noche anterior. A mí se me ocurrió un riff de bajo inmediatamente. Y luego hay veces, como con See These Bombs, que nos costó siete años. Creo que tengo más de 200 esbozos de versiones de esa canción.
¿A esas que tardan en llegar se las quiere más?
No, no, pero tenemos ya confianza y paciencia para guardarlas en la despensa. Ya saldrán, enteras o parte que reciclamos para construir otra.
Sus letras suenan adultas, hablan de la vida real, de sus luces y sombras.
Sí, nos gustan los contrastes. No hay que simplificar las cosas, ya que la vida, desde el punto de vista científico, la luz solar, el sonido, son todo ondas con alto y bajo. Y las relaciones entre los seres humanos y la historia de los pueblos, igual. Hay que abrazarlo todo, no es normal no deprimirse alguna vez. La felicidad sabes lo que es como contraste de la tristeza.
“Hay unos versos clarividentes en ‘Second Skin’ : “lo que encontré no lo aprendí de ningún libro en un estante, sino de observar al ladrón del tiempo”.
El tiempo… es normal hablar de él, ya que nos vamos haciendo mayores. Cuando eres joven te centras más en ti mismo y dependes de la familia, luego vas cogiendo responsabilidades con gente que depende de ti… Los roles cambian, como la perspectiva. Por ejemplo, yo a los 16 años, era incapaz de decir que una canción de Madonna era buena. No quería ni escucharla, lo que es una gilipollez.
El fundamentalismo y la arrogancia de la juventud.
El tiempo todo lo cura, te abre y aprendes y descubres cosas.
¿‘In Front of Me Now’ es sobre vivir el presente? Y ‘Moon Mirror’ habla de la necesaria conexión para evitar “ir a la deriva”.
A ver, son reflexiones.... Matthew me ha regalado una pegatina para la nevera que dice “Do less/Haz menos”. ¿Qué pasa? Me da la impresión de que no tengo tiempo para hacer nada, voy de un lado para otro, no paro… Hay que tomarse una pausa y acabar las cosas. Matthew suele decir que en verano estoy ya en diciembre, acelerado. El tema del título del disco surgió de un lío que tuvo con la bañera. Su mujer le pidió que le echara un producto y él lo hizo, pero con los cascos puestos se puso a pasar la aspiradora. Se olvidó del baño, saltaron las alarmas y la casa se inundó. Ahí se juró a sí mismo que solo haría una cosa a la vez, lo que tuviera delante. Escribió la letra mientras conducía.
En la preciosa ‘New Propeller’ Matthew canta que no tengamos miedo. Algo complicado tras la victoria de Trump.
Es tremenda la división que hay en Estados Unidos, pero también empieza a notarse aquí ese ejemplo de crispación. Trump acusa a los demócratas de usar la justicia como un arma contra él. Si el único que lo ha hecho contra sus adversarios políticos ha sido él. Si le llevan a juicio es porque es un criminal.
Pero la gente se lo compra, incluso las minorías y las mujeres.
Es increíble, sí. Todavía estamos analizando la información del censo electoral para ver quién le ha votado, pero creo que todo se debe al grado de racismo y misoginia que existe allí. Son muy racistas y misóginos, incluso las mujeres, que han votado menos a Kamala que a Biden. Y creo que es porque es negra. Trump es un loco y con su elección he acabado llorando, lo confieso.
¿Le puede pasar a los músicos estadounidense como a los británicos con el Brexit, que les pase factura en sus giras internacionales?
Bueno, no creo. Yo no soy yanqui, ni tengo Tarjeta Verde. De hecho, esta última gira americana salió de milagro porque no me dejaban entrar. Si Trump hace la mitad de las burradas que ha dicho… ¿Cómo van a deportar a millones de personas? No se puede. ¿Y el muro? Si no lo hizo antes en cuatro años. Es un niño de colegio mimado, pero peligrosísimo porque tiene el dedo en el botón y todo el poder: el Congreso, el Senado, la Casa Blanca…
Nos queda el rock´n´roll.
(Risas). Siempre solemos apostar Matthew y yo sobre el ganador de las elecciones. En las anteriores le tuve que pagar 500 pavos, con gusto, porque ganó Biden. Con Bush me pagó él. La banda está muy deprimida y con miedo por Trump.
¿Y estos conciertos, cómo son?
La gente se va a encontrar con las canciones nuevas y con antiguas algo distintas. Intentamos variar el menú, cambiando canciones, y sonando cañeros y cantando muy bien, con Lou haciendo también armonías. Es un poco más de lo mismo, pero distinto. Que no vayan a ver un juego de luces gigantesco, eso no. Y para la próxima gira estoy haciendo una aplicación para que la gente vote qué canciones quiere oír. Es que hacer la lista es ya una putada, y eso que tocamos más de dos horas.