El músico vizcaino Aitor Etxebarria, que acaba de firmar la banda sonora de El Hoyo 2 y está involucrado y “muy ilusionado” en otras bajo el paraguas de Netflix y HBO Max, echa el cierre a su sello discográfico, Forbidden Colours, modelo radical de gestión, audacia, ética y eclecticismo en el ámbito vasco en la última década. Muchos de los músicos que han grabado en él, de Rüdiger a Amorante, pasando por Mice, Trigger, Zabala, Empty Files o Joseba B. Lenoir, actuarán este viernes en la despedida exclusiva del sello, en el Kafe Antzokia, desde las 22.00 horas y con entradas a 15 euros.
“Pensé que todo lo que necesitaba era creer… mi amor lleva colores prohibidos”, se oye en ‘Forbidden Colours’, la canción de David Sylvian que dio a nombre al sello. Su elección no fue baladí, se entreve ya una declaración de principios.
-Sí, así es, es una de mis canciones preferidas y la escuchaba mucho en los aviones. Me parecía también una idea de partida muy interesante la de los colores prohibidos, ya que la premisa nuestra siempre fue lanzar música escondida.
El sello partió como vehículo de su obra como Dj, bajo el nombre de El_Txef_A. ¿Cuándo y cómo creció para dar voz a otros proyectos?
-Es verdad que el primer disco fueron unas revisiones sobre unas composiciones de El_Txef_A pero tenía en mente lanzar todo tipo de estilos. Sin miedo, solo escuchar y sentir que ese disco tenía que salir en Forbidden Colours. Hemos lanzado de todo. Desde ambient a ruidismo, electrónica más luminosa, pop, jazz, rock, techno, neo clásica….
¿Qué características debían reunir los músicos para poder editar en el sello? Las referencias son dispares en sonidos, pero sí tienen una 'marca' de fábrica, una actitud común que las aleja de lo establecido y lo convencional.
-Hemos lanzado cerca de 50 discos, casi todos en vinilo. Creo que la marca esta en la no marca. Es decir, la idea es que siempre tuviese un aire de culto y de riesgo, viniera de donde viniera. En muchos casos sabíamos que era súper complicado de vender, pero sentíamos que ese álbum tenía que ver la luz y tratábamos de darle el mayor mimo para que llegase a más gente sin caer en estándares de la industria.
¿Qué balance hace desde el punto de vista emocional y creativo?
-Ha sido súper bonito y un gran desgaste, a la vez. El sentir que no llegábamos a las expectativas que generábamos también ha sido duro. El balance es muy positivo y de una sensación inigualable. Personalmente estoy muy satisfecho porque creo que hemos hecho todo desde un prisma muy ético, y eso también era importante.
Del balance empresarial no sé si merece la pena hablar. Nunca lo vio desde ese prisma industrial ¿verdad?
-Sí, queríamos huir de la industria porque arte e industria me chirrían aunque es verdad que están inevitablemente unidas. Pero siempre quisimos tener nuestro pequeño oasis. Hay años que lo conseguimos y otros no tanto.
Imagino que habrá sido un trabajo duro para un núcleo tan corto de personas. ¿Qué queda como mejor poso del sello?
-Si, hemos sido siempre muy pocos. Estábamos Irene Prieto, Txufo Wilson y yo, lo que ha llevado a que todo sea muy familiar. Y el trato con los artistas ha sido magnífico siempre. Que ellos estén contentos es lo que más felices nos ha hecho. Luego, a mí personalmente me ha encantado comisionar toda la discografía. Estas dos cosas me las llevo para siempre.
¿Por qué el agur, por qué ahora?
-Se han juntado muchos factores. Pero hay dos claves. Una es que estábamos en un limbo, o nos acercábamos a la industria más capitalista o era inviable, y no queríamos pasar esa frontera. La otra es que estoy con mucho trabajo componiendo bandas sonoras, y muy ilusionado con proyectos muy importantes y el desgaste es muy potente.
¿Cree que el respeto logrado por el sello marca un antes y un después en el panorama musical euskaldun? Habrá un cierto orgullo por formar parte de algunos de los mejores y más rompedores trabajos editados en la última década en Euskadi ¿no?
-Eso lo dirá el tiempo quizás. Pero nosotros hemos sido fieles a nosotros mismos, con eso nos quedamos.
Hablemos del concierto: duración, repertorio, participantes, formatos…
-Es la gran última liada de Forbidden Colours. Nos vamos a juntar todos los artistas (quitando alguno que no ha podido asistir por temas personales) y tocaremos una canción de cada disco (no de los 50, obvio) con formaciones muy especiales. Podremos ver a Amorante con bana por primera vez, a Rüdiger con ensemble de cuerdas, a Mice con una formación muy extensa, a Zabala con algo muy especial….. Nos mezclaremos todos y va ser único porque no habrá más fechas.
¿Y después? ¿En qué anda ahora, alguna banda sonora a la vista?
-Acabo de terminar la banda sonora de El Hoyo 2, que se estrena en el Zinemaldia y pasará por algunos festivales internacionales más antes de recalar en Netflix el 4 de octubre. Además, estoy terminando la banda sonora de la película Karmele, de Asier Altuna y con Jone Laspiur y Eneko Sagardoy como protagonistas. Me hace muchísima ilusión este largo. Ahora mismo estoy también comenzando una serie muy potente de HBO Max llamada Furia.