Un total de 16 museos estatales, gestionados por el Ministerio de Cultura incluyen desde el pasado junio un programa de visitas guiadas en Lengua de Signos Española (LSE) y han renovado la instalación de bucles magnéticos y planos hápticos, recursos diseñados para facilitar a las personas ciegas o con baja visión la identificación y localización de objetos cercanos a través de señales sonoras. La red de museos, también ha adecentado los vehículos motorizados para mejorar la experiencia del público que presenta problemas de movilidad.
El objetivo de las propuestas es democratizar el acceso a la cultura, un fin que también se persigue en los museos de Bilbao y Bizkaia. En concreto, el de Bellas Artes impulsa una serie de programas dirigidos a escolares con necesidades especiales. Son Arte para tocar, enfocado en la accesibilidad visual; Explorar, sentir y crear, para que los peques que se sitúan en el espectro autista disfruten de un día en el museo con sus familias, e Incluimos en el museo, un proyecto para colectivos en riesgo de exclusión social. Mariví Antoñanzas, jefa del departamento de Educación de la pinacoteca, cuenta que todos ellos persiguen un doble objetivo: por un lado, proporcionar un servicio a aquellas personas que encuentran en la experiencia museística una barrera y, por otro, sensibilizar al público general. “Queremos que se sienta interpelado por estas realidades”, afirma Antoñanzas en una conversación con DEIA. Dice también que la más longeva de estas propuestas es Arte para tocar. Creada en 2012 en colaboración con Iberdrola, consiste en la reproducción de una selección de obras del museo para ofrecer, así, “una experiencia táctil” al alumnado con visión baja o nula.
Su primera edición se celebró en la propia pinacoteca, pero en 2018 se convirtió en una muestra itinerante que va moviéndose por diferentes centros de Bizkaia, Gipuzkoa y Araba. Es en este último territorio histórico donde se ha fijado la itinerancia para este 2024. “Hemos intentado ir mejorando esta propuesta. A las primeras seis obras iniciales se han ido incorporando otras para ir enriqueciendo la oferta”, apunta Antoñanzas, quien añade que esta experiencia también ha servido para que los alumnos sin discapacidad visual puedan comprender mejor cómo es la realidad de los compañeros de pupitre que sí la presentan.
Lengua de signos
La pinacoteca también ha firmado otro tipo de proyectos expositivos de carácter temporal para visibilizar a las personas con sordera. Durante el pasado año, el Museo de Bellas Artes acogió la videoinstalación Oídos Sordos y la conversación-performance DEAF City (Ciudad sorda), conducida por Antoni Abad. La primera de las propuestas muestra a un grupo de 14 personas dialogando en Lengua de Signos “sobre diversos temas de su elección: empleo, asociacionismo, arte, utopía, humor, etcétera”; y en la segunda Abad narra, junto a un grupo de personas, “algunos de sus relatos y anécdotas favoritas”, de nuevo, en LSE.
El Itsasmuseum también ofrece facilidades para que su colección sea accesible. Entre otras cosas, el personal del museo marítimo ofrece visitas guiadas con intérprete de lengua de signos o con bucles magnéticos para personas con discapacidad auditiva. “Las personas usuarias de audífonos o implantes también disponen de bucles magnéticos o bucles de inducción magnética o de audiofrecuencia en la taquilla y en el auditorio del museo”, se especifica en el sitio web. Asimismo, gracias a un acuerdo suscrito con Gorabide, este centro ofrece a sus visitantes con discapacidad cognitiva o intelectual “una visita autoguiada accesible” con la ayuda de un mapa que se puede solicitar de manera gratuita en las taquillas.
Por su parte, el Guggenheim tampoco se olvida de los visitantes con discapacidad visual o auditiva. Entre otras iniciativas, “se han diseñado visitas de tacto adaptadas; se han elaborado materiales en braille sobre la colección; se ha formado al personal de Atención al Visitante para ofrecer el mejor servicio posible a este colectivo, y se han construido maquetas sobre obras emblemáticas de la colección y sobre el edificio”. “El objetivo es continuar avanzando en la creación de nuevas maquetas y, de esta manera, favorecer la educación en el arte y el disfrute del Museo a todas las personas”, apuntan fuentes del museo.
Ver con la mente
Una de las últimas fue inaugurada en el año 2022 y reproduce la imagen del mítico Puppy, el perro guardián que vigila el acceso al edificio de Gehry. Éste, por cierto, se puede ver con la mente. Así se llama la audioguía para personas ciegas o baja visión –“pero accesible para todos”, precisa el museo– que sumerge al usuario en un recorrido por el gigante de titanio. “Emplea un lenguaje preciso y evocador para aunar la arquitectura del museo diseñado por Frank Gehry y la experiencia de transitar por él”, explican fuentes del Museo Guggenheim.
En otro orden de cosas, las personas con diversidad funcional que deseen visitar las instalaciones de la pinacoteca pueden solicitar la cesión de una silla de ruedas en el guardarropa si no disponen de una. Además, el museo también ofrece, de manera totalmente gratuita, sillas ultraligeras para encontrar asueto en cualquier tramo del recorrido. Toda la información está disponible en el sitio web de la pinacoteca de arte contemporáneo.