Yoshitomo Nara llena el Guggenheim de sus “adorables pero inquietantes” niñas de cabezas grandes
El artista nipón protagoniza una retrospectiva que sintetiza 40 años de producción artística, la primera que se exhibe en el Estado
El Museo Guggenheim Bilbao acoge la primera exposición retrospectiva dedicada a Yoshitomo Nara que se celebra en el Estado español. Patrocinada por BBVA, la muestra está comisariada por Lucía Aguirre y sintetiza cuatro décadas de producción artística en 128 piezas con sus “adorables pero inquietantes” niñas de gran cabeza como hilo conductor. Podrá ser visitada desde este mismo viernes hasta el próximo 3 de noviembre.
Después, itinerará por el Museo Burda (Baden Baden, Alemania) y la Hayworth Gallery (Londres, Inglaterra), que también han colaborado en la exhibición, según Juan Ignacio Vidarte, director general de la pinacoteca bilbaina. Asimismo, ésta se ha concebido específicamente para el Guggenheim y Nara se ha involucrado en el diseño del espacio expositivo. “Lo que podéis ver aquí es un reflejo de su universo”, concreta la comisaria.
Ese universo aúna el acervo cultural japonés y el arte europeo, además de elementos de la contracultura musical de la segunda mitad del siglo XX y el activismo antibelicista, entre otras cosas. Y es que a Yoshitomo Nara (Hirosaki, Japón, 1959) le interesan muchísimas cosas, entre ellas las obras de “señores insignes y famosos” que cuelgan de las paredes de los grandes museos occidentales. De hecho, su trabajo recoge el legado del renacimiento italiano o la técnica de Rothko, considerado como una de las figuras clave del expresionismo.
Sin embargo, el nipón también dice que son “los pequeños detalles de la vida cotidiana” los que le conmueven. En ocasiones, esos pequeños detalles se concretan en una fascinación sin límites por la cultura popular y los lugares en los que ésta habita: los albergues juveniles y las calles de ciudades como París, adonde recaló a principios de la década de los 80 después de invertir la pasta que le proporcionaron sus padres para la matrícula de la universidad.
Un artista enamorado del rock
La instalaciónMi sala de dibujo (2008), que forma parte de esta retrospectiva, es un buen ejemplo del gusto del nipón por lo popular, en general, y por la música rock, en particular. Se trata de una caseta construida a partir de materiales reciclados de la que emanan temas de formaciones como Tequila o Radio Futura, dos de los grupos que Nara descubrió a su paso por un Madrid abducido por la Movida. “La música desempeña un papel fundamental en la vida y en la obra del artista”, apunta la comisaria de la exposición, Lucia Aguirre. Relata que Nara, con tan solo 8 años de edad, se las ingenió para construir una radio por la que comenzó a escuchar las emisiones de una base aérea estadounidense cercana, hogar de soldados desplazados con motivo de la Guerra de Vietnam.
“Así descubrió muchos grupos y cantantes de la contracultura como Bob Dylan y, aunque no entendía el lenguaje, sentía la música, le llamaba, de alguna manera le interpelaba”, agrega la comisaria. En Joey (2008) también se aprecia la influencia de la escena pop en la obra del artista japonés. El dibujo, realizado a lápiz sobre papel, traza una figura humanoide con rasgos de perro que recuerda a Joey Ramone, el eterno vocalista de la banda que inauguró el punk en los Estados Unidos: Ramones.
Alemania y las niñas de cabezas y ojos gigantescos
Cuando después de finiquitar sus estudios en Japón Nara marchó a la ciudad germana de Dusseldorf para ampliar sus estudios tampoco entendía el idioma. Empezó de cero en un lugar que le resultaba ajeno, extraño. Por eso, decidió que fueran sus obras las que hablasen por él. Y hasta hoy, porque reconoce que no se le da muy bien hablar: “Soy terrible explicando”, confiesa.
Asimismo, es en esta época cuando Nara comienza a producir imágenes de niñas de cabezas y ojos desproporcionados. “La mirada de éstas construyen el hilo conductor de la exposición”, señala Aguirre, quien también destaca que las figuras son ejemplo de la evolución artística de Nara. Según la comisaria, este ciclo temático es inaugurado por “imágenes de carácter narrativo que van limpiándose de elementos poco a poco”. Así, mientras que en piezas como Haz el camino, sigue el camino (1990) el lienzo se llena de diferentes figuras, en obras realizadas tan solo cinco años más tarde Nara se ciñe a la imagen y a un fondo neutro. “Además, poco a poco, las líneas también van a ir desapareciendo y la figura de la niña va a ir acercándose más y más. Dejará de pintar cuerpos enteros para centrarse en la cabeza”, apostilla Aguirre.