BIME Bogotá 2024 concluyó ayer su tercera jornada con una mesa redonda titulada Arte y método: cómo hacer canciones, en la que participó la artista vasca Izaro Andrés. “Compongo canciones cuando siento un cosquilleo, es como la sensación de tener que ir al baño”, indicó la de Mallaria, que compartió mesa con Kevin Johansen, Juan Galeano y la cubana Daymé Arocena. “Me siento como una médium”, apostilló la autora de Limones de invierno.

 

Para cada momento de la vida hay una canción que encaja perfecto y, lejos de la casualidad, ese match es producto de una lectura aguda de una situación, un tiempo de la historia y un sentimiento, explicó el moderador de la mesa redonda, José Manuel Sebastián Campo, director de programas de Radio 3, que dio la palabra a los participantes para que explicaron “cómo sucede la magia” y cómo activan la creatividad para crear una canción, “la unidad de medida de la música popular desde siempre”, según Campo.

“Compongo cuando me viene el cosquilleo, es como la sensación de tener que ir al baño”, indicó Izaro a ser preguntada por sus “requisitos, costumbres, manías y métodos” a la hora de crear. “Tengo que estar en mi habitación, estar sola, con la guitarra, el piano o a capela, con mi voz. Es un proceso colectivo, de mí y mis versiones diferentes”, explicó. “Trabajo sin barrera mental, sin conciencia y dejando libre la mente. Y, a veces, me sorprende el resultado, y me llego a preguntar si lo creado estará ya inventado”, apostilló la cantante vasca.

Izaro, que dijo sentirse “rara” cuando intenta componer en compañía, dijo sentirse como “una médium”, ya que piensa que “todo está ahí y yo, lo que hago, es plasmarlo, como siendo permeable a la vida y a las músicas; veo algo, un atardecer, por ejemplo, y me entra la necesidad de escribirlo en una canción”, indicó, a la vez que explicaba que “el ego debe desaparecer” al componer y se mostró “a favor de la sencillez” y de sentir el síndrome del impostor en ocasiones.

Nunca he estudiado música, ni sé leer una partitura, así que, a veces, siento ese síndrome. Siento que no sé sobre algo tan difícil de definir como la música o el arte en general. Pero también creo que se puede saber sin estudiar”, indicó la joven cantautora, para quien “la música y la creación son algo místico”.

Método y libertad

El músico colombiano Juan Galeano, colaborador de Morrissey, el exlíder de The Smiths, se consideró un compositor “metódico” al sentir su trabajo “como un ejercicio, como ir al baño, algo que con los años ya hago con regularidad”, mientras que la cubana Daymé Arocena, que el jueves compartió escenario con Izaro para cantar La felicidad, explicó que su método nace de la naturalidad y de una “visión espiritual y africana”, alejada de la organización del mundo occidental.

“Yo nunca decidí componer y, aún así, no recuerdo mi existencia sin componer canciones. Son como mensajes que me llegan del aire y, en muchas ocasiones, de los sueños. Ahí me siento como un instrumento de la canción”, indicó. Finalmente, el veterano músico latino–estadounidense Kevin Johansen, definió la música como “algo invisible e intangible”, un espacio que él relaciona con su zona de confort. “No tengo la disciplina del estudio de grabación y trabajar en él me resulta algo ajeno. Prefiero componer en mi living room, donde estoy cómodo y tras ver una película o un partido de fútbol. Es ahí donde caen las ideas”, concluyó.