La gira Algo está ardiendo de Burning, que celebra el 50º aniversario de la banda de La Elipa, recala este sábado en Getxo, en Muxikebarri. Ayudado por su lugarteniente actual, el guitarrista Nico Álvarez, un todoterreno curtido en proyectos como La Frontera, estrenará algún tema nuevo como Algo está ardiendo, y no faltarán himnos del rock en castellano como Esto es un atraco, Es especial, Jim Dinamita, Qué hace una chica como tú en un sitio como este, Una noche sin ti y Mueve tus caderas. “Muero si paro de hacer rock’n’roll después de 50 años”, explica Johnny, único miembro fundador de la banda en 2024.

¿A qué le suena “Bienvenidos a un larga noche de rock’n’roll”?

—Así es como abrimos aquel disco en vivo de 1991, Burning en directo (Dulces dieciséis). Podríamos haber escogido otro disco, como nuestro debut, Madrid, o alguno de los siguientes como El fin de la década o Bulevar, pero nos decidimos por este en directo para rescatar con los 50 años porque fue el de nuestro salto a los pabellones y plazas con asistencia de miles de personas.

Esas palabras siguen vigentes en 2024 ¿no cree?

—Tienes razón, esa larga noche de rock’n’roll sirve para calificar cualquier concierto nuestro y diría más, hasta para definir nuestra larga trayectoria. Es que el rock’n’roll…

¿Es lo más para usted?

—Me sube la adrenalina y conecta conmigo. Sigo yendo a conciertos y estoy al tanto del pulso de las bandas. Es uno de los mejores planes que se pueden hacer y, además, es una música que tiene sus melodías, sus mensajes e historias de barrio y bares, habla de temas sociales, te divierte y lloras con el corazón y las emociones. Es la mejor música que he escuchado, y lo amplío al r&b, el blues, el soul, el pop… Es algo que me hace muy feliz.

Lo mismo se podría decir de esa petición a su público: “no pares de gritar, no pares, dame más”.

—Habla de la química, de la conexión con la peña. Cantas el estribillo y quieres oírles. Y lo de necesitar más se puede aplicar a muchas cosas, a desear beberme todo el jugo de un tirón, exprimir la vida a tope. Ya que estamos aquí...

En la portada de aquel directo aparecía con Pepe Risi. ¿Se acuerda de él en cada escenario?

—Ya os encargáis vosotros de recordarlo. Me voy a poner una camiseta con el lema ¿Quién es Pepe Risi? (risas). Ya en serio, es un placer recordar al tío Risi, un tipo prolífico y acojonante como músico. Tienes razón, seguimos tocando sus canciones, temas como Es decisión, y no se puede evitar recordar cómo parimos esa canción, por ejemplo, en el local. La mente te lleva allí, a aquellos ensayos y primeros versos. Inconscientemente, me lleva a Pepe.

Pocos músicos y bandas aguantan 50 años. Parafraseando una de sus canciones, ¿Burning es especial?

—El resto son unos pringaos, tienen pocos huevos (risas). Como pare el rock’n’roll en mi vida y desconecte, me quede en casa, vaya a la playa o, como dicen las parejas, me dé un tiempo, muero directamente, me entra el apagón (risas). No entiendo que lo dejen para coger hortalizas de la huerta o huevos de la granja.

Y el resto de la peña, peleando por la jubilación.

—(Risas). Yo defiendo eso de la canción Baila mientras puedas. Hay que subir al escenario con estilo y que la gente grite “guauu, cómo están estos hijos de puta”. Eso me pasa a mí al ver a los Stones, a quien amo y respeto, y a AC/DC. Son como un espejo para mí. De qué me puedo quejar si ellos siguen ahí con 15 años más tras las muertes de Charlie Watts, Lou Reed, Bowie... Si los Stones paran, palman a la semana. Que duren muchos años y nosotros también, que tal vez no hubiéramos existido sin ellos.

¿Lo más positivo de este medio siglo de carretera?

—Quitando el rollo triste de algunas muertes de miembros, no hay nada negativo. Soy un chaval de barrio que nunca soñó con poder pasear lo que siento y escribo por los escenarios, y que la gente lo sienta y hasta tenga hijos con esas canciones y me abracen por seguir. Es lo máximo. El que haga rock’n’roll y se queje… ¿no sabe lo que hay por ahí?

¿El rock va hoy a contracorriente?

—Todo avanza, y lo hace por rachas. Espero que no pase como con el cambio climático, que cada vez estamos peor. El rock’n’roll ha tenido épocas en primeras páginas y ventas. Ahora, otras músicas le han tomado la delantera, pero veo más gente que nunca en los conciertos, de todo tipo. La sociedad consume más música que nunca. Lo del reggaetón y esas músicas… no uso, no las entiendo. Me parecen de usar y tirar. Aunque igual nos faltan claves para entenderlas, ya que mi padre hablaba del rock como música del demonio.

¿El concierto de Getxo tendrá el mismo repertorio que el directo de 1991?

—Girará en torno a él, pero iremos más allá de esa hora y media con canciones más recientes y otras rarezas o versiones. Hay que refrescar el cuerpo siempre, como hicimos en Aste Nagusia. Fue un gran concierto, me alegró el corazón.

Creo que han grabado el concierto reciente que ofrecieron en Madrid.

—Sí, señor, habrá disco y DVD. Tuvimos un mogollón de cámaras, tipo Scorsese (risas). Y fue muy emocionante al ser en nuestra tierra, apenas podíamos cantar, nos tapaba la peña. Y como la música se consume de otras maneras, habrá que ponerlo en redes, usar YouTube… En fin, esas cosas que no acabo de controlar.

Hubo menos colaboradores.

—El concierto de 1991 fue el primero con una larga lista de compañeros: Miguel Ríos, Rosendo, Sabina, Los Secretos, Loquillo, Antonio Vega… Y luego, en otros, también hubo varios. Al final, quieren escuchar a quién hizo las canciones. En este de marzo, estuvieron Coque Malla y Jorge de Ilegales. Esto es una cadena en la que nos vamos pasando el testigo unos a otros.

Y después de esta gira ¿qué?

—Ni puta idea, no sé qué haré mañana. Vivo el presente y el futuro es incierto. Yo sigo haciendo canciones con Nico, mi guitarrista, y tengo este año con la gira, pero intentaré hacer un disco a salto de mata.

Me dijo una vez que su epitafio favorito sería “Solamente rock’n’roll”. ¿Se le ha ocurrido alguno mejor?

—Joder… (piensa). “Es solo rock’n’roll” es muy bueno.

Vale, Johnny, be good.

—¡Qué bueno! Te adelanto que en Getxo, tal y como se cerraba el directo de 1991, la tocaremos al final. Risi decía que nunca se acaba un concierto sin tocar Johnny Be Good (y la tararea a grito pelado).