Hace 25 años que editaron su primera maqueta y la célula creativa de Lisabö sigue palpitando. A su aire, ajena a modas y restricciones que superen la única pulsión de crear –componer, grabar, publicar y ofrecer unos conciertos contados– cuando la fiera siente la necesidad. Un lustro después de su anterior álbum, editan Lorategi izoztuan hezur huts bilakatu arte (bIDEhUTS) y lo vuelven a presentar, en puntuales pero abrasivas dosis/conciertos, en una mini gira que este jueves recala en el Kafe Antzokia de Bilbao, con todas las entradas ya agotadas.

La bestia despertó, titulamos la crónica del anterior álbum de la banda irundarra, que respondía al título de eta Edertasunaren lorratzetan biluztu ginen (Y nos desnudamos tras el rastro de la belleza). El actual, Lorategi izoztuan hezur huts bilakatu arte (Hasta transformarnos en mero hueso en el jardín helado), aparece como una continuidad desde su propia apariencia y diseño estético, y confirma que el corazón de este personal proyecto sigue palpitando. Los mismos Lisabö de siempre, pero con nuevos matices. Siempre con particular forma de entender la música, de manera intuitiva y sensitiva, ajena a las modas, al mercado y al tiempo de edición de sus álbumes.

Son 40 minutos, solo siete canciones, siete andanadas, siete dardos de post punk y post hardcore, que combinan el lirismo con la brutalidad exasperada, la calma con la tormenta, la violencia y la delicadeza, con un pie siempre al borde del precipicio y el sentimiento de vértigo acechando en las sienes. Se inicia con Sarraila, fugaz y recitada y con ecos lejanos a Pink Floyd, y ya no da respiro tras las huellas de Shellac, Slint, Experience, Fugazi, DUT, The Clash, Laboa (“beti Mikel”, reivindican), el fallecido Jason Noble, Swans, el dúo ambient Stars of the Lid, Ornette Coleman, Sonic Youth, Dischord, los Bad Seeds de Nick Cave…

Grupo poco prolífico, el nuevo disco recupera algunos temas antiguos, previos a la pandemia en un disco que golpea con saña en canciones como Urpekaritza baso kiskalian, en la que se oye “el veneno está en el silencio”, y Hosto zehargarriak. Kristalezko begiei so nos propone, al igual que Gauak gure ametsak baino luzeagoak dira, una calma lisérgica y recitada con atisbos de post rock antes de la explosión, el grito y el ataque noise, y el animal sigue salivando y haciendo sangre en Gutako bakoitza gara denok y la monocorde pero efectiva Zeru arosaren guraizeak.

Los Lisabö actuales, liderados por las guitarras y voces de Karlos Osinaga y Javi Manterola, se completan con Eneko y Sergio a las baterías y Borja y Xabi a los bajos aunque los colaboradores –Maite Mursego al cello, Aida Torres a las voces y Txaranga Urretabizkaia– “también lo son”, según el grupo. Y a la célula se suma el poeta Martxel Mariskal, autor de las todas las letras de la banda, un auténtico lujo de poesía densa, entre la crudeza y el humanismo fatalista, desde la que emerge y se moldea la música como “factor transformador de la realidad”.

Defensor de la poesía como necesidad para sobrellevar el feroz día a día, Mariskal, que sigue buscando “ánforas de porcelana en la temible noche de fieltro sin apenas esperanza”, deja a los vocalistas gritar que “no hay miel válida para estos trozos de pan enmohecidos por la dejadez”, y que nos cuesta reconocernos en el espejo porque “somos polizones de la nave que hemos hundido”. Solo nos queda “aferrarnos firmemente a los sueños desenterrando nuestro juguetes, evitando a los cazadores furtivos, sin poder dormir, en la agria neblina de la humanidad”, hasta transformarnos en mero hueso en el jardín helado. Emociones fuertes y pasiones eléctricas en el Antzoki con -Gailu como teloneros.

Jazzon Aretoa de Bilbao ofrece esta tarde la actuación del Yuri Storione Trío

También jazz

Por otra parte, Jazzon Aretoa de Bilbao ofrece por la tarde este jueves la actuación del Yuri Storione Trío, a las 20.00 horas y con entradas a 15 euros. Storione, pianista y compositor de jazz residente en Basel (Suiza), presenta en Bilbao su trío clásico de jazz, con él a las teclas, la batería de Gonzalo del Val y el contrabajo de Kike Arza. Storione fue en 2015 fue uno de los tres finalistas del concurso de piano de renombre internacional Montreux Jazz, y en 2018 ganó la Langnau Jazz Piano Competition.