Auténtico paraíso natural enclavado en la ruta de los Pueblos Blancos de Cádiz, Zahara de la Sierra se muestra como una de las perlas naturales de Grazalema. Villa serrana de origen musulmán y declarada Conjunto Histórico, perviven en ella restos medievales, un bello casco histórico y una fisonomía particular al ubicarse en una ladera. Este enclave acogerá la semana próxima un festival de música.
Zahara de la Sierra está considerada como “una de las perlas” de la ruta denominada Los Pueblos Blancos de Cádiz, según fuentes de la consejería de Turismo de la provincia andaluza. Es una ruta formada por hasta 19 localidades, entre ellas las más conocidas de Arcos de la Frontera, Alcalá del Valle y Ubrique. A pesar de contar con únicamente una población de solo 1.500 habitantes, es uno de los pueblos más significativos de la comarca gaditana.
Ubicada en el centro del Parque Natural Sierra de Grazalema, se levanta en la falda de la Sierra del Jaral, entre los ríos Guadalete y Bocaleones, forma parte del espacio interior del Parque Natural Sierra de Grazalema y muestra, orgullosa, su catalogación como Conjunto Histórico. La fundación de la actual Zahara proviene de la época musulmana.
Su pasado histórico salta a la vista paseando por sus calles, por el típico entramado urbano andalusí, el castillo local (data del siglo XIII), su recuperada Torre del Homenaje y los restos de la villa medieval en los que todavía resisten varios tramos de las antiguas murallas. Además, su emplazamiento a lo largo de una ladera le da al caserío una fisonomía urbana peculiar.
Calles escalonadas
Los diferentes niveles de Zahara de la Sierra obligan a las calles a escalonarse. En su coqueto casco urbano resaltan monumentos como la iglesia de Santa María de la Mesa, la capilla de San Juan de Letrán, la Torre del Reloj y el Puente de los Palominos. Junto a su cuidada ornamentación, destaca también su gastronomía autóctona, de la que resaltan platos como los quemones de cebolla, las sopas hervías y los borrachos azucarados.
Fuera de la localidad, el embalse Zahara–El Gastor ofrece, además de maravillosas panorámicas, múltiples opciones para la práctica de actividades deportivas. Entre ellas la ruta de la Garganta Verde, un sendero de 2,5 kilómetros de longitud que se recorre en algo más de hora y media. Es un espectacular cañón de roca –solo para iniciados y de dificultad alta– originado por el azote de las aguas del arroyo Bocaleones, que acaba en una cavidad llamada Cueva de la Ermita o Ermita de la Garganta, por el parecido con la cúpula de un templo religioso.
Además, este enclave emblemático es el hábitat de una gran colonia de buitres leonados. Se trata de una zona de acceso restringido, por lo que previamente hay que solicitar autorización a la consejería de Medio Ambiente de la Diputación. También cuenta con el área recreativa de Arroyomolinos, que ofrece una playa artificial en plena sierra.