– Está siendo un verano apasionante para Raquel Andueza, lo digo por las temáticas tanto de la cita que tiene en la Quincena Musical como del programa de la Semana de Música Antigua de Estella de este año, en las que las pasiones están muy presentes...

—Sí, yo me dedico a eso, a rescatar con La Galanía música bastante apasionante y pasional, y empezando por el concierto de San Sebastián, sobre todo es interesante porque es la primera vez que lo vamos a hacer en público, es un programa nuevo y vamos a ofrecer un montón de primicias; varias de esas obras son inéditas, es la primera vez que se van a escuchar en tiempos modernos, con lo cual esperamos que al público le guste tanto como a nosotros.

¿Cómo describiría la cita de mañana viernes en el Museo San Telmo, en el marco de la Quincena donostiarra? Dice que va a haber primicias que van a sorprender.

—Sí, es música absolutamente preciosa y la particularidad es que proviene toda de un mismo manuscrito que se conserva en la Biblioteca Nacional de Francia, una colección de canciones en italiano; a pesar de que estaban en Francia, son canciones que eran ya bastante conocidas y se recuperaron en este librito de grandes éxitos. La temática es amorosa, vamos a pasar por todos los estadíos del amor: amor correspondido, mucho amor sin corresponder, traiciones, pasiones... lo que es el Barroco, ese claroscuro tan maravilloso que a mí me fascina.

El recital demostrará la influencia de la música italiana en Francia, ¿qué aportó?

—La música italiana tenía mucha presencia en Francia; es música de muchos autores anónimos pero también hay compositores como Jean-Baptiste Lully que es de origen italiano pero vivió casi toda su vida en Francia, y de músicos italianos como Corbetta que trabajó en Francia, y se trata de ver la influencia de los compositores italianos en la vida musical francesa. Pero la particularidad más concreta son los textos, desgarradores, amorosos; es música muy pasional donde el texto tiene muchísima importancia.

¿Había en el Barroco grandes compositoras o era terreno masculino?

—Sí. Vamos a ver, era terreno masculino pero había grandes compositoras como Francesca Caccini, por supuesto Barbara Strozzi, Margarita Cozzolani... muchísimas que fueron pioneras en abrirse paso en un mundo muy masculino y que además tienen unas composiciones absolutamente maravillosas.

¿Pero se conocen menos?

—Bueno, afortunadamente ahora hay un gran trabajo de recuperación y de visibilización de la mujer compositora. Nosotros hicimos un programa de Barbara Strozzi y de sus contemporáneas... poco a poco se van quitando prejuicios y se van programando más.

¿Diría que vive un buen momento la música antigua?

—Sí, absolutamente. Hay una cantera de jóvenes músicos que vienen pisando muy fuerte y pisando muy bien, los festivales de música clásica apuestan por la programación de música antigua porque al público le encanta, en los conservatorios se estudia cada vez más... Yo soy optimista en que la música antigua vive un gran momento. Sí es verdad que, como siempre, falta apoyo institucional y reconocimiento, porque todo el mundo valora lo importante que es la Catedral de Burgos o Velázquez, pero la banda sonora de esos edificios o esas pinturas no se consideran tan importantes, y es una pena porque tienen el mismo valor. Entonces, a veces tenemos que luchar un poco de más o con más intensidad para que se intente equiparar la importancia del patrimonio intangible como es la música.

Música muy contemporánea, aunque se denomine antigua; toda la música de calidad lo es.

—Claro, y al final necesita de personas vivas que la interpreten, y cada cantante e instrumentista la interpreta haciendo su versión. La música antigua es contemporánea porque necesita de personas del siglo XXI para seguir existiendo.

¿Tiene público joven?

—Sí, la música antigua sigue teniendo público más joven que otros repertorios, es una distinción que la caracteriza. En los conciertos de música antigua la media de edad baja; gusta mucho porque son armonías muy frescas, melodías maravillosas, que carecen de una sofisticación que parece que aleja al público más joven. Suena muy accesible. Nosotros hacemos la música pop del siglo XVII.

Trabaja en su octavo disco con La Galanía.

—Sí, estamos seleccionando qué hacer, en este tiempo hemos recopilado un montón de música que nos gusta y nos está costando decidir qué grabar.

También ultima un libro sobre el cuidado de la voz, un tema del que sabe mucho, por su experiencia personal.

—Sí, el libro no ha podido ver la luz aún. Me ha tocado una época con muchos conciertos, una mudanza... y no he podido terminarlo, la editorial me está esperando. Es algo muy fundamental, todos tenemos voz y tenemos que cuidarla lo más posible. Y claro, yo misma perdí, la voz hace ya siete años, y todo lo que tuve que desaprender y volver a aprender, por todos los médicos y profesores de canto por los que pasé hasta que encontré a mis maravillosas maestras que pusieron todo en orden... Todo eso me ha enseñado lo que no hay que hacer, los malos usos y abusos que podemos ejercer al instrumento.