Kobetamendi ya es una auténtica urbe festiva copada por cerca de 120.000 almas de 75 países distintos. Después de la jornada inaugural, todavía les esperan otras dos que, como la de este jueves, estarán marcadas por la música y todo lo que rodea al cuarto arte: la fiesta. Por eso, DEIA se ha metido en las mochilas de los y las asistentes al Bilbao BBK Live para conocer cuál es su kit de supervivencia para afrontar tres jornadas de infarto en uno de los pulmones verdes de Bilbao. Entre otras cosas, la mayoría de los entrevistados ha destacado la necesidad de pertrecharse de todo lo necesario para pasar una noche en el monte y la conveniencia de traer una prenda imprescindible en El Botxo, el chubasquero.

Bien pertrechadas

Berta Suárez y Mar García se han pertrechado de todo lo necesario para sobrevivir a tres días de intensa fiesta. Llevan de todo, desde tiritas hasta sudaderas “para la fresca” Oskar González

El miércoles –día de la apertura del camping– los buses que enfilaban la carretera que conecta el Monte Kobetas con la villa se contaban por decenas, todos ellos a rebosar de festivaleros como Berta Suárez y Mar García. Recién llegadas desde la ciudad condal, ambas se habían pertrechado de todo lo necesario para sobrevivir en Kobetamendi: “Llevamos de todo. Tenemos tiritas, ibuprofeno, unas buenas sudaderas para la fresca y una esterilla para dormir en condiciones”, expusieron. Esperan amortizar bien este último enser, ya que han invertido cincuenta euros en él. “Ojo, es una esterilla acolchada”, puntualizó Mar. 

No sin mi modelito

En uno de los petates de Marta Garrote tenía que caber por imperativo de la ley del glamour un buen outfit festivalero. Entiende que en un festival hay que lucir palmito. Sí o sí. Oskar González

Ambas son conscientes de que la lluvia pueda auto invitarse al festival en alguno de sus tres días. Marta Garrote también. Por ello, entre sus múltiples enseres no podía faltar un buen chubasquero. Esta gallega, vecina de Madrid en estos momentos, aseveró que el “Bilbao BBK Live es el mejor festival del Estado”. Y se ha preparado bien para vivirlo. “Vengo de pasar unos tres días en el Pirineo. Entonces, llevo la tienda, una silla, maquillaje, toallitas desmaquillantes, papel higiénico y un buen outfit –modelito– para dejarme ver por los escenarios”, explicó. 

La comodidad ante y sobre todo

Después de volver con toda la ropa marrón barrrizal el año pasado, José Bueno entendió que éste tenía que traer ropa que ya está en sus últimas. Y que sea cómoda, por supuesto. Oskar González

Como ella, José Bueno también ha cambiado el oso y el madroño por Kobetamendi. Sin embargo, en su kit de supervivencia no caben modelitos de infarto. “El año pasado volví a casa con la ropa marrón –afirmó entre carcajadas– así que este año he traído ropa cómoda. Si se estropea no me importa mucho”, añadió. Lo que sí que no podía faltar en su petate es “buena tienda de campaña, ropa fresca” y, por supuesto, protección solar. “Aunque parece que va haber días de lluvia, es importante protegerse del sol”, zanjó. 

El camping vs la comodidad de un apartamento

Los y las asistentes que no duermen –o al menos lo intentan– en Kobetamendi llevan un equipaje más ligero. Miriam Campos y Clara Martínez llegaron a Bilbao desde Madrid., y no están dispuestas a renunciar a la comodidad. Por eso, han alquilado un alojamiento turístico para estos días. “Llevamos viniendo al festival desde 2016 y siempre hacemos lo mismo. Subimos sobre las siete y nos vamos a las seis, cuando cierran el recinto”, declararon. Entre todas las cosas que suelen subir a éste, destacaron de manera especial los chupachús. “Cuando nos da el bajón por el calor, un subidón de azúcar nunca viene mal. Y si vemos a alguien que los necesita, se los damos. Así es como las dos chulapas hacen amistades en el festival. 

Independientemente de su condición, la de campista o la de asistente raso, todo Kobetamendi comparte un imprescindible; una máxima universal en cualquier evento de estas características: las ganas de vibrar y morir de placer en uno de los parajes más singulares de Bilbao. ¡Maestro, que comience la música!