Félix Viscarret: "Esta comedia otoñal queda muy bien con la luz y la arquitectura de Bilbao"
La película 'Una vida no tan simple' del realizador navarro llega este viernes a los cines
La crisis de los 40, la frustración profesional y el desencanto emocional forman parte de Una vida no tan simple, el nuevo trabajo del director navarro Félix Viscarret, que se ha rodado íntegramente en Bilbao. La película llega este viernes a los cines y está protagonizada por Miki Esparbé, Álex García, Olalla Caldera, y Ana Polvorosa.
Tras ver su película, la vida no parece tan simple...
A veces nos parece complicada cuando nos sentimos un poco atiborrados entre nuestras crisis generacionales, de pareja, de paternidad o profesionales. Nos parece que nuestra vida no es tan simple como nos la habíamos vendido a nosotros mismos cuando éramos jóvenes y pensábamos en la vida adulta, pero como te muestra la película, si aprendemos a reírnos de nosotros mismos, vemos que tampoco es el fin del mundo.
¿Cómo de autobiográfico es su último filme?
Lo podré negar en un juicio, pero evidentemente si lo que buscamos en la peli es que nos identifiquemos, que cada espectador se ría un poco de su propia vida, que piense que también ha pasado por eso mismo en las diferentes fases vitales de cada uno y que todos nos reconozcamos en los personajes, para darle autenticidad tenía que ser yo el primero que tenía que poner parte de mis propias miserias y torpezas cotidianas. ¿Cómo voy a animar a sentirse reflejado si guardo la distancia?Me parecía que era el primero el que tenía que dar un paso al frente. Son asuntos que he vivido yo o mi entorno y pensé que tenía material interesante para una comedia dramática.
Como uno de sus protagonistas también tuvo un éxito temprano tras su película Bajo las estrellas. ¿Como a él también le han dado después muchos productores con la puerta en las narices?
¿Tú que crees? Para mí era divertido reflexionar sobre lo que es la vida cuando eres joven y hay un reconocimiento temprano. La vanidad puede animarte a pensar que la vida va a ser siempre así, van a ir las cosas tan fáciles. Y luego no siempre es así, veía un interesante material para observar nuestros deseos, nuestras fantasías, pero que siempre se encuentran con la realidad.
El protagonista es arquitecto. ¿Se planteó que en lugar de ser arquitecto fuera un director de cine?
Podía haber sido un cineasta, pero si lo hubiera sido creo que estaríamos ahora hablando de otro tipo de dilemas, cómo son las películas dentro del cine, cómo somos los del cine cuando nos miramos al ombligo... Quería que la reflexión fuera más general, todos en nuestra vida cuando buscamos realizarnos profesionalmente tenemos que lidiar con una parte creativa y una parte económica. Todos tenemos que hacer malabares con esas dos caras de nuestra profesión. Me parecía que la arquitectura era una bonita metáfora para reflejar cualquier profesión autónoma, que tiene esa doble faceta, entre lo creativo y lo industrial. Y también me parecía una bonita conexión con Bilbao. En esta ciudad, bella, a veces temporal, a veces mágica, es donde se producen estos encuentros, llamadas en mitad de la noche confesiones, desvelos nocturnos... Era perfecto que en esta ciudad tan mágica algunos de los personajes fueran arquitectos, que son los que dan forma a las ciudades.
El parque de Doña Casilda se convierte en un plató de cine
La película está rodada íntegramente en Bilbao. Ha destacado la belleza cinematográfica de la ciudad...
Tengo que quitarme el sombrero ante nuestro director de fotografía Óscar Durán. Durante el rodaje llovió durante 20 días seguidos, se nos agotaban las escenas de interior, ya no nos quedaba más que rodar y había que salir al exterior como sea. Las escenas de encuentros en las calles, en los parques no tienen ningún sentido en esta ciudad a la que amamos tanto si llueve. Llegó a peligrar la lógica de la historia, pero por suerte, al igual que en las películas, se produjo el milagro final cuando crees que todo está perdido. Volvió a salir el sol y pudimos terminar la película de forma maravillosa, como estaba previsto. A mí me gustó mucho la luz de Bilbao en esa época del año para, como yo les transmití a mi equipo, esta comedia otoñal porque miramos a nuestros personajes con una sonrisa, les sentimos cercanos, pero también tiene algo otoñal en el sentido de que las etapas pasadas de la vida se nos escapan ya, determinadas fantasías de juventud van quedando atrás. Siempre pensamos que podía quedar muy bonita con la luz y la arquitectura de Bilbao.
¿También le animaron a rodar en Bilbao los incentivos fiscales?
Si estuviera en esta conversación mi productor Iker Ganuza, diría que los incentivos ayudaron significativamente. Pero para mí era muy importante crear ese poema visual a la ciudad, siempre me ha parecido que Bilbao tiene una potencia cinematográfica preciosa. Y ahora viene la vanidad del director, vi que podíamos mostrar un Bilbao con un tratamiento cinematográfico como no se había hecho anteriormente. También he rodado en Madrid, Barcelona... escenarios que ya están mucho más trillados, mostrar allí una cara original de la ciudad es más difícil. Mi objetivo era hacer un poema cinematográfico a la ciudad, que tuviera esa atmósfera más original.
Ha cambiado totalmente de registro con respecto a su anterior película, No mires a los ojos.
Me divierte mucho no repetirme, ponerme retos diferentes. Pero como la película habla de la paternidad, diría que un padre nunca puede decir a unos hijos que les quiere más que a otros, pero sí diría que esta película se nutre de unas vivencias y reflexiones muy personales, con lo cual hay una conexión emocional que entronca también con mis primeros cortometrajes. Estoy muy agradecido por haber podido trabajar con materiales tan creativos como los de Juan José Millás (No mires a los ojos), Fernando Aramburu (Patria)... pero también tengo que decir, que sin hacer agravios comparativos, Una vida no tan simple es una película muy personal.