Cerrar los ojos, la nueva película de ficción del cineasta vasco Víctor Erice, se presentó ayer lunes en el Festival de Cannes bajo una gran expectación... pero sin la presencia del realizador nacido en Karrantza pero educado en Donostia, pese a que desde la distribuidora Avalon anunciaron su presencia en el encuentro galo. Erice se ausentó en el photocall de la mañana, en el que sí participó el elenco de este largometraje, el primero que dirige el cineasta desde 1992, cuando estrenó el documental El sol del membrillo. Aunque el silencio oficial sobre su presencia protagonizó la jornada, fuentes cercanas a la dirección del festival y al propio director confirmaron a la agencia Efe que Erice no acudiría a la proyección de Cerrar los ojos en Cannes.

El idilio entre Erice y Cannes viene de lejos, eso sí, siempre condicionado por la irregular y atípica producción del cineasta que desde los 90 hasta ahora desistió del formato largo y enfocó durante 30 años su pulsión creativa en el rodaje de cortometrajes y mediometrajes. Tras optar por la Palma de Oro en 1984 con su segundo largometraje, El sur, Erice volvió al apartado principal en 2010, pero no como un competidor por el máximo galardón del festival de cine más importante del mundo, sino como miembro del jurado que eligiría la Palma.

Tal y como recordó el director general del encuentro, Thierry Fremaux, hace unos días, tras la inauguración del certamen, esta nueva participación en Cannes del realizador vasco fue muy celebrada y también muy esperada tanto por la crítica, como por otros renombrados cineastas, como algunos de los que este año compiten en la Sección Oficial. Es el caso del japonés Hirokazu Kore-eda, un devoto del cine del autor de El espíritu de la colmena –Concha de Oro del Zinemaldia en 1973– y que este año pugna por su segunda Palma con Monster.

Cuarto largometraje

Rodada con 82 años, Cerrar los ojos es el cuarto largometraje que dirige Erice, su tercera ficción, escrita, en este caso, a cuatro manos con Michel Gaztambide. La película se proyectará en una sección paralela del festival, no competitiva y denominada Cannes Premières.

A diferencia del realizador, el elenco de la película encabezado por José Coronado, Manolo Solo, María León, Helena Miquel y Ana Torrent –que ha vuelto a colaborar con Erice, 50 años después del debut de ambos en El espíritu de la colmena– acudió al certamen galo para defender una película que aún no han visto terminada. El estreno mundial tuvo lugar ayer a las 20.15 horas y se prolongó hasta las 23.00.

Cerrar los ojos se centra en la figura de un actor, al que da vida Coronado, y que desaparece durante un rodaje. Años después, un programa de televisión anuncia que proyectará las últimas escenas en las que el intérprete aparece con vida, un metraje filmado por un íntimo amigo, un director de cine al que Soto pone cuerpo, voz y cara.

Memoria e identidad

Durante el periodo de producción del largometraje, Erice lo ha defendido como una reflexión sobre la “memoria” y la “identidad” e, inevitablemente, también sobre el proceso de creación artística.

A sus 82 años, Erice es uno de los directores de culto más respetados no solo en el Estado, también a nivel internacional pese a haber realizado solo cuatro largometrajes –uno de ellos documental– y una decena de cortos o segmentos de proyectos corales.

En 1993 recibió el Premio Nacional de Cinematografía, en 1995 la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes y en 2014 el Festival de Locarno (Suiza) le distinguió con el Leopardo de Honor por toda su carrera.

Tras su paso por Cannes, el esperado cuarto largometraje de Erice llegará a las salas de cine del Estado el próximo 29 de septiembre, coincidiendo con el Zinemaldia, que cerrará su 71ª edición un día después.

Datos

Premios. Con su primera película en solitario, ‘El espíritu de la colmena’ (1973), ganó la Concha de Oro del Festival de San Sebastián y con la segunda, ‘El sur’ (1984), participó en la competición oficial de Cannes.

‘Cerrar los ojos’. La película se centra en la desaparición de un actor (Coronado) durante un rodaje y su cuerpo nunca es encontrado. Años después un programa de televisión evoca la figura del actor y emite las últimas escenas en las que participó, rodadas por un íntimo amigo suyo (Manolo Solo).