Fue la curiosidad de unos jóvenes la que llevó al descubrimiento de las figuras rupestres de la cueva de Santimamiñe. Penetraron en la caverna y a los 60 metros de avanzar por ella treparon por una galería lateral ascendente y estrecha, llegando hasta la cámara donde se encuentra el grupo principal de pinturas de la cueva. Uno de ellos se lo contó a su profesor y posteriormente la noticia llegó al compositor Jesús Guridi, quien lo comunicó a la Diputación.

Las primeras excavaciones arqueológicas comenzaron en 1918 y se prolongaron hasta 1964, dirigidas por un equipo compuesto por Telesforo Aranzadi, José Miguel de Barandiarán y E. Eguren, que descubrieron la importancia y el valor de las pinturas y grabados, datados en el periodo Magdaleniense del Paleolítico Superior, es decir, entre 14.000 y 9.000 años antes de Cristo.

La Diputación de Bizkaia acaba de publicar una guía que desvela los valores de Santimamiñe, lo que supone “una forma de acercarse a la cueva y sus antiguos moradores que aúna las últimas técnicas y la clásica visita además de actualizarse con los últimos descubrimientos realizados en las más recientes campañas de excavación llevadas a cabo en el vestíbulo de la cueva”, explica en el prólogo la diputada de Euskera, Cultura y Deporte, Lorea Bilbao.

La publicación ha sido realizada desde el Arkeologi Museoa y coordinada por su director, Iñaki García Camino, y supone una oportunidad para conocer todos los detalles de este importante asentamiento arqueológico, declarado Patrimonio Mundial de la Unesco, que permanece cerrado al público desde 2006 para evitar su deterioro. En la actualidad, se puede realizar una “virtual” que permite adentrarse virtualmente y conocer el santuario rupestre en 3D.

Más figuras rupestres

La publicación está dividida en varios apartados, entre los que se aborda, entre otros temas, el tesoro biológico alrededor del yacimiento, su valor geológico, las ocupaciones humanas, el desarrollo de las excavaciones arqueológicas y el conjunto rupestre encontrado en este yacimiento. Los primeros rastros de vida están protagonizados por animales carnívoros que utilizaron la cueva como guarida entre 32.000 y 24.000 años antes de Cristo. En el nivel más alto se ha recuperado una colección de restos muy alterados, habiendo identificados ciervos, grandes bóvidos y sarrios.

La primera ocupación humana, la de los cazadores de ciervos, se produjo durante un episodio frío, entre 18.000 y 17.200 años antes de Cristo. La guía actualiza también el conocimiento del conjunto rupestre, “de manera que se ha ampliado ligeramente el número de figuras conocidas. La aplicación de herramientas de tratamiento de a fotografía digital ha facilitado también unos calcos más precisos de algunas de ellas. “Por lo que sabemos el conjunto lo integra figuras pintadas en negro (con carbón vegetal), grabadas con utensilio lítico, y también algunos motivos no figurativos pintados en rojo al fondo del vestíbulo y en la antecámara. Las representaciones figurativas son 29 bisontes, 6 caballos, 7 caprinos, 3 cuadrúpedos no diferenciables y 2 animales imaginarios, así como figuras sueltas de bovino indiferenciado, oso, ciervo y cierva. A ellas, debe sumarse una posible representación humana femenina, localizada recientemente en un lienzo elevado de la Cámara de difícil acceso. Los motivos no figurativos, con otras 18 unidades gráficas, son muy sencillos: líneas sueltas, series de trazos paralelos y manchas de color rojo, pero están ausentes los signos convencionales o construidos con cierta complejidad formal”, destacan los investigadores César González y Rosa Ruiz.