El gran escultor vasco Eduardo Chillida es conocido por sus obras monumentales, pero sus íntimos trabajos en papel, conocidos como Gravitaciones, concentran su filosofía y su capacidad de asombro. El museo Kunsthalle de Krems, una localidad del Danubio situada a unos 80 kilómetros de Viena, ha abierto al público la primera exposición monográfica sobre Chillida (1924-2002) en Austria, dentro de los actos del centenario de uno de los escultores más importantes del siglo XX.

La muestra reúne 80 obras, entre ellas murales y esculturas más compactas en materiales como terracota y hierro, así como su menos conocida obra en papel, las Gravitaciones, que dan nombre a la exposición Eduardo Chilliada. Gravitation que se puede visitar hasta el 24 de septiembre. Aunque el artista es sobre todo admirado por sus elegantes y monumentales abstracciones en acero, hierro forjado o piedra, las obras expuestas, de menor tamaño, tienen también una mágica capacidad de asombro.

En la muestra se recorre la formación y la curiosidad de un artista que interrogó distintos materiales hasta dar con la forma adecuada con la que expresar algo nuevo y a la vez esencial. “Mi padre cada material tenía que comprenderlo, tenía que ver cuáles eran sus leyes y trabajarlo tal como al material le gustaría ser trabajado”, explicaba Luis Chillida, hijo del artista, sobre la paciente labor para encontrar la expresión adecuada.

Otro de los aspectos es la elevación artística de materiales muy humildes y vinculados a la tierra, como un apero de labranza metálico en la escultura Oyarak I. En la exposición destacan las Gravitaciones que empezó a crear a mediados de los 80. Son composiciones con distintos planos de papel artesanal unido con cuerdas. Esos trabajos no figurativos en blanco y negro son su obra más íntima y desconocida. “Lo que hizo fue sustituir pegamento por espacio. En lugar de pegar los papeles como en un collage, lo que decidió fue coserlos, suspenderlos con unas cuerdas en el aire, y cambiar el pegamento, un material que no le gustaba, por espacio, que es parte de su obra. Y eso las hace, de alguna forma, levitar”, señala Mikel Chillida, nieto del artista.