El cantautor Ismael Serrano actuará el sábado, 26 de noviembre, en el Victoria Eugenia, lugares en el que presentará el disco Seremos, en un formato íntimo y con aires de teatro.

Ismael Serrano vuelve a Donostia con un concierto que tiene mucho de teatral. 

Es un espectáculo diferente que está a medio camino del recital y la obra de teatro. Me divierte entender el concierto como un relato. En cada gira he ido avanzando más en la teatralización, en la puesta en escena, en el guion y este espectáculo ofrece una experiencia diferente al público. Siempre me ha gustado mucho contar historias entre canción y canción y buscar un hilo argumental que ayude a unir los temas, a reflexionar sobre ellos. Ese hilo argumental, en cada gira, ha ido adquiriendo más estructura teatral hasta llegar a este punto, en el que interpreto las canciones pero también cuento una historia. Esto lo hago porque me divierte y porque quiero ofrecer algo más en el concierto, no solo una sucesión de canciones.

¿Cuál es el punto de partida?

Comienza con una entrevista, con una voz en off que empieza siendo formal pero que por circunstancias esa entrevista muta en algo más informal, más cercano a la confidencia y a hacer repaso de lo vivido. Este concierto habla mucho del paso del tiempo.

No en vano, ha cumplido 25 años desde la publicación del primer disco, ‘Atrapados en azul’.

Reflexiono sobre lo vivido y también sobre las oportunidades perdidas, de la necesidad de seguir peleando por los sueños cuando todo parece torcerse.

En escena estará acompañado por Jacob Sureda al piano e Irene Rouco al cello. 

Es un espectáculo íntimo. Además nos permite revisar las canciones desde otro lugar. De eso también hablamos en el espectáculo, en el sentido de que las canciones durante estos 25 años también hacen su viaje. Cuando yo tenía veintipocos cantaba Papá cuéntame otra vez como un hijo que reprocha a su padre y ahora lo hago como un padre que se pregunta cuál es el relato que contará a sus hijos. Eso nos invita a revisar las canciones con otro tipo de arreglos, desde la intimidad y la confidencia.

Habla de revisiones, en ‘Seremos’ está muy presente la idea de mirar al pasado para avanzar, por ejemplo, cuando canta “Porque fuimos, seremos”. ¿También suele revisar el papel de los cantautores?

En el propio disco lo hago y también en el espectáculo. Me preguntó por qué y para qué escribe uno, para qué sirven las canciones y para qué sirve lo que uno hace. Si realmente tienen el impacto que uno desea, si hemos cumplido con las promesas que nos hicimos. El disco Seremos comienza con una canción que habla de ello: “No seré yo el cantautor que venga a ordenarte la vida”. Es un cuestionamiento a la figura del cantautor y de tratar de amigarse con las contradicciones que uno tiene; algo que, por otro lado, es ley de vida. La edad te va poniendo en ese lugar de mirar lo que has hecho y lo que queda. La respuesta última es que hay que seguir peleando, soñando y no rendirse. Y todo tiene que ver con la forma futura de ese Seremos, con esa vocación de futuro: a pesar de los pesares, seguiremos.

Siguiendo con la conjugación del verbo ‘ser’ y haciendo alusión a otra de las canciones de su disco, ¿son los cantautores “cursis y engreídos”?

(Ríe) Todos los músicos, por norma general, tenemos un punto de engreimiento cuando subimos al escenario creyendo que lo que decimos es importante y debe ser escuchado; siempre hay un punto de vanidad en ello. Con respecto a cursi, cuando alguno hace ciertas declaraciones o intenta hacer canciones que le ayuden a sobrellevar una despedida casi es inevitable ponerse cursi. Aún con todo, no creo que los cantautores sean los músicos más cursis y más engreídos. Hay géneros donde se exacerba bastante más este asunto.

¿Por ejemplo?

No lo sé, otros.

Sobre la importancia que se dan los músicos también canta, ‘En cállate y baila’, por ejemplo, cuando ella afirma “No quiero ser el verso/Que habita tus canciones de amor”.

Eso es. El cantautor se cree con una cierta altura moral en la que te puede decir cómo debes vivir tu vida. Siempre te conforma con la realidad. A mí me gusta esa parte de la canción de autor, ese hecho diferencial del género. En un momento en el que la música te invita al escapismo, lo que yo entiendo como canción de autor, lejos de escapar, es un viaje de inmersión en la realidad. Te confronta contra tus problemas y los del mundo. A mí es lo que me parece interesante, en contra de una música, que es la que se impone hegemónicamente, y que te invita a escapar. 

Pero, a veces, también es recomendable escapar.

A veces, el cantautor se pasa de frenada y se pone especialmente denso. A mí también me gusta escapar, también, a través de la literatura, del cine y también de la música... Es verdad que un momento de divertimento en el que no pienses nada, también es saludable. Por eso, cuando ella le dice al cantautor “Cállate y baila”, lo hace para que no se ponga tan denso e intensito.

El disco ‘Seremos’ fue producto de la pandemia. ¿Vivimos tiempos en los que hay que ser solemnes e intensitos?

Para eso también hay que tener un momento. El problema es cuando se impone como única propuesta estética el escapismo para no hablar de determinadas realidades, cuando nos bombardean con mensajes como No reflexionéis, No penséis, no estéis tristes, No os preocupéis... En cierta medida es un mecanismo de defensa hacia un trauma del que no somos conscientes, el de la pandemia. No hay que dejar de reflexionar ni de enfrentarse a los problemas. De lo contrario crearíamos una sociedad infantilizada en huida permanente. Me parece saludable, casi terapéutico, ser capaz de hablar del mundo con sus aristas, que nos interpela porque también es nuestra responsabilidad. Por lo tanto, no me parece mal ponernos solemnes y serios de vez en cuando.

Solemne y serio pero siempre con un punto de ironía.

La ironía y el humor es algo muy serio, es algo que te ayuda a prepararte para la realidad. Ignatius Farray decía que el enemigo de la risa no es el llanto, es el miedo. Entonces, el cantautor también canta para enfrentarse a sus miedos, para controlarlos.

Hablas de una posible sociedad infantilizada que parece que se construye sobre una sociedad de trincheras.

Tiene que ver también con un cambio de paradigma. La sociedad va a cambiar y lo va a hacer radicalmente en muchos sentidos porque no queda otra. El sistema colapsa y su forma de perpetuarse es cronificar la crisis. El crecimiento exponencial permanente, el maltrato al planeta, la precariedad constante... no puede ser. La única posibilidad es un cambio de paradigma a partir de un cuestionamiento del modelo. En este sentido surgen movimientos reaccionarios que tensionan la realidad y que pretenden que todo siga igual, cuando es imposible. Niegan el cambio climático, niegan la evidencia científica, quieren que volvamos atrás, casi a una suerte de feudalismo capitalista. Intentan manejar los miedos y arrimar el ascua a su sardina y resistirse a cualquier cambio.

Precisamente, en ‘Adiós’ se despide de “los fascistas que se alimentan del miedo y de las mentiras”. ¿Ha pensado en dejar Twitter, donde predominan estos movimientos reaccionarios?

Estoy tentado. Acabas cuestionándote qué efectividad tiene lo que escribes, porque la red se está devaluando. Es como si te pones a pegar gritos en el desierto y tras la compra de Elon Musk, aún más. Se está convirtiendo en una caja de resonancia de mensajes machistas, racistas, xenófobos... Es una red social cada vez más tóxica que lleva camino de convertirse en una red como 4chan, que está infestada de fascistas y demás diciendo sus barbaridades y conspirando. Me lo cuestiono por ese lado, ¿qué hago yo aquí? Tengo un defecto, que soy el último en irme de todas las fiestas y no sé si en este caso me pasará igual (ríe). Desde luego, a lo que me resisto es a que me echen o a que me callen, porque la intención de estos reaccionados es intentar modular tu mensaje y que desaparezcan ciertas voces. Pero, por otro lado, si no hay pluralidad se convertirá en una cámara de eco para ellos y reafirmarse en sus prejuicios y quizás pierda toda su efectividad. Así lo están entendiendo ciertas marcas que están retirando su publicidad.