El Teatro Campos de Bilbao presenta este viernes al grupo Benditos Malditos, a las 20.30 horas. Dicen no ser “un tributo a Sabina, sino su auténtica banda”. Y no les falta razón, ya que aunque últimamente se ha descolgado Pancho Varona, siguen al frente de la formación los guitarristas Antonio Gª de Diego y Jaime Asua, fieles lugartenientes durante décadas del autor de 19 días y 500 noches. Con ellos, la cantante del jienense, Mara Barros, el batería Paco Benyto (Viceversa) y la bajista Laura Gómez. Entradas desde 26 euros para escuchar Conductores suicidas, Y sin embargo o Princesa. “”, asegura de Diego en esta entrevista.

Regresan a Bilbao apenas un año después.

Y al mismo teatro. Tenemos un muy buen recuerdo de aquella noche y nos gusta mucho tocar en teatros. En verano sueles hacerlo en la plaza del pueblo, se va por inercia y sin pagar, y tienes que pensar en dar marcha y más marcha. Quien va al teatro, va porque es fan de Sabina y quiere escuchar sus canciones. Es el lugar donde se nos escucha mejor y podemos cantar al oído y a la intimidad de la gente.

¿Qué vivió esa noche de 2021 en el Campos que se le quedó en el recuerdo?

Hay lugares especiales y no me acuerdo de todos los conciertos, pero en Bilbao grabamos un vídeo y recuerdo a la gente cantando de pie y con nosotros. Eso se te mete, fue algo muy cálido y participativo.

Esta vez vienen sin Pancho Varona. ¿Qué ha pasado?

Que ha decidido tener una carrera personal que chocaba en fechas con el resto del grupo y acabó por crear confrontaciones. Y dijimos que lo más conveniente es que cada uno tirara por su lado. Nosotros cambiamos el nombre y él, en solitario, en dúo o trío, también actúa muchísimo. No ocurrió nada más, pero estaba afectando a las actitudes personales, de un lado y de otro.

¿Sigue la amistad?

Bueno, ya no tanta, al no haber cercanía… El otro día hablé con él y nos felicitamos en los cumpleaños, pero ahora hay más distancia. Incluso a veces, por parte de su oficina, parece haber cierta competencia… No me gusta hablar de esto, no es cómodo. Lo dejo en que hubo una confrontación profesional que llevó a malentendidos profesionales.

La banda se llama Benditos Malditos. En sus términos contrapuestos recuerda al disco ‘Enemigos íntimos’, de Sabina y Fito Páez.

Viene de una canción de Joaquín titulada Benditos malditos al pil pil. Le conté lo de Pancho y le pedí permiso para usar el nombre, claro. A él le encantó y ha llegado a cantar con nosotros. El nombre es magnífico, pero no sabíamos si cambiar los términos. Las personas no dejamos de ser una mezcla del bien y del mal (risas). Así es la vida.

El proyecto surgió como un tributo a Sabina y a sus canciones, pero lo es también a sus seguidores ¿no cree?

Claro, agradecemos que los fans lo sean, ya que este espectáculo está hecho para ellos. El gran truco de estas actuaciones es que invitamos a la gente a subir a cantar, lo que implica una complicidad que va más allá del concierto tradicional. Y ellos participan porque son parte del mundo sabinero.

Reivindican su papel como músicos de Sabina y reniegan de ser una banda de versiones al uso.

Hombre, yo toco canciones cuya música, arreglos y coros he compuesto. El motor es Joaquín y nosotros somos unos peones que trabajamos con él con menor o mayor dedicación, según el caso, pero yo siento esas canciones como muy mías, al igual que Jaime Asua, que toca otras en las que participó.

¿Duele que no se sepa que ‘Y sin embargo’, ‘La del pirata cojo’ o ‘Mejor para el sol’ son suyas?

No (risas). Aunque en mi vanidad, me guste reivindicarme, en este caso Joaquín lo monopoliza todo. Sí me jode que no haya la suficiente curiosidad para mirar en los discos y saber qué músicos participan en las canciones. Yo sí lo hago si me gusta un solo de guitarra, pero la gente ahora pasa de eso. Con la edad, he perdido la curiosidad, no me interesa apenas nada de lo actual aunque reconozco que Rosalía tiene un pellizco especial en sonido y actitud. Yo me abrazo a la música clásica o al rock de siempre y los sonidos hindúes.

¿Tiene alguna favorita de Sabina entre las que ha participado?

(Duda). Me gustan mucho Y sin embargo, Contigo o A la orilla de la chimenea porque son las más sentidas. Es que Joaquín puede ser muy corrosivo, pero también idolatro su parte emocional, la del desamor o el amor equivocado, la de esa canción llamada Amor se llama el juego.

Será difícil elegir entre tanto repertorio. ¿Cuáles no faltan nunca?

Tocar Y sin embargo y Princesa es obligado. A la gente les gustan mucho. Luego, cada uno nos movemos con varias. Yo suelo elegir una media de canciones marchosas y otras más pausadas, entre ellas Tan joven y tan viejo, A la orilla de la chimenea, Conductores suicidas… Mara suele cantar Que se llama Soledad, muy apropiada con los teatros. Cada uno, lo suyo. Y yo toco guitarras y teclados, a veces la armónica, además de cantar.

¿Nunca ha deseado dejar el lugar de lugarteniente y salir de la sombra?

Toqué muchos años con Víctor Manuel y siempre decía que había decidido quedarme un metro atrás en el escenario; tenía razón. Tengo canciones y hasta me han ofrecido grabar un disco, pero me han faltado ganas de meterme en este mundillo. Tengo la vanidad de quien sube al escenario, pero me ha faltado ansiedad artística, deseos de ser alguien. Me veo más como un músico que como artista; ni siquiera guitarrista. Y lo que sigue sorprendiéndome es ver la sabiduría que tienen genios como Víctor Manuel, Joaquín o Miguel Ríos, con quienes he trabajado, al enfrentarse a las canciones y los arreglos.

¿Qué hay de ese nuevo disco y gira de Sabina que anunció en el Zinemaldia?

Él, como buen bocazas, se ha anticipado a la realidad. Una cosa son las ganas y otra la realidad. Y digo lo de bocazas desde el cariño y el respeto. Estamos ahí, programando una posible gira y disco, pero por ahora no hay nada. Creo que quiere hace un álbum con Leiva y otro con temas que no se acabaron y son antiguos. Pero que no los espere nadie para finales de año. Nos hemos reunido ya para ir aclarando las cosas, pero por ahora solo hay una canción con Leiva para su documental, un tema intimista, una crónica de sí mismo, lo que hace últimamente en letra y sonoridad.