FELIPE Loza ha dedicado su vida al teatro; ha realizado sus incursiones en el cine, pero lo suyo son los escenarios. El actor y director de obras como Hoy, última función, El gilipollas, Cabaret Chihuahua o Aborígenes, se enfrenta ahora a un nuevo proyecto, El trepa de palacio. Se trata de una producción de Pabellón 6 –espacio del que él también fue uno de los fundadores–, un musical bufo y coral basado en el personaje real de un bailarín vizcaino que logró convertirse en uno de los consejeros más íntimos del rey Fernando VII. En esta ocasión, trabaja con el texto de Braulo Cortés, un actor y autor de Barakaldo, y cuenta en el reparto con Aitor Echarte Merino, Diego Pérez, Leire Ormazabal, Nahikari Rodríguez, Unai Elizalde Zamakona y Yeray Vázquez. Durante estos días, se están se llevando a cabo los ensayos de esta producción de Pabellón 6, que podrá verse esta Aste Nagusia del 19 al 28 de este mes. “Una parte importante del espectáculo son las canciones y los bailes. La obra está muy próximo a la farsa porque la idea fundamental es satirizar los comportamientos corruptos de la aristocracia y del rey Fernando VII. Hacemos una farsa muy burlona”, explica Loza.

Es un musical bufo, según describe Felipe Loza. Un reportaje de Maite Redondo

El musical está basado en la historia real de Antonio Ugarte, “un chavalín vizcaino que llega con 15 años a Madrid a buscarse la vida y empieza de mozo de recados, de verdulero... Pero era listo y acabó siendo profesor de baile de la aristocracia madrileña. Los aristócratas descubrieron que además de enseñarles a bailar y hasta enamorarles, porque era buen mozo, era muy listo para las cuentas y, poco a poco, se convirtió en un comercial especializado en corrupciones de aquella época. Acabó siendo un intermediario entre las Américas, España y Rusia. Montó unos líos económicos terribles y fue capaz de vender a Fernando VII una flota para invadir Venezuela, que no llegó jamás a Cádiz. Le dejó sin dinero. Fue alguien importante al que hemos olvidado porque acabó mal, como muchos corruptos”.

Antonio Ugarte tuvo mucho poder en su época. “Formó parte de esa aparente corrupción que sigue siglos y siglos después, como si fuera el destino de este país. Cambias los nombres y los trajes y los peinados y parece que el tiempo no ha pasado”, en opinión de este actor y director, habitual de la escena vasca.

En la casa de Felipe Loza todo gira en torno al teatro. Él ha sido profesor de Literatura, pero siempre ha escrito y también ha dirigido, actúa... Es un todoterreno. Está casado con la también actriz Itziar Lazkano, con la que ha compartido vida y profesión y con la que tiene un hijo.

En furgoneta

Loza echa la mirada atrás y recuerda los años 80, “muy intensos para el teatro alternativo”. El director nunca ha perdido la esencia de aquel joven que surgió de Cómicos de la Legua y que años después recorrería las carreteras de toda España en una vieja furgoneta junto a otros compañeros y compañeras de la compañía Karraka, entre los que se encontraba Ramón Barea.

Han pasado los años, pero sigue ilusionándose mucho por su trabajo: “Fue una época muy dura, pero muy ilusionante. Tenía veintipocos años y cualquier dificultad la superábamos con humor. Recuerdo que la furgoneta nos dejaba tirados un montón de veces cuando teníamos que ir a hacer funciones”, rememora.

Confiesa que pensaba que “los jóvenes de ahora lo iban a tener más fácil, pero veo que también les cuesta. El que se dedica al teatro sabe que está en un medio complicado y que tiene que trabajar por vocación, por ilusión, porque sobrevivir en ello es complicado. Ahora hay actores más preparados, más público que antes, pero me da la impresión de que el teatro es casi siempre deficitario. A excepción de los musicales de la Gran Vía o de Broadway, con los demás espectáculos cuesta mucho ganarse la vida. Además, es una profesión intermitente, no se tiene un sueldo decente todos los meses. Todos vamos funcionando con clases; si luego te sale una serie o una película, estupendo, pero vivir del teatro sigue siendo complicado”, reivindica.

Hace once años, trece creadores vascos impulsados por Ramón Barea abrieron Pabellón 6, una pionera iniciativa para promover las artes escénicas. Entre ellos estaba también Felipe Loza, aunque en este momento, solo se dedica a dirigir obras. “Ya no estoy en la gestión diaria porque es hora de que los jóvenes vayan ocupándose de ello. Tengo ya 68 años, el impulso fue de Ramón Barea y yo le acompañé con otros compañeros y compañeras y es el momento de que los jóvenes vayan aprendido cosas que nosotros hemos tenido que aprender solos”.

Para Loza, abrir Pabellón 6 fue una aventura increíble “y una sorpresa muy agradable, porque no estamos acostumbrados a tener éxito fácilmente. Había que pensar qué íbamos a hacer para atraer a la gente hasta aquí, porque muchos bilbainos ni conocían Zorrotzaurre. Y la verdad es que el público respondió enseguida; sabíamos que los muy teatreros iban a venir, pero con los cabarets conseguimos abrir mucho el abanico. Viene mucha gente que igual no va al teatro en Bilbao y la compañía joven nos ha acercado un público también joven”.

En Navidad, Felipe Loza volverá a Pabellón 6 con su Cabaret Chihuahua, con el que ha recorrido ya muchas localidades vascas y del que se han hecho ya más de 200 funciones. “Y sigue teniendo su tirón, a la gente le encanta. Algunos la han visto cinco o seis veces, es como un disco que te gusta, que lo puedes oír mucho. Estamos intentando hacer otro musical más actual y esperamos que tenga el mismo éxito que el anterior”, avanza Loza.