Es el benjamín de la familia Uranga. Su padre estaba empeñado en que estudiara una carrera seria y que fuera de provecho. Él tenía en mente dos posibilidades: Biología y Arquitectura. Pero llegó a sus manos una guitarra, fue un regalo de su hermano Roberto y su mundo se envenenó de música y para ello no había antídoto. Saltó al mercado musical en 1985 y en 1989 se unió a 'Mocedades'. Ahora recorre los escenarios del mundo con 'El Consorcio'. En la entrevista habla de lo difícil que es tratar de introducir temas nuevos en el repertorio cuando el público sigue reclamando las canciones del pasado. Está encantado de ver a la gente joven, a treintañeros que siguen con pasión sus conciertos. Si tiene que quedarse con un tema, ese es 'Tómame o déjame'.

PERSONAL

Edad: 60 años (16 de septiembre de 1961).

Lugar de nacimiento: Bilbao.

Familia: Es el menor de la familia Uranga-Amezaga. Está casado y tiene un hijo de 29 años. 

Inicios: A pesar de la presión de su padre, no quiso dedicarse a otra cosa que no fuera la música. Era lo que había mamado en casa. Cuando nació Mocedades era muy joven, tenía 12 años, pero envidiaba sanamente a sus hermanos mayores y su mayor deseo era pisar un escenario.

Trayectoria: Sus primeras incursiones fueron a nivel individual, publicó tres discos en solitario y en 1989, hace ya más de 30 años, se unió a la formación familiar. En 1993 se fue con El Consorcio, aún siguen juntos y no tienen ninguna intención de separarse. La agenda del grupo está llena de citas con un público que se vuelve loco con temas llenos de recuerdos y de nostalgia. 

Cuando surgió Mocedades usted era una criatura.

Yo tenía ocho años cuando mis hermanos empezaron a cantar. No era aún 'Mocedades', el grupo se llamaba 'Voces y guitarras'. 

El único que no cantaba, ¿no?

Por aquella época ni se me pasaba por la imaginación a lo que me iba a dedicar. Era muy niño, me gustaba la música y cantábamos todos en casa porque éramos muy musicales. Siempre había música en casa, siempre sonaba una canción y en cuanto podíamos, nos poníamos a cantar.

¿No sentía envidia de los mayores?

De envidia nada. Era pura admiración. Me gustaba tanto lo que hacían que verles en la tele era algo importantísimo. Cuando eres niño las miradas son más de admiración, no entran los celos. Yo estaba en la época de jugar y ellos lo hacían tan bien que era una maravilla verles.

¿Desde cuándo canta?

Desde el año 1985, cuando saqué mi primer álbum en solitario. He hecho tres discos en solitario. Ya me estaba llamando 'Mocedades' y como no conseguía hacer lo que yo quería en la compañía de discos, me fui con el grupo. Ahí me quedé. Mira que pensé: no vas a poder salir de aquí.

¿Es duro trabajar en familia? ¿Hay muchos problemas?

Claro que tiene sus problemas, aunque en concreto, nosotros -Amaia, Estibaliz, Sergio y yo-, 'El Consorcio', pocos problemas hemos tenido. Hay diferencias de opinión y de criterios, pero dentro de un orden.

¿Es Amaia la que más impone?

No, qué va. Amaia es Amaia. Es una de las grandes voces en la música latina, pero a la hora de tomas decisiones somos todos.

¿Le dio pena abandonar su carrera en solitario?

No. Además, hago cosas por mi cuenta. Ahora mismo he presentado un proyecto: Tengo un sueño, que tiene que ver con la música que se oía en mi casa y la influencia que tuve tanto de mi padre como de mis hermanos, cuando venían de América y traían discos. Era una música que tenía dentro, estaba muy encriptada. Es un repertorio difícil, pero me he atrevido con él y estoy encantado. Se presentó en ETB y ahora estoy a la expectativa de volver a repetir el concierto.

¿Es difícil vivir en un mundo donde la competencia está dentro de la familia?

Ja, ja, ja… No. En absoluto. Fíjate, en este concierto, que era una idea mía, tuve la suerte de contar Amaia, con Estibaliz, y con mis sobrinas María y Allende. Fue una suerte enorme contar con ellas. No hay competición.

¿Son sus sobrinas las que van a coger el testigo de la familia Uranga?

Cada una tiene su estilo. A Allende le gustan los musicales, le va más bailar que cantar, es una fenómena. María tiene sus canciones y también tiene su estilo. Más que recoger el testigo, siguen su camino. Ellas han mamado, no solo de nuestra música, de toda la que han oído. Ahí está el resultado.

¿Es difícil vivir de la música?

Dificilísimo. Nosotros somos unos privilegiados. Después de cincuenta años, bueno, mis compañeros, yo no tanto, poder vivir decentemente, es un milagro. Es muy difícil, mis sobrinas, por ejemplo, están peleando mucho. 

¿Es posible que 'Mocedades' se una?

No lo creo. Ya se ha intentado por parte de diferente gente. Cada uno estamos muy a gusto donde estamos. En El Consorcio estamos Amaia, Estibaliz, Carlos, estoy yo y estaba Sergio, una pena; así que ya estamos suficientes.

Generaciones han crecido, han disfrutado y se han enamorado al son de las canciones de 'Mocedades' y de 'El Consorcio'.

Por eso estamos aquí. Seguimos vivos y seguimos llenando auditorios y teatros. Seguimos haciendo giras en América. Esa música, esas canciones o esa manera de cantar han calado en la gente. Alguien dijo de una manera cursi eso de la memoria colectiva.

Uranga ha lanzado 'Tengo un sueño', un recopilatorio de la banda sonora de su vida. ON

¿Nunca se planteó otra cosa que cantar?

No. Bueno, cuando estaba estudiando, me hubiera gustado ser biólogo o arquitecto…

Uy, qué diferentes carreras

Exacto. Pero al final, ninguna de las dos. Llegó una guitarra a mis manos y la verdad es que me gustaba cantar. En casa querían otra cosa para mí. No hubo nada que hacer y mi padre tuvo que dar su brazo a torcer. A él no le gustaba absolutamente nada. Es más, yo escondía la guitarra cuando oía las llaves de mi padre, la metía debajo de la cama.

Pero ya había transigido con los hermanos y hermanas mayores, ¿no?

Precisamente por eso. En aquella época era difícil vivir de la música. Por eso se marcharon Sergio y Estibaliz. Al final no le quedó más remedio que aceptar que yo también era una causa perdida y que iba a cantar quisiera él o no.

Nueve hermanos, ahora ocho…

Cierto. Roberto murió, pero yo digo que seguimos siendo nueve. Roberto sigue estando en la familia, aunque numéricamente seamos ocho.

Amaia es la mayor del clan Uranga…

Me lleva quince años, pero cuidado es la mayor, sí y la más revoltosa, la más niña.

Y usted el más mimado, supongo.

No lo sé. Es posible que lo haya sido. La verdad es que he tenido una infancia privilegiada. Quizá es que tenga una de esas mentes que solo se queda con las cosas buenas. Mi infancia ha sido maravillosa. En mi familia, todos hemos sido muy extrovertidos, siempre había mucha gente y siempre había música.

Las navidades u otra celebración tenían que ser un jolgorio, una locura.

Sobre todo al principio, cuando había muchos chiquillos y nos reuníamos con otros familiares, con amigos de mis padres, con nuestros amigos. Se cantaba, se reía, se jugaba a todo… Creo que es algo que era común en todas las familias de nuestra tierra. Siempre sonaba algo en las casas. Tuvimos la suerte de que nuestra música se escuchaba en la época del casete, era el que se oía en el coche. Allí no había discusión posible, se ponía la música que había y nadie replicaba. Se oía lo que los padres ponían.

Ahora no, ¿verdad?

No, ahora no. Yo iba en el coche, mi hijo iba con sus auriculares, mi mujer con los suyos y yo con la música del coche. Cada uno escuchando una cosa. ¡Cómo cambian los tiempos! A mi hijo sí que le gustaba la música que yo ponía, pero a mi mujer nada.

Supongo que ella escuchará a 'El Consorcio'.

No le queda más remedio, no tiene otra. Si no que hubiera pedido muerte. Ja, ja, ja…

Serrat y Víctor Manuel me han comentado en alguna ocasión que es difícil salirse del guion y tratar de que el público quiera temas que se salen de los más famosos de cada uno. Que los nuevos repertorios no tienen tanto éxito como los antiguos.

Diría que es imposible para nosotros. Incluso para ellos, Serrat y Víctor Manuel, que son compositores, cantautores. Es una pelea tremenda. Presentas cosas nuevas, quieres variar el repertorio, y no vas a ninguna parte. Te preguntan cuándo haces cosas nuevas y el público te dice que les gusta más lo de antes.

¿Dónde está el problema? Las nuevas generaciones tendrían que tener los oídos más abiertos a tendencias más novedosas.

Antes hacías un éxito como 'Tómame o déjame', y sonaba en la radio durante medio año y en diferentes emisoras. El problema es cómo se transmite en estos momentos. Ahora haces una canción nueva y en una semana ya se ha olvidado. Creo que hemos hecho canciones nuevas muy buenas, pero no han tenido la presencia de las antiguas.

¿Se ha perdido la musicalidad en las calles de Euskadi, el cantar en los bares?

Eso es una pena. Otro recuerdo que tengo de cuando era un chaval, era el acompañar a mi padre, los tres pequeños de casa, y entrábamos a un bar. Había diferentes grupos cantando por los bares. Para mí aquello era maravilloso. Pienso que volver a repetir aquellos momentos, sería un atractivo buenísimo para el turismo.

En algunas ocasiones sí que se oyen grupos cantando.

Pero es de manera muy puntual y muy formal. No es una cuadrilla tomando vinos y cantando de forma espontánea.

¿Cuáles serían sus canciones preferidas de 'Mocedades' o 'El Consorcio'? Esas que siguen sonando con fuerza y cariño en su memoria.

Te puedes imaginar. Todo el repertorio, pero hay una canción en concreto, 'Tómame o déjame', que siempre me ha gustado mucho. Por la canción en sí. De hecho, yo la grabé para el proyecto que hice en el Euskalduna en 2019. 

Está muy contento de su proyecto 'Tengo un sueño'.

Estoy muy orgulloso. Por una vez en mi vida he podido hacer lo que me salido de…, he podido hace lo que he querido. Sin que una compañía te diga lo que tienes que cantar. Esta vez he hecho lo que me ha dado la gana. Estoy satisfecho, no; lo siguiente. 

'El Consorcio' ha recuperado la música de muchos anuncios radiofónicos de mitad del siglo pasado.

Bueno. En los primeros discos había mucho de dos programas de la radio. Queríamos recuperar aquella música que se oía en casa cuando no había televisión. 'Lo que nunca muere' fue el primero, el segundo fue 'Peticiones del oyente'. Y después hicimos proyectos monográficos: Cuba, Cien años de cine y un montón de discos.

Parece que 'El Consorcio' nació sin fecha de caducidad.

El público es el que decidirá si tenemos fecha de caducidad. Ahora mismo, por suerte, seguimos llenando auditorios. Nos sigue queriendo la gente.

¿Hay alguna música que no le gusta?

Es difícil, aunque diría el reguetón, hay cosas de este estilo que están bien hechas pero no es una música que me llene. Me gustan todas las músicas, pero en concreto esta no me llega de ninguna manera.

'Mocedades' fue en su día a Eurovisión, el concurso este año ha sido para Ucrania. ¿Cree que debía ganar por el hecho de estar en guerra tras la invasión de Rusia?

Igual lo que habría que haber hecho es darle un premio especial de apoyo y luego que entrara en votación. Pero entiendo que es normal. Los que llevaron a Ucrania a ganar fue el público. En cierto modo ha sido una manera de decir: No estamos de acuerdo con lo que está pasando. No está mal lo que ha ocurrido. Estos programas como Eurovisión están muy bien para decir lo que se siente.

Cada año siempre surge polémica con la canción elegida por RTVE. ¿Qué le pareció la canción de Chanel?

Creo que fue una buena actuación. El tipo de música estaba bien para un festival como este y ella defendió muy bien la canción. Quizá no es lo que más me pueda gustar, pero creo que estaba muy bien. Es cierto que me gustaban otras más que esta, pero no ha parecido mal.

Cuando 'Mocedades' fue a Eurovisión, este festival tenía cierto prestigio y servía para encumbrar a los participantes. Parece que ya no es lo mismo.

Aquello entonces era un festival de la canción. Fíjate en las críticas ahora. Hablan de fallos en la realización, de la iluminación o del vestuario de los participantes. Es más espectáculo. No se centra en las canciones ni en los cantantes.

¿Qué hace cuando no está en el universo de la música?

Lo mismo. Sigo intentando tocar la guitarra como Dios manda. Y me tocan otras labores más administrativas, cerrar una gira en América, trabajo de oficina...

¿Le gusta?

Nada. Además soy un desorganizado. Lo guardo todo, pero luego no sé dónde están las cosas, los papeles...

¿Quién le regaló aquella guitarra que envenenó sus deseos y le hizo sentir la música?

La primera me la regaló mi hermano Roberto. Era una guitarra nueva. Era una Yamaha, la compró cuando estuvieron en Eurovision, ahora la tiene mi hijo.

¿Va a seguir él sus pasos?

No. Por suerte, he conseguido hacer lo que mi padre no pudo hacer conmigo. Terminó Ingeniería de telecomunicaciones. Ahora está trabajando en Madrid, está muy contento. Pero también toca la guitarra y tiene dotes.