El criptoarte se abre paso en el presente de los creadores de obras como negocio del siglo XXI, frente al alma bohemia de épocas pasadas, dejando ahora en manos de la tecnología blockchain la garantía de autenticidad del talento y acercando el ambiente íntimo y personal del estudio al metaverso. Este mundo virtual, aún muy inexplorado en el Estado, generó el pasado año 3.500 millones de dólares (en criptoarte y NFT) y todavía es “un bebé que no sabe gatear”, a falta de que muchos artistas se den cuenta de que sus pequeños estudios pueden abrir la ventana de Internet, según explica en una entrevista el artista y profesor Antonio García Villarán, uno de los primeros del país que se ha lanzado a comercializar sus obras como NFT.

Estos “tokens no fungibles”, que se pueden crear también de otras cosas (una canción, un tuit, un libro), permiten al artista asociar su obra al servicio de blockchain, que garantiza la autenticidad, la creación y la propiedad, “un contrato que siempre estará ahí”. El comprador de criptoarte puede comercializar con esa obra y los artistas incluso percibirán una regalía por cada transacción, lo que incrementa las ganancias cuando hay importantes revalorizaciones.

García Villarán huye de quienes lo etiquetan como estafa y admite que sí hay especulación, “como cuando te compras una casa”, y recuerda cómo sus antiguos cuadros se vendían por 650 euros y ahora llegan a los 10.000 euros: “Quien apostó por mí ahora tiene obras que valen más, en el criptoarte es lo mismo pero va más rápido”.

El récord en una venta de criptoarte lo tiene el artista digital Mike Winkelmann, conocido como Beeple, quien vendió por 69,3 millones de dólares una composición con 5.000 de sus trabajos anteriores. “No es algo que haya venido directamente de Instagram, ha trabajado muchísimo para ello”, advierte García Villarán.

A nivel artístico, una de las referencias en el Estado es Javier Arrés, que ha vendido obras en su conjunto por más de un millón. Sin embargo, en España no hay una comunidad de criptoarte fuerte “porque esto acaba de empezar” y García Villarán cree que sólo falta que los artistas como él se convenzan y vean que se trata de una técnica más que sumar a la creación tradicional, como ha ocurrido en su caso, aunque él ya estaba más ligado al mundo digital como crítico de arte, con vídeos que suman millones de visitas.

A corto y medio plazo, el núcleo duro de los criptoartistas españoles serán “los que ya están triunfando con obra clásica”, que se sumarán a la corriente, explica este especialista, quien también considera que se abre un abanico de posibilidades para los artistas más humildes, que podrán exponer su obra a todo el mundo, con creaciones “de todos los precios”. “Los artistas de ahora ya no somos los bohemios del siglo XIX que estábamos en un estudio y venía un fulano a descubrirnos. Hoy día yo voy más por el ‘yo me lo guiso y yo me lo como’, por trabajar tus redes, por hacerte tu comunidad, tener tus coleccionistas”, dice.