Sucesos históricos que la memoria tiende a difuminar, como la desaparición del Madriles o la tragedia del Teatro Circo del Ensanche, se recuperan para fijarse en el recuerdo de los bilbainos en La cazadora de mitos. Los hermanos Naiel y Martín Ibarrola firman este espectáculo de fantasía que fusiona teatro, cine, música y animación en un diálogo en el que cada disciplina tiene su propia partitura. A través de los mitos locales, plantean una historia de magia para ahondar en nuevos lenguajes escénicos con la participación de artistas de renombre en todos los ámbitos. La obra es una coproducción junto al Teatro Arriaga, donde se estrenará el próximo miércoles con una segunda función el jueves.

“Es un proyecto que comenzamos a desarrollar hace dos años”, expone Naiel Ibarrola, director artístico con un amplio recorrido en la ilustración y en la música, quien relata que presentaron la iniciativa en Harrobia, donde ganó el premio de Eszenabide. A partir de ahí consiguieron una ayuda a la producción en el Gobierno vasco para poder dar forma a la idea original de Martín Ibarrola, periodista y guionista con afán “de buscar lo que hay tras las historias e ir un poco más allá”, según describe su hermano. “En nada empezó a involucrarse el resto del equipo creativo”, indica en referencia a Roberto San Sebastián, coodirector audiovisual, y Marta Eguilior, directora escénica, del proyecto.

VARIEDAD DE PERSONAJES

La primera parte de la obra, en la que solo hay dos personajes en escena -el propio Naiel Ibarrola que interpreta al pianista mudo y Leire López del Pueyo, que da vida a la protagonista, Lila-, comenzó a gestarse mediante una serie de rodajes en los que se intercalan en resto de personajes que se verán en pantalla. Actores como Mikel Losada, José Luis Esteban, Ylenia Baglietto, Karmele Larrinaga o Loli Astoreka, entre otros, participaron en las grabaciones en las que Javier Gurruchaga es el narrador. “Da igual el caché de los actores cuando se trabaja desde la pasión y las posibilidades que les brindan los personajes”, evidencia Naiel Ibarrola.

Así, con el fin de basarse “en las leyendas que han rodeado Bilbao y lo local para contarlas de una manera universal”, rodaron escenas en espacios reconocibles como la Biblioteca de Bidebarrieta o el Itsasmuseum. Rescatan de esa forma a Madriles, “un personaje que era un borrachín, un vagabundo que falleció en las inundaciones del 83”, recuerda Marta Eguilior. “Martín Ibarrola lo ha plasmado de tal modo que dice que la ría no sube y baja como consecuencia de las mareas, sino que es el Madriles quien esta bajo la ría y a medida que bebe de su txikito hace que baje el nivel”, describe la directora escénica. Con la misma “belleza y calidez, y cierta esperanza”, se narra la desventura de aquellos 44 niños que fallecieron en 1912 como consecuencia de un incendio en el Teatro Circo del Ensanche.

UN MONTAJE CORAL

En palabras de Eguilior, la obra “sigue la estructura de El camino del héroeDe esa forma, Lila debe “salir del mundo tangible, en el que ella es antropóloga, para acabar en el mundo de los mitos, que es pura magia”. Esa es, precisamente, la parte que más le gustó del proyecto al que ha dotado de lenguaje escénico. El resultado es un espectáculo “emocionante”, como describe Naiel Ibarrola, en el que “cada departamento se ha dejado la piel”. Esta misma semana, durante los ensayos, han podido ver el montaje al completo por primera vez. “He acabado todos los pases llorando como una magdalena”, confiesa.

En el plano musical, ha sido Naiel Ibarrola quien ha compuesto la banda sonora junto a colaboradores como Ainara LeGardon, Jon Fresco o Haimar Arejita. “No es solo coral porque haya mucha variedad de personajes, sino que a nivel técnico todos los ámbitos artísticos han tenido su hueco para poder brillar”, relata sobre el diálogo que se ha fraguado entre las diferentes disciplinas. Tras su paso por el Arriaga, está previsto que realicen una larga gira de cuatro años por diferentes teatros. El próximo bolo será en Leioa, el fin de semana que viene. “Reivindicamos el poder hacer espectáculos que llevan mucho tiempo de gestación para que luego estén mucho tiempo girando. Es algo que como industria nos hace crecer”, concluye Ibarrola.